Capítulo 3.

1780 Words
El planeta de los ninjas. ◾◾◾◾◾◾◾◾◾◾◾◾ Ahmet solo sonrió y entró a la oficina de su amigo, quien estaba absorto recargado en su silla mirando el techo, ni siquiera Ahmet podía tratar de adivinar ¿Qué cosas pasaban por la mente de Murat?. Murat era como dinamita, un explosivo muy potente e inestable, así era él, y era mejor estar lejos de él para no recibir un enorme impacto cuando estallaba. —Las mujeres te aman —dijo Ahmet con sarcasmo. —¿Qué pasó con el hotel? —preguntó Murat sin ganas de hablar de mujeres, últimamente era el último tema que quería tocar. —El dueño ya aprobó los planos, quieren renovar primero la azotea y empezar desde ahí, ya mandé a los ingenieros, para revisar la estructura. —Bien, iré mañana para revisarlo yo mismo. —Muy bien, me parece bien. ¿Cómo está tu madre?. —Esta bien, esta ocupada con su nueva línea de ropa, así que no tiene tiempo para molestarme por lo de Ezgi— respondió Murat con enfado. —¿Y has hablado con ella? —¿Con Ezgi?, si, hemos hablado por la construcción de su casa. —Vamos Murat, sabes a que me refiero, ¿Has hablado con ella por lo de su ruptura?, ¿Ella te ha dicho algo?, ¿O tú?. —No quiero hablar de eso, no se por qué se empeña en salir con alguien más, es ridículo, pero puede hacer lo que quiera, eso no cambia el echo de que sea accionista de mi empresa, no mesclaré las cosas laborales con las personales, ya es una mujer adulta, ya sabe lo que hace y por qué. —Entonces, ¿eso es mejor que disculparte y pedirle que vuelva contigo?. —¿Por qué debería disculparme?, tengo trabajo, estoy ocupado, así soy yo, punto, además Ezgi ya volverá cuando se de cuenta de quien es mejor para ella, solo es cuestión de tiempo para que vea que fue una tonta. —Eres tan arrogante que casi te creo—dijo Ahmet y negó. —Si no fueras mi amigo, diría que eres un completo idiota. Murat solo rodó los ojos y negó. Ahmet solo sonrió y no dijo nada más, no quería poner de mal humor a Murat. …………… Al día siguiente: Las mañanas para Murat comenzaban a las cinco en punto, hacía ejercicio una hora, y después se duchaba, mientras se alistaba escuchaba los mensajes de su contestadora, y mientras desayunaba revisaba los correos que habían quedado pendientes del día anterior. En su vida todo giraba alrededor de su trabajo, y por eso es que él era uno de los mejores, y al mismo tiempo una escoria, era exigente, era arrogante y era un hombre incuestionable, un enorme dolor de cabeza para algunos, y un genio de la arquitectura para otros. —Cielos Murat, ¿Podrías dejar un momento el trabajo y desayunar en paz?. Murat miró a su madre y se enderezó en la silla, ella era la única mujer que podía enfrentarlo de ese modo, y la única a la que él le daba permiso de cuestionarlo de tal modo. —Ya está—dijo él, e hizo a un lado sus aparatos electrónicos, —¿Dónde está Aysel?. —Salió temprano, dijo que tiene una sesión de fotos— respondió la señora Elen la madre de Murat, una mujer refinada y de alta alcurnia que al igual que su hijo siempre mantenía una reputación intachable. —¿Cómo estás hoy?. —Estoy bien querido, la pregunta es, ¿Cómo te encuentras tú?, ¿Ya hablaste con Ezgi?, ¿Ya arreglaron todo?. —Lo que hubo entre ella y yo se terminó, ella lo terminó—recalcó Murat esas últimas palabras. —Murat, Ezgi es la mejor mujer que podrás tener, tiene clase, es bonita, inteligente, viene de una buena familia, eres un tonto si la dejas ir. —¿Que esperas que haga?, ¿Qué la secuestre? —preguntó Murat. —Si es necesario, si, uno hace todo por amor. Murat decidió cortarle el hilo a su madre y se puso de pie. —Ya es tarde tengo una reunión importante, así que me voy, cuídate… ¿Y donde esta Ömer?. —Lo mandé por unas telas, ve con cuidado cariño, ¡Y arregla las cosas con Ezgi!. Murat salió de su casa y subió a su auto, se puso sus gafas de sol y fue directo al hotel en el que tenía un proyecto de renovación, quería ver por él mismo la condición de la estructura, cuando llegó, su asistente Tarkan ya lo estaba esperando. —Que puntual —comentó Murat mientras pasaba a su lado. —Nuevo hábito señor— dijo Tarkan sintiéndose orgulloso por aquel cumplido. —Pues espero que si dure. Murat revisó el edificio junto con uno de los arquitectos encargados del proyecto, una vez que terminó salió de aquel hotel junto con su asistente, el valet parking le trajo su auto, y mientras le entregaba las llaves, escuchó una voz llena de furia. —¡Tú!, ¡Eres un… mal agradecido!. Murat se giró y frunció el ceño. Delante de él había una botarga de tomate con una enorme sonrisa señalándolo, la voz era de una mujer, él creyó que debía de ser alguna admiradora, o algo por el estilo, miró a Tarkan, y estaba por decirle que se encargara cuando… una fuerte patada le dio justo en la ingle, haciéndolo doblegarse y caer al suelo, junto con todo y su elegante traje. Melisa respiraba con fuerza, ese hombre la había arruinado, todo el coraje que sentía lo demostró en esa patada que le había dado, se percató de lo que hizo justo después de hacerlo, y se sintió un poco mal, pero al fin de cuentas se sentía satisfecha, Murat Doğan no se merecía nada de respeto, al menos eso era lo que Melisa pensaba. —¡Señor, ¿Se encuentra bien?! — preguntó Tarkan muy alarmado. Murat tenía la cara roja, sentía que no podía respirar, ¿Qué clase de mujer era esa?, ¿De qué planeta venía?, ¿Del planeta de los ninjas, acaso?, le tomó unos minutos tratar de incorporarse, y cuando por fin lo hizo señaló al tomate sonriente delante de él. —Detenla— le ordenó a su asistente con un hilo de voz apenas entendible, aún se sujetaba la entrepierna, pues sentía una fuerte punzada en su miembro, como que algo quería estallar por el golpe, sentía ganas de vomitar y un dolor atroz en el ombligo. Melisa trató de huir, pero uno de los guardias del hotel quien había visto todo, la detuvo, no fue si no hasta que llegó la policía, que la chica tuvo que quitarse la botarga y revelar su identidad. —¡Tú!— dijo Murat muy sorprendido de ver a la bonita mujer bañada en sudor y despeinada, aún así se podía ver su belleza tan única, su piel ligeramente bronceada, su cabellera negra y larga, y sus grandes ojos de color verde claros, impactante. Melisa no dijo nada y solo le hizo un gesto de desagrado, se rehusaba a hablar con ese hombre sin escrúpulos. —Señor, la llevaremos a la cárcel, ¿Quiere presentar cargos? — preguntó un oficial. Fue ahí que Melisa se asustó al escuchar aquellas palabras, “¿Cargos, prisión? “, ¡Dios! Ella no quería nada de eso. Por increíble que pareciera, el coraje de Murat se desvaneció en el aire, Melisa iba a decir algo en su defensa, pero no hizo falta, Murat habló por ella. —No presentaré cargos, solo fue un pequeño incidente, no fue tan grave— dijo él mientras trataba de hacer a un lado el dolor que aún sentía, solo esperaba no quedar estéril después de semejante golpe. Tarkan estaba incrédulo ante la situación, era la primera vez que veía una pizca de compasión en su jefe, y tampoco nunca esperó encontrar a la bonita Melisa, y menos en esas circunstancias. El oficial asintió y ya que no había cargos ni nada más, dejo ir a Melisa con una advertencia, y también tenía que disculparse con el señor Murat Doğan. La pobre chica tuvo que tragarse todo su orgullo, se plantó frente aquel hombre y miró en cualquier dirección que no fuera a él. —Lo lamento — dijo ella con sequedad. —Acepto la disculpa — dijo Murat mientras sonreía de ver como la chica parecía querer volver a golpearlo, ahora que no tenía novia se sentía libre de poder admirarla, ella era encantadora, era bonita en todos los sentidos, aún con esa cara de pocos amigos ella tenía un encanto inigualable. —Bien— dijo Melisa, tomó su disfraz y se marchó. —Tarkan— dijo Murat sin perder de vista a la chica que se alejaba a paso veloz. —Si señor. —Síguela ¿Y dime en donde vive, y que está haciendo?. —Si señor— dijo Tarkan sin entender muy bien las razones de Murat, pero después de todo era su jefe y no necesitaba razones para hacer algo, o para pedir algo. Después de ese pequeño e intenso encuentro, Tarkan volvió con información para Murat. —La echaron de el departamento en el que vivía, además tuvo que vender su teléfono, y dejar la universidad, no tiene familiares aquí, así que se está quedando con una amiga, trabaja en una pizzería repartiendo volantes, por eso el disfraz de tomate. —¿Cómo supiste todo eso? —preguntó Murat sorprendido de las habilidades de investigación de su asistente. —Pues se lo pregunté a ella. Murat rodó los ojos y miró a Tarkan. —¿Y de casualidad no le dijiste que yo te mandé?—preguntó con sarcasmo. —No señor, ella no se enteró de esa parte, no me hubiera dicho nada si yo le hubiera dicho que usted me mandó. —¿Y eso por que?. —Ah, pues por que dejó muy en claro que lo odia, y que usted es su peor enemigo, y que nunca volvería aquí, aunque le rogara de rodillas. —¿Por qué me odia?, no le hice nada—se defendió Murat. —Pues…, solo la despidió, cortando todos sus buenos ingresos…, así que…. —Bien, bien, ya entendí— dijo Murat y se sobó la barbilla. Se quedó un poco pensativo, ¿Lo que le ocurrió a Melisa, era su culpa?, no estaba muy seguro de que aquello fuera verdad, sonrió al recordarla tan enojada y pensó que había sido algo divertido.
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