Morirás.
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Melisa se incorporó con rapidez y se acomodó la falda de tubo, se acomodó el cabello y se puso muy nerviosa, ya antes había visto a la señora Doğan y sabía que era una mujer con la que no se podía bromear.
—Mamá, Ezgi—dijo Murat sin preocuparse demasiado, se puso de pie y se acomodó la camisa.
—¿Qué estas haciendo Murat?— preguntó la señora Elen.
—¿A que debo su visita?—preguntó Murat ignorando la mirada filosa de su madre.
—¿Ahora debo pedirte permiso?.
—No, por supuesto que no.
La señora Elen miró a Melisa de pies a cabeza y se sentó en un sofá. —Ahora explícame esa estupidez que llegó a mis oídos, de que sales con una….cualquiera.
Melisa apretó los puños y estaba por abrir la boca cuando Murat se adelantó. —¿No crees que ya estoy un poco grande para d
