Me despierta el sol dándome en la cara, abro los ojos y me doy cuenta que estoy literalmente sobre Donnan, es una suerte que tengamos las bolsas de dormir, porque de no ser así, estoy segura tendría mis piernas completamente sobre él. Como no se mueve y siento su respiración tranquila, me imagino que sigue dormido, intento no moverme mientras admiro la hermosa mañana. —Buenos días —escucho la voz ronca de Donnan, de inmediato doy un salto para quitarme de encima. —Buenos días —lo saludo avergonzada. —Parece que no velaste mi sueño en lo absoluto —bromea. —Me venció el cansancio, ni siquiera desperté durante la noche. —Yo sí, me dolía mucho el brazo —dice masajeando el lugar en el que yo estaba. —Lo siento —comento con pena. —Yo no —asegura—. Hace mucho tiempo que no dormía tan bien