Mucho tiempo después. Era un día lluvioso y bastante húmedo, Stefano se había quedado nuevamente hasta tarde en la oficina. Ni siquiera veía razón alguna para pasar la noche en ese apartamento que le traía tantos recuerdos, unos que trataba de suprimir con todas sus fuerzas. Incluso estaba considerando venderlo. No le veía razón para conservarlo, quizás le convendría uno que no se pareciera en nada al actual. Tendría que ver qué opciones tenía. En ese momento, su celular sonó. —¿Sí? Su tono de voz era desganado, ni siquiera recordaba la última vez que había estado animado o incluso sonriendo. —¿Quieres venir a cenar? —Habló una mujer del otro lado. Su voz chillona le desagrada en muchos sentidos. Ni siquiera sabía ya por qué la aguantaba. —Ahora no, Antonella —respondió con un r