—¿A qué te refieres con que no irás? Bianca se cruzó de brazos, viendo incrédula que su hermano se negaba a levantarse de su silla para reencontrarse con el amor de su vida. No quería decirle que tenía bastante tiempo en contacto con Minerva y que el detective no era más que un montaje de buen calibre. De seguro Stefano pegaría el grito en el cielo. No había querido decir nada, porque Minerva prácticamente se lo había rogado. —No iré. He cambiado de opinión. Se enfurruño en su lugar como un niño pequeño y Bianca resopló con indignación, harta de su indecisión. A su parecer, era esa la principal causa de que su cuñada se fuera lejos. La rubia, ante todo pronóstico, tomó del brazo a su hermano y lo encaró, mirándolo furibunda. —Será mejor que te levantes de esa silla, si no quieres