—¿Sientes algo más? Bianca miró con preocupación a su cuñada, que estaba pálida, pero muy callada. —No, solamente estoy preocupada. —Y yo, si sientes dolor o algo más, me dices —trataba de conducir lo más rápido posible, pero tampoco quería una multa. —Gracias por ayudarme, Bianca —suspiró Minerva. —Confieso que aún lo estoy asimilando, pero tenemos tiempo de hablarlo con el doctor, ¿de acuerdo? —Está bien. Llegaron a la clínica notificando sobre el ligero sangrado que había tenido Minerva y fue recluida a revisión. Bianca se quedó en la sala de espera, con ganas de decirle a Stefano, pero sabía que Minerva nunca se lo perdonaría. "¿Por qué no le cuentas?", le había preguntado. "Es más que obvio que un bebé es un inconveniente entre nosotros dadas las circunstancias, Bianca",