—Disculpe, señorita Mía, afuera está una chica que quiere pasar a verla. —¿Quién es? —le cuestiono a mi secretaria, frustrada y exhausta. —Su hermana Miranda. Mi lápiz se parte por la mitad por culpa de la fuerza que usé al escuchar que ella está aquí. ¿Qué demonios quiere ahora? Esto es el colmo, incluso hasta en mi trabajo quiere amargarme la vida. Anoche intenté quedarme dormida, pero fue imposible hacerlo, ya que tenía una migraña insoportable. Mis ojos pesan a causa del sueño rezagado que tengo. Prácticamente estoy con un humor de los mil demonios que nadie soporta. —Dile a mi hermanita que estoy ocupada. —Está bien, señorita. Cierra la puerta. Trato de calmarme. Respiro hondo para luego sacar otro lápiz de la gaveta de mi escritorio para continuar con mi trabajo. Me siento c