Han pasado cinco meses, Abel cumplió hace tres meses los treinta años y me siento tan tranquila. Puedo decir con seguridad que él está a salvo y que el peligro desapareció. Nos casamos un mes después de comprar las sortijas, fue algo muy íntimo e increíble.
Hice una relación más íntima con mi hermano y mis sobrinas, todo es perfecto. Aunque últimamente me siento extraña, es como si un presentimiento de que algo malo va a pasar se apodera de mí. Creo que solo me estoy preocupando por nada, talvez solo sea que me siento preocupada por el bebé.
En este momento vamos hacia la clínica, este es el día en que sabremos el sexo del bebé y me siento tan emocionada.
Abel acaricia mi estómago.
—Bebé, mi hermosa niña, hoy será el día en que te podamos ver mejor que la última vez.
El bebé patea
