Al día siguiente.
Sé qué le dije a Axel que no necesitaba ayuda, pero insistió tanto que le dije que podía venir y ayudarme. Después de la cena le di un poco de jugo con gotas para dormir a Abel, en algunos minutos serán las 12:00 y debo prepararme.
Axel me pasa una pequeña navaja.
—Paula, no te cortes mucho, no quiero que te pase algo malo y después mi hermano se moleste conmigo, ten mucho cuidado.
—Lo haré, tranquilo. Solo son doce gotas a la media noche, ¿qué hora es?
—Faltan tres minutos para la media noche, Paula.
—Recuerda que cuando Abel despierte le diré la verdad, así que tranquilo, Axel.
Faltan tan solo treinta segundos para las doce, coloco mi brazo cerca de los labios de Abel y abro su boca un poco. Estoy lista para esto y sé que puedo salvar al amor de mi vida.
