Alejandro traga saliva, el corazón le late con fuerza, pero no es la ira lo que lo consume esta vez, sino la sorpresa. Frente a él, en las páginas de la libreta de Valentina, se abre un mundo que jamás pensó encontrar allí. Fórmulas, correcciones, diagramas, todo con una precisión impecable. Son apuntes avanzados, incluso mucho más claros que el último informe entregado por Camila. Y lo más perturbador es que muchos de esos esquemas coinciden con los vacíos que su equipo lleva años intentando resolver. Vacíos que, misteriosamente, Camila consiguió llenar en cuestión de semanas. Pasa más páginas con rapidez, casi con desesperación. Descubre aún más fórmulas, todas detalladas, todas trabajadas con una disciplina que le resulta insoportable de aceptar. No son solo notas sueltas: parecen in