Mistakes (Amor en tiempos de mafia I)

2

—¿Crees que haya sido buena idea invitar al chico nuevo?

—Creo que ha sido la mejor idea hasta el día de hoy, que he escuchado de tu boca salir. Adeline. —Cami sonríe.

Bufo.

Alex y los chicos pasan por nosotras. Félix viene atrás igual que Cami y yo, tuve que cargar en mis piernas a mi amiga. El club está lleno como siempre. Me acomodo el vestido y ajusto los tirantes.

—Te ves bien —dice el tímido Félix.

—Gracias.

El lleva unos jeans negros desgarrados, con playera blanca y esta vez optó por una gorra negra. Le hace ver misterioso.

Estamos en Ray´s Club, hay una alberca super llena.

Al cabo después de tres horas, tenemos a un Gustavo algo animador con las chicas, un Luis muy drogado, un Alexander relajado, pero no ebrio porque es el conductor designado, a una Cami, que empieza a verse ebria, y por último a Félix, que resulta que el chico no toma. Luis intentó hacerlo tomar, pero nada. El chico casi se ahoga con el trago que pidieron para él. Decidió comprar una botella con agua.

—¿Qué tan seguido tomas? —Félix está siendo curioso. Odio eso.

—Algunos viernes y fines de semana.

—¿Eso quiere decir cada fin de semana?

—Si. —sonrío. —No puedo evitarlo con estos amigos que cargo —me rio.

—¿A ti no te gusta nada de esto verdad? —señalo a mi alrededor. Jóvenes universitarios embriagándose hasta ya que su cuerpo no soportar el alcohol.

—No va conmigo.

—¿Y que va contigo? —alzo una ceja retándole.

Levanta su mirada y se queda allí mirándome detenidamente, me da escalofrío. Su mirada es oscura y me causa tensión. Me giro y pido otro mojito.

—Las armas.

Le miro desconcertada. —¿Las armas? ¿eres ese tipo de chico violento?

Me da una sonrisa de lado. —No soy una persona violenta, en realidad soy alguien muy pacifista. Pero tengo un gusto culposo por las armas, me gusta armarlas y desarmarlas. Ya sabes.

—Ah, es raro. Pero no te culpo.

—¿Y a ti? ¿Qué va contigo?

—Sin duda los mojitos y margaritas—me río y voy hacia Alex, lo llevo conmigo a la pista y bailo con él. Estar con Félix me causaba cierta desconfianza y un poco de curiosidad.

El resto de la noche, pasamos embriagándonos. Tomé más mojitos de los que debía. Los chicos nos llevaron a Cami y a mí, a mi departamento. Apenas y pude subir las escaleras.

Desperté con un leve dolor de cabeza y mucha sed. Juraría que podía tomarme diez litros de agua. Pero solo encontré una caja con leche en el refrigerador, el cual terminé. Cuando Cami se despertó, ya le había preparado un jugo de naranja.

—Eres la mejor, te amo. —bebió del jugo sedienta, como si hubiera pasado por el desierto. —¿Quién nos trajo?

—Los chicos, nos subió Alex y Félix. —Félix cargaba a Cami en brazos.

—Dice Félix que estás algo pesada —abre sus ojos y me mira.

—¿Me trajo cargando hasta aquí? —su cabello está hecho un desastre. Se tira al suelo. —Quiero morirme.

—Pero no en mi casa, por favor. Hazlo en la banqueta, allí fuera para que alguien pueda recoger tu cuerpo y llevarlo a la basura.

—Perra.

Me hecho a reír. —Es mentira. Pero si te cargó hasta el sofá.

—Mierda.

—No debimos excedernos con el alcohol, anoche.

—Siempre prometemos no hacerlo, pero terminamos más ebrias que la noche pasada.

—Es cierto.

Preparo el desayuno, y compramos cerveza. Ya saben, para curar la resaca.

***

—Buena noche la del viernes —Gustavo me abraza.

—Si, bueno te pasaste saltando de chica en chica ¿quién no se divertiría así? —bromeo.

—De eso se trata una fiesta, Adel. Además, creo que Cami, y tú, se pasaron de copas esa noche. No es de esperarse.

—Calla. —reí.

—¿Qué hacen? —Luis se nos une. —¿Por qué la fiesta terminó tan temprano?

Nos echamos a reír. —Lo hizo para ti amigo, estabas demasiado drogado. Te tuvimos que llevar a la camioneta de Alex para dormir.

—Casi no te pasas de la dosis, deberías tener más cuidado. —aconsejo.

—¿Mira quién lo dice? —escucho la voz de Alex. Se nos une en el camino del pasillo. —Terminé llevándola a su departamento como su muleta.

—¿No dejaras pasarla esta vez? No es seguido que lo hago. Solo que no conté los mojitos.

—¿Lo cuentas? —Gustavo se echó a reír.

Puse los ojos en blanco.

—No. Pero adivino de vez en cuando. —sonrío.

—¡Chicos! —esa es Cami. Todos se dispersan al ver que viene a nosotros.

—No me dejen sola con ella —intento que alguien se quede, pero fracaso. Dejo escapar un suspiro.

—¿A dónde han ido?

—No sé.

—Vamos a ver el partido de futbol que está en la cancha.

—¿Ahora mismo? —de esto se estaban escapando los chicos.

—Si, está jugando Harry. —se gana unos ojos en blanco de mi parte. Harry es su amor platónico desde que estamos en primer semestre. Él estaba en el último año de nuestra carrera.

Según para cualquier chica e incluida Cami, inalcanzable. La verdad que tenía un buen porte; Guapo, piernas gruesas, abdomen en barras de chocolate. Y su padre era el que veías en las mañanas en los noticieros.

Me arrastró hasta la cancha, donde un puñado de hombres estaban jugando a darse una paliza por una pelota. Este tipo de deportes me aburrían. Yo prefería donde había golpes, sangre, dientes rotos, peleas de artes mixtas. O las callejeras.

Y ahí estaba.

El chico tímido que invité ir a tomar el viernes con mis amigos.

Félix.

Veía jugar a los demás con una profunda tristeza. Es como si quisiera estar en ese campo pateando la pelota.

—Adel, mira. Está el chico nuevo aquí. —Antes de poder detenerla, Cami le grita y saluda. Félix nos mira con desconcierto, frunce su ceja. Devuelve el saludo, toma su mochila y se va de las gradas.

Qué raro.

Después de media hora viendo jugar a los chicos, le digo a Cami que me largo de allí.

—¿Dónde está Cami? —Gustavo se acerca y me deja un batido. Lleva en la otra mano el de Cami. —Les he traído batidos.

Sonrío. —Gracias, pero ella no está tomando esta clase, hasta el próximo curso. —Apenas iniciábamos el curso, y Cami había descartado el hecho de no llevar algunas materias. Porque según ella, sería mucho estrés.

—Entiendo, pero hay rumores que en el próximo curso la clase la dará el Profesor Barry. —Se que estoy estrujando la cara, ese profesor es de infierno.

—Pobre Cami.

—No le digas nada. —me guiña el ojo y se va. Está sentando junto a otro amigo suyo.

—¿Puedo sentarme? —Levanto mi vista hacia la voz. Es Félix.

—Si, claro. —hay un lugar vacío junto a mí. Le cedo el lugar.

—Todos los asientos están ocupados.

—Eso es porque la mayoría decidió tomar este curso, porque lo dará el profesor Christopher. Es de los mejores y más flexible con sus trabajos.

Asiente con la cabeza. —Creo escuché algo de ello.

—¿Cómo lo estás tomando? El regreso a las clases y así.

Se sienta erguido. Parece incómodo. —Lo llevo a mi paso. —Me da una sonrisa forzada. —Espero no estropear todo.

—No creo que lo hagas. Estoy aquí para lo que necesites, ya sabes apuntes y todo eso.

—Gracias —esta vez su sonrisa es genuina.

***

Parece que todos están ocupados, me voy a casa. Manejo mi honda hacia mi departamento y paso por la tienda para preparar algo de cena.

Cuando llego a casa, preparo un snack, y hago mis deberes, he llevado dos tazas de cafés a mi habitación, miro el reloj, es pasada de las ocho de la noche. Voy a la cocina y preparo una pasta, me sirvo un poco de vino mientras pongo algo de música. Es relajante.

Cuando estoy comiendo, recibo un mensaje de Alex.

¿Quieres ir a cenar?

Recibo otro.

No quiero comer solo.

Me detengo en comer. Y escribo.

Ok.

Voy por ti.

Termino de comer mi pasta con vino. Todavía hay espacio para otra comida.

Alex pasa por mí y vamos a un restaurante tailandés.

—Tenía antojo, y no quería venir solo. —me da una sonrisa de disculpa.

—Gracias por invitarme.

—¿Ibas a cenar apenas o ya habías comido?

—No. Estaba pensando en salir por cena, de hecho. —miento.

—Entonces fue buena idea.

—Si, lo fue.

—¿Qué piensas sobre Félix?

—¿Félix? —la pregunta me toma desprevenida. —¿Qué hay sobre él?

—Es un poco reservado ¿no crees? Para alguien que ya ha estado en nuestro curso.

—El accidente debió haberlo hecho cambiar un poco. Casi pierde la vida, según lo que Cami me dijo.

—Tienes razón. —hace una pausa —debo estar imaginando cosas.

Nuestra conversación sigue con cosas de las clases, los chicos y Cami. La noche se vuelve divertida.