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1667 Words
—¿Podemos al menos hablarlo? —miro con suspicacia a sus ojos. —No creo que debamos hablar de nada más. No quiero decirte mentiras, aprecio tu sinceridad. Tu valentía, significa mucho para mí. Pero no quiero perderte como amigo. —desvía la mirada, lo he herido. Caleb está declarándose ahora mismo en el salón de clases, todos se han ido. Son vacaciones de verano. Me ha retenido del brazo y dicho que quería hablar conmigo. Y aquí estoy escuchando su confesión, la verdad que no la veía venir. Estoy algo estupefacta, pero logro salir de la situación incómoda. —¿Puedes intentarlo? ¿Cómo sabes que no sentirás nada por mí en el futuro? —Porque me conozco demasiado bien, y estoy segura de que no puedo desarrollar sentimientos por mis amigos. Una vez más, discúlpame. —tomo mi mochila y me voy. Esto es realmente terrible, ¿por qué la mayoría de mis amigos se me declaran? ¿soy demasiado amable con ellos que los hace pensar diferente? No les doy ninguna señal de que me gustan y mucho menos coqueteo con ninguno. Y no lo digo porque me crea una diosa, para nada. soy todo lo contrario, solo una chica normal sin gracia. Hace un mes fue, Orlando. Se distancio un poco, solo lo saludo cuando le veo. Al paso que iba, terminaría la universidad sin amigos. Es difícil para mí, hacer amigas. Me llevo mejor con los chicos, son mas geniales. Aunque solo tengo una amiga y es Camila. Mi grupo de amigos se conforman de ella, Alexander, Gustavo, Luis, y Caleb, que no sé si seguirá estando en nuestro círculo de amigos. —¿Se te ha declarado? —Camila me mira con diversión, ve mi disgusto en mi rostro. Me ha mirado cuando ha visto que me quedaba con Caleb a solas en el salón.   —¿Lo sabías? Claro que sí, ¿verdad? Soy la única que nunca se da cuenta lo que sucede a su alrededor. Alza las manos sobre su pecho en defensa. —Escuché a los chicos decir algo al respecto. Pero no te dije porque no estaba segura. Pero viéndote ahora, veo que así fue. —¿Necesito usar una playera que diga “no estoy interesada en ti”? Estoy cansada. De lastimar a los chicos, negándoles una oportunidad. Pero la verdad que no quería hacerle más daño diciéndole mentiras y aprovechándome de ellos, no soy así. Ellos merecen alguien que les guste de verdad y que quieran intentar algo lindo con ellos. Detesto el hecho de siquiera salir, soy muy floja para ir a lugares, al menos que sea al bar donde mis amigos y yo, nos emborrachamos cada fin de semana. O no sé tal vez porque nunca me he enamorado, no puse demasiado empeño en mis anteriores relaciones. Me considero una persona hogareña y amo la comida, me envenenas con ella. No estoy exagerando. —No lo verás por unas semanas, así que estás a salvo. —Esperemos que se le pase el gusto cuando hayamos vuelto a clases. *** Vacaciones de verano, bikini y unas merecidas margaritas. Esto es vida. Me encanta estar en la playa, es uno de mis lugares favoritos para aclarar mi mente de problemas y darme un respiro del mundo. —Pareces algo relajada, —mamá se sienta a mi lado, en la otra silla. Lleva un bikini envidiable, para sus cuarenta y cinco años, ha mantenido su cuerpo muy bien. Parece de treinta. —Lo estoy. En realidad, es algo refrescante. La última semana estuvo de muerte con los exámenes sorpresas. Pero ya acabó todo. —Fue buena idea venir a visitar a la tía Maggy, entonces. —La tía Maggy, era la tía de mi mamá. porque ella no tenía hermanos y yo tampoco. —Más que bien, madre. Y necesito más margaritas. Pasé todas las vacaciones de verano en la casa de playa de la tía Maggy, ella era la tía más rica que teníamos. Exitosa y solterona. Era la hermana menor de mi abuela. Una noche antes de regresar a Massachussets, le pregunté por qué no quería entablar una relación seria con alguien a su edad, la verdad que ya era bastante mayor como para que estuviera casada con hijos o ya nietos. Mamá solía decirme, que mi tía fue de esas chicas feministas y libres, que le gustaba su libertad en las relaciones, había muchos hombres que la buscaban, pero nunca quiso nada serio con nadie como para casarse. —Por muchos años, he vivido de esta forma. Viviendo mi libertad, de tomar mis propias decisiones sin pensar que podría afectar a alguien más con mis acciones. Me gusta, yo decidí esta vida. Hubo un tiempo que alguien me propuso matrimonio, lo rechacé porque quería triunfar. Hice a un lado el amor, por el éxito. No me arrepiento, porque desde un principio supe lo que quería ser con mi vida, muy pocas personas saben su siguiente camino. Yo ya lo hacía. Y decliné la vida de una mujer casa con hijos por esto —me sonríe. Sé que está siendo sincera, no escucho lamento o arrepentimiento en su voz. —¿Y quien podría arrepentirse por esto? —lleva un Martini en la mano y extiende para alusión de la mansión y autos que tiene. —nos echamos a reir. La tía Maggy, era sin duda mi favorita. Regresé a Massachussets con esa mentalidad. Para triunfar, tenía que esconder mis sentimientos. Eso te hacía débil. Quería ser una periodista exitosa. Y si para llegar al éxito necesitaba aplastar mis emociones por los demás, no era ningún problema. Lo haría. O eso esperaba lograr. *** —Este curso promete ser arrebatador. —a mi lado está Camila con un bocadillo. La envidio, ella puede degustar todo tipo de azucares, su metabolismo es genial porque por más que coma no engorda. Yo tengo un serio problema con estilo de comida, necesito comer saludable para no engordar. Nadie querrá una periodista gorda en los noticieros. —Espero que si lo sea. —rechisto. —De hecho, lo será. Esta mañana he visto a un chico nuevo en la clase del Sr. Simus. No lo había visto antes. —¿Enserio? —Por lo que he escuchado, parece ser un chico que perdió el año debido a un accidente que tuvo fatídicamente hacerle imposible caminar por meses. —Eso debió ser doloroso. —Revalidó materias, y pues tuvo que cursar el año de nuevo. —¿Ósea tenemos un dinosaurio en nuestra clase? —le dimos ese nombre a los que aún no se han graduado por repetir materias y son mayores que nosotros allí. —No es para nada dinosaurio. Si ya es tu mayor, pero es igual que nosotros. —hace una pausa —además está como un tren. Debes verle, es un bendito adonis. Este último año será divertido. Tengo que llevármelo a la cama. Puse los ojos en blanco. —Cami, ya te has liado con toda la carrera ¿es un reto para ti? Sonríe. —Me encantan los retos. Entramos a la clase del Sr. Randall, mi amiga Camila hace un recorrido por toda la sala. —¿A quién buscas? —A él —señala con su cabeza al chico que está entrando y subiendo las escaleras para buscar un asiento disponible. Genial. No perdí de vista a como las chicas le miraban. No podía culparlas, el chico era majo. Demasiado caliente. Alto y cuerpo simétrico, con el cabello un poco largo hasta la nuca revoltoso color castaño, moreno y una sonrisa baja bragas, mandíbula perfilada. Tenía una manzana en su garganta. Y eso lo hacía ver más sexy. Llevaba puesto unos jeans desgarrados, con tenis y una playera. Lindo. —Dime que no es un adonis. —Bueno, por esta ocasión no puedo decir que no. Termino de sacar mi libreta de apuntes y el profesor entra a la clase. Y así inicia uno de los días más interesantes hasta ahora. Para cuando estoy en la cafetería con Camila, Alexander, Luis. Vemos llegar a Gustavo y el chico nuevo. —Hola, chicas. Miren a quién he traído. —Cami está a mi lado tratando de sostener su respiración. —Lo hemos encontrado en el deposito de juguetes olvidados —ríen y con ello el chico nuevo. —Me parece que ese fuiste tú, amigo —comenta Luis a Gustavo. —Ustedes siendo unos tontos —ese es Alexander. Se podría decir que Ale, es más dulce e inteligente que los otros dos. —Siéntate con nosotros, Félix. Ellos son unos idiotas, no le hagas caso. —el chico nuevo toma su asiento. —Ellas son Camila y Adeline —alzo la mano en saludo. —Y él es Félix. —Hola, chicas. Gusto en saludar. —le da una mirada a Cami frunciendo el ceño, no paso desapercibido el gesto. Y ella igual le mira estupefacta, quiero pensar que es porque su belleza que la tiene así. —Hola, Félix. Hemos escuchado que eres un mayor, y estás repitiendo el año —Cami Ha salido de su trance y ahora es ella misma. Le doy un codazo a mi amiga por su falta de filtro en la conversación. El chico se remueve incomodo en su asiento. —Si, tuve un accidente el año pasado, lo cual me hizo perder el año. —Debió ser muy grave. —Ahora tiene la atención de todos en la mesa. —Fue un accidente automovilístico. Estuve a punto de perder mis piernas. —siento tensión en la mesa. Así que trato de salvar el momento. —Deberías venir con nosotros el viernes en la noche. —Oh si, es buena idea. Debes venir, —apoya Cami. —Hay un club al que solemos ir a menudo. —Gustavo pasa su brazo dejándolo reposar en su hombro —no te arrepentirás hombre. —el chico asiente con la cabeza. Parece inofensivo.
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