IRISA
Termino de vestir a mi hija que me observa con esos hermosos ojos que me inyectan de vida cada día. Debo disfrutarla al máximo durante el verano ya que decidí retomar mi carrera por lo que mis clases inician en otoño.
Una vez que estamos listas tomo a Mayn en brazos antes de salir de mi habitación, me dirijo al jardín donde se encuentra toda mi familia desayunando, la primera en vernos es Eris quien se pone en pie viniendo hacia nosotras.
- Ahí está mi princesa – habla nuestra muñequita cuando toma en brazos a mi hija yendo a sentarse junto a su esposo mientras yo lo hago junto a mi padre que se encuentra visiblemente tenso.
- ¿pasa algo? – murmuro a solo para que él me escuche haciendo que se vuelva a verme.
- Dentro de un rato llegaran nuestro abogado, Elian y el suyo, Micah y el suyo – frunzo el ceño observándolo y luego a mi madre.
- ¿Qué pasa? – pregunto de nuevo sintiendo que se me eriza la piel.
- La lectura del testamento de Mayner – responde mi madre haciendo que me gire en su dirección.
- ¿testamento? – pregunto sintiendo que los latidos de mi corazón aumentan - ¿Qué testamento?
- Hace dos días a Elian nos contactó un abogado que Mayner contrató – explica papá hablando solo para los dos. – tenía órdenes para leer el testamento un día después del primer aniversario.
Asiento con la cabeza mientras tomo un vaso de zumo de naranja pensando en lo que acaban de decirme y en lo visiblemente tenso que se encuentra mi padre, respiro profundamente viendo directamente a mi hija cuando caigo en cuenta de algo.
- ¿Por qué Micah y su abogado? – inquiero confundida
- Eso lo sabremos en un rato – responde mi madre bebiendo su café.
Respiro profundamente centrándome en mis hermanos y cuñadas quienes hablan de trivialidades, me uno a la conversación dejando de lado lo que mis padres acaban de decir. Observo a mi familia siento plenamente consciente de lo afortunada que soy. No solo mis padres y mis hermanos me demuestran cada día cuando me aman y apoyan, sino que también lo hacen mis cuñadas.
Las observo recordando el momento en el que las conocí. Tanto Viorica como Eris entraron en las vidas de mis hermanos como un torbellino. Sabia como se veia el amor, pero cuando Owen conoció a su esposa vi por primera vez como se veía el amor a primera vista. yo lo había sentido con mi esposo, pero jamás lo había visto y cuando Viorica desafío a mi hermano mayor supe en ese momento que jama habría otra mujer en su vida.
Luego ocurrió lo mismo con Oliver, cuando nuestra muñequita corrió en mi lado cuando lo necesitaba ofreciendo todo de ella sin preguntar o pedir nada. En ese momento no lo vi, pero ahora soy consciente de lo que sucedió aquel día, como Eris se convirtió sin saberlo en el amor de la vida de mi hermano.
- Hola, hola – la alegre voz de Verena me saca de mis pensamientos haciendo que me vuelva a verla.
Mi tercera y última cuñada, porque estoy segura que ninguna otra chica o mujer podrá ocupar el lugar que Viorica, Eris y Verena tienen en nuestra gran familia.
Sonrio genuinamente al ver a la rusa caminar en línea recta hasta donde se encuentra mi hija en brazos de su tía ignorando por completo a Luck quien frunce el ceño molesto.
- Aquí está mi sobrina favorita – dice besando sus mofletes haciéndola reír.
- Es la única que tienes – inquiere Viorica divertida
- Verena – gruñe mi hermano molesto de que la chica que será su esposa lo ignore.
- ¿Qué hiciste? – pregunta Oliver a Luck por lo bajo cuando ella lo hace moverse para sentarse junto a Eris.
Mi tercer hermano solo se encoje de hombros visiblemente molesto mientras sirve un vaso con zumo de naranja poniéndolo frente a la rusa. Todos en la mesa reímos al ver el gesto a lo que Luck nos ignora.
- ¿Dónde está Micah? – pregunta Viorica provocando un cosquilleo en mi pecho al escuchar su nombre.
- Ni me lo recuerdes – resopla Verena molesta haciendo que todos en la mesa nos volvamos a verla ya que no es usual que ella se moleste con su hermano.
- ¿Qué hizo? – pregunta nuestra muñequita en lo que yo bebo un poco de batido favorito.
- Va a casarse – respondo haciendo que Owen se atragante con su café mientras que yo siento como se amarga mi batido por lo que lo dejo en la mesa.
- ¿Qué? – preguntan mis hermanos a la vez.
- ¿Cómo que va a casarse? – inquiere Luck señalando al ruso que se encuentra junto en la puerta del jardín hablando por teléfono. Respiro profundamente tratando de ignorar la molestia que siento en el pecho ante lo que Verena acaba de decir.
Me sirvo un poco de agua tratando de ocultar, en lo más recóndito de mi ser, ese cosquilleo de molestia junto a todo lo demás sentimientos que Micah Korolev ha despertado en mi desde que lo conocí.
Mientras lo observo el recuerdo del momento en que lo vi por primera vez aparece en mi mente. Ese día Owen nos invitó a cenar en Moscú pues quería que conociéramos a alguien. Recuerdo que ese día antes de entrar al restaurante les dije que entraran primero porque quería comprarme un brazalete que había visto en Bvlgari que había visto unos días antes.
Recuerdo no haber tardado más de unos veinte minutos, cuando entré al restaurante recibí un mensaje de mi madre justo cuando estaba llegando al lugar del maître, luego de responder levanté la mirada con la intención de hablar con él hombre y entonces lo vi.
En ese momento sentí que todo a mi alrededor desaparecía dejándolo solo a él en mi campo de visión y no estaba preparada para el impacto que causo en mi interior. Recuerdo que el aire abandono mis pulmones mientras la piel se me erizaba y mi corazón latía con tanta fuerza en mi pecho que temí que todos en el restaurante lo escucharan.
Y entonces, sonrio.
Un intenso aleteo se deslizo desde mi pecho hacia mi estómago donde exploto sintiéndose como miles de mariposas. Algo absurdo ya que mi esposo se encontraba a centímetros de él, por lo que sacudí la cabeza arrastré mis confusas emociones a lo mas profundo de mi ser y me dirigí a la mesa donde estaban mis hermanos junto al ruso que en ese momento no conocía.
Durante la cena ignore toda reacción de mi cuerpo y mente ante la cercanía de su presencia, algo sorprendentemente difícil más aun cuando podía sentir sus ojos sobre mí. Hubo un momento en el que nuestras miradas se encontraron y la intensidad de lo que vi en la suya hizo que un escalofrío me recorriera el cuerpo por lo que aparte la mirada tomando la mano de mi esposo volviendo en su dirección.
Cuando Mayner me observo con la mirada rebosante de amor y adoración con la que siempre me observaba, una fuerte punzada de culpa me atravesó hasta el punto en que tuve que ir al baño antes de romper en llanto.
En aquel momento me sentí la peor persona del mundo, por que ¿reacciona de la forma en la que yo lo hice ante un extraño, cuando tienes un hombre que amas y te ama a tu lado?
Esa noche cuando Mayner y yo estuvimos en la privacidad de nuestra habitación en el ático que Owen compro en Moscú, le confesé lo que había sucedido en mi interior esa noche.
Mientras hablaba mi esposo solo me observa con atención, por un momento creí que lo había decepcionado y estaría furioso, pero cuando termine de hablar tomo mi mano haciendo que me sentara a horcajadas sobre él para que quedáramos frente a frente antes de besarme con autentico amor y me dijo.
Eres el amor de mi vida y te amo más allá de lo que las palabras podrían definir, así como estoy muy seguro de lo mucho que me amas, pero si un día crees que no me amas lo suficiente quiero que seas igual de honesta que esta noche.
Respiro profundamente regresando al presente viendo como Micah se sienta junto a Viorica con mi hija en sus brazos. Mientras los observo recuerdo que después de aquella noche encerré cualquier sentimiento o emoción hacia él en lo más profundo de mi ser y me entregué por completo a Mayner respetándolo y amándolo a él y nuestro matrimonio como lo que siempre ha sido. El amor de mi vida.
- Buenos días – saluda el ruso observándonos mientras una de las empleadas le sirve su comida.
- Felicidades por tu compromiso – dice mi hermano mayor haciéndome fruncir el ceño – ya nos contó Verena que vas a casarte – Micah se vuelve a verme mientras una hermosa sonrisa se forma en sus labios.
- Eso es un hecho del que todos somos conscientes – comenta divertido sin apartar su mirada de la mía.
Siento un intenso aleto en el pecho cuando él me sonríe antes de volver su atención a mi hija en sus brazos. El recuerdo del día de la muerte de mi esposo viene a mi mente haciendo que los ojos se me llenen de lágrimas, el dolor que sentí en el momento en el que su corazón dejo de latir fue intenso y mientras sentía que mi mundo se derrumbaba a mi alrededor fueron sus brazos los que me sostuvieron. No dijo una sola palabra mientras me sostenía con fuerza contra su pecho.
Lo mismo sucedió cuando Mayn nació, en ese momento el dolor por la ausencia de Mayner me destrozo hasta el punto en el que sentí que no podría dar a luz a nuestra hija, pero entonces Micah entro en aquella habitación, tomo mi mano y dijo.
Puedes hacerlo, solo debes aferrarte con fuerza.
- ¿Quién es la afortunada? – pregunta Luck sacándome de mis pensamientos de nuevo.
- Katia Trusova – responde Verena tecleando en su móvil antes de enseñárselo a mi hermano – hija de un importante mandatario ruso…
- No voy a casarme con ella – gruñe Micah.
- ¿Por qué no? – pregunta Luck burlón – es hermosa…
- Luck – riñe nuestro padre mientras yo solo bebo agua en lo que la muñequita cambia de tema.
- Estuve leyendo un libro de romance… - comenta haciendo que todos nos volvamos a verla curiosos.
- Creo que no estás haciendo un bien trabajo – se burla Micah de Oliver haciéndonos reír.
- Idiota
- Lenguaje – riñe mi madre señalando a mi hija.
- Como decía – retoma Eris riendo mientras mi hermano besa su sien – inspirándome o copiándome de este tengo algo que proponerles… - mi cuñada es interrumpida por la llegada del ama de llaves de mis padres.
- Disculpen la interrupción, señores – habla observando a papá – el señor Kepler y los abogados están llegando.
- Llévalos al estudio – habla mamá terminando de beber su café – ya vamos para allá.
- ¿abogados? – preguntan mis hermanos hacia papá que se levanta tomando la mano de su esposa.
- Luego lo hablamos – responde él asiéndome una señal para que vaya con ellos.
- ¿vienes? – pregunto hacia él ruso que asiente con la cabeza poniendo en los brazos de su hermana a mi hija antes de seguirnos. - ¿llamaste a tu abogado? – me vuelvo en su dirección notando que su atención está en mí.
- Debe estar con los demás – responde con una sonrisa que solo aumenta los latidos de mi corazón. - ¿te preocupas por mí?
- No creo que sea algo muy grave – hablo riendo a lo que él asiente con la cabeza - ¿Cuándo es la boda? – inquiero con fingida diversión.
- No escuches a mi hermana – responde riendo – recuerda que la deje caer cuando era una bebé. – empiezo a reír lo que solo aumenta su sonrisa.
Es aterradora la forma en la que me siento cuando estoy a su lado, desde la muerte de mi esposo he estado rodeada de mi familia quienes me han dado todo su amor y apoyo durante todo el proceso de duelo que atravieso. Sin embargo, es el hombre que camina junto a mí con quien me he sentido segura.
Desde el día del accidente ha estado junto a mí en silencio, jamás me ha dicho o insinuado algo que me hiciera sentir incomoda. Aunque ha habido momentos en los que lo atrapado observándome, pero de la forma en la que observas a alguien que aprecias o por quien sientes cariño.
esas miradas robadas estaban rebosantes de sentimientos a los que nunca me atreví a reconocer por miedo a lo que descubriría lo que realmente eran, pero eso no mermo ni un poco el impacto de estas en mi interior.
Salgo de mis pensamientos cuando llegamos al estudio, al entrar reconozco al tío Elian junto a su abogado, los abogados de mis padres y junto a estos otros tres hombres trajeados. Veo que mis padres se dirigen hacia los presentes saludándolos de un apretón de manos mientras Micah cierra la puerta.
- Mi abogado – interviene Micah poniéndose de pie junto a uno de los hombres – Vadim Vladoviz.
- Un gusto conocerlos – saluda el abogado estrechando nuestras manos.
- Mi nombre es Joseph Martin – saluda uno de los dos desconocidos – abogado del señor Mayner Kepler y este – señala al hombre junto a él – es el juez Rick Wells.
- ¿juez? – pregunto observándolos - ¿Por qué necesitamos un juez?
- En unos minutos lo aclararemos, señora Kepler – responde el abogado de mi esposo. – ¿podemos sentarnos?
Todos asentimos con la cabeza mientras mi padre nos guía a la zona en el estudio donde están los sofás donde nos ubicamos excepto el abogado de Mayner y el juez.
- Sé que esto puede ser muy confuso para ustedes – empieza el abogado de mi esposo tomando de su maletín un sobre manila – pero el señor Mayner Kepler vino a buscarme unas semanas antes de su muerte – asiento con la cabeza al igual que los demás mientras nos entrega una hoja – estoy es el certificado firmado y autenticado por dos médicos que confirma el pleno uso de sus facultades médicas y mentales…
- ¿Por qué lo expediría? – pregunta mi madre.
- La última voluntad y testamento del señor Kepler es un poco curiosa, por no hablar de las consecuencias que conlleva – explica a lo que Elian le entrega el certificado a su abogado – el señor Kepler vino a verme consiente de su delicado estado de salud, su decisión de no tratarse y sobre todo del embarazo de su esposa.
- ¿Qué? – pregunto observándolo y luego al tío Elian – ¿lo sabía?
- Fue el primero en notarlo incluso antes que tu – responde a lo que yo cierro los ojos sintiendo el escozor de las lágrimas en estos.
- Dicho esto, procedo a la lectura del testamento… – retoma el abogado mientras yo solo respiro a través del nudo que se acaba de formar en mi garganta.
- Necesito un minuto – pido poniéndome de pie saliendo rápidamente del estudio. Una vez en el pasillo me sostengo con una mano de la pared mientras llevo la otra a mi pecho cuando siento una fuerte punzada de dolor.
Lo sabia
Mayner sabía de mi embarazo y aun así decidió no tratarse, no luchar. Rompo en llanto al darme cuenta que decidió abandonarme, abandonarnos. Si el accidente no hubiera ocurrido igual lo hubiera perdido, pero por su propia decisión.