6. En el hospital

1853 Words
—Olivia, el jefe Ruiz, te llama en su oficina —Indica Rose, la secretaria del director principal, entrando al compartimiento donde trabajan las amigas. Tanto Martina como Olivia se miran extrañadas. —¿Sabes que quiere? ¿Hay algún tipo de problema con el informe que entregué ayer? —No me dijo el motivo, Oli, pero si quieres puedo preguntarle. —¡No! —Replica, Olivia de inmediato. —Iré a hora mismo. Gracias. Rose asiente y se va. —¿Qué querrá el cascarrabias de nuestro jefe? —Martina se levanta de su asiento y mira por la pequeña ventana por donde se ven todas las oficinas, en especial del jefe. —Hace dos años hacemos las prácticas para él y nunca nos ha registrado ni de soslayo. —Espero que no sea nada malo. —No lo será amiga, eres la mejor en lo que haces, porque aceptémoslo, sin ti esta pocilga ya se hubiese ido a la mierda hace tiempo. El administrador no hace nada desde que estás aquí. —No digas eso ni en broma, alguien puede oírte, Tina. Prefiero no tener problemas. Olivia deja sus cosas ordenas y sale hacia la oficina del señor Ruiz con el corazón latiendo a mil. Quiere pensar positivamente, aunque en los últimos días su vida ha sido una completa mierda. Perder este trabajo no está en sus planes. Toca la puerta un par de veces cuando Rose asiente hacia ella para que pase. —¡Adelante! —Oye el pase del otro lado y abre la puerta. —Buenos días, señor Ruiz. ¿Me mandó llamar? El director general la mira con el ceño fruncido, de pies a cabeza. Olivia intenta no ponerse nerviosa ante su escrutinio, pero ya es tarde. Sus mejillas se ponen coloradas al instante. —¿Olivia Jones? Pregunta con la ceja arqueada. Dejan a un lado sus lentes para sacar de su cajón un grupo de carpetas. —Sí, señor Ruiz. ¿En qué puedo ayudarlo? —No sabía que eras asistente de administración cuando te vi por los pasillos. —Su comentario deja pensando a Olivia. —Pero bueno, ya que estás aquí, tengo una nueva propuesta de trabajo para ti y quiero sabes si puedes con ella. —No tengo problema con el trabajo, señor, siempre y cuando me diga de lo que se trata. Olivia mira las carpetas que el señor Ruiz va dejando en la mesa. —Siempre he contratado a personas extras en esta época del año para realizar los inventarios generales por el bajo recurso de la empresa, sin embargo, vi el proyecto que nos presentaste ayer y creo que llegó la hora de contratar a una persona exclusiva para que se encargue de esa sección. El salario será acorde al puesto ¿Está interesada? —Por supuesto que si, señor. —Responde ella, emocionada. —Lo primero, es que lleves esto para que puedas estudiarlo a detalle, así sabrás si puede realmente con el flujo de trabajo. El señor Ruiz pone en sus manos unas carpetas con algunas anotaciones extras para guiarse. —Gracias por la confianza, señor Ruiz. Voy a estudiar esto y mañana mismo le tengo una respuesta. Su jefe asiente y le indica con la mano que ya puede retirarse. Ese día, Olivia no puede de tanta emoción. El salario le viene de maravilla, más ahora que espera un hijo. No es lo que esperaba, pero al menos es un avance para la carrera que está estudiando. Con todos sus folletos en la mano y su laptop llega a la mansión acompañada de Martina. Su madrastra sale al paso. —Así que ahora no solo tenemos que aguantarte a ti, sino también a esta mujerzuela —Gruñe parada en medio de la puerta, impidiendo la entrada. —¡A mí no me insulte, señora! —Martina sale al paso, furiosa, pero Olivia, la detiene del brazo. —Yo no soy tan benevolente como Olivia. —Vino a ayudarme con algunas cosas, estaremos encerradas en mi cuarto, Giulia. No molestaremos a nadie —Defiende, Olivia. —¡Me molestan con el solo hecho de estar aquí, en mi casa! —Grita como una posesa. Toma las cosas que Olivia trae en la mano y las empieza a desbaratar antes de tirarlas al suelo. La laptop también se rompe en pedazos por el impacto, mientas que las hojas rotas empiezan a volar por todas partes. Todo pasa en un abrir y cerrar de ojos. Ni Olivia ni Martina tienen tiempo de reaccionar ante tan bajo ataque. —¡Nooooo! —Olivia forcejea con ella. —No tiene derecho de hacer esto. Son cosas de mi trabajo y la universidad. —¡Me importa una mierda de donde sea! ¡Te odio, maldita perra! ¡Te quiero fuera de mi casa! Olivia no entiende el cambio repentino y tan violento de su madrastra. Martina trata de ayudarla, pero la furia de Giulia es más y termina empujando a Olivia de manera brusca. Su amiga intenta tomarla de la mano, pero termina cayendo igual que ella. La rubia da algunas vueltas en el piso piedra y termina sentada con un golpe fuerte en la cintura que la hace emitir un quejido de dolor. —¡Oli, amiga! —Martina va rápidamente hacia ella, preocupada. Olivia se retuerce del dolor, sin contestar. Su rostro empieza a ponerse pálido y lleno de sudor. Se lleva sus manos a su vientre para amenizar el dolor. —Duele mucho, Tina —Gimotea. Martina toma su celular y llama a emergencias inmediatamente. —Es lo mínimo que te mereces —Giulia se carcajea al verla en el suelo. —Y el comienzo de tu tormento si no te largas de una vez de aquí. En el momento, un auto de último modelo en tono n***o, se estaciona frente a la puerta y Enzo baja raudamente al ver la escena. —Esa mujer la tiró y está lastimada. Necesita ir al hospital, ella está... —dice Martina, pero no continua cuando Olivia la jala de codo. Enzo la toma del suelo y la lleva hasta su auto. Martina sube en el asiento del acompañante con su amiga mientras Enzo maneja a toda velocidad. —Debemos denunciarla, Oli —Dice su amiga. —Esa mujer tenía toda la intención de matarte. Está loca. —Yo me ocuparé de eso luego —Contesta, Enzo desde el volante. —Lo importante es llegar al hospital. Para Olivia lo único importante ahora es su bebé. El bebé que Enzo todavía no sabe que existe. ¿Que le dirá cuando el doctor le informe de su embarazo? Llegan al hospital y ella es atendida en urgencias mientras Enzo y Martina esperan en la sala. —Puedes irte cuando quieras, yo atenderé a mi esposa —La arrogancia de Enzo es algo que Martina no soporta. —Supongo que debes ir a bailar en ese bar de mala muerte. —Pues supones mal, porque no pienso abandonar a mi amiga a su suerte. —Soy su esposo, Martina. ¿Cuándo vas a entender eso? Si se casó conmigo es por algo, ¿No? Yo soy el responsable por ella ahora. —El hecho de que ahora se te dé por hacerte el esposo bueno con ella, quien sabe con qué propósito, no significa que confíe en ti. Lo que le hiciste es imperdonable. —Eso no es asunto tuyo, perrita —Enzo la toma de brazo de manera dolorosa y la acorrala contra la pared. —No voy a permitir que por tu culpa se pierda lo poco que he ganado con ella. ¿O también tú quieres una ración? —¡Estás loco! ¡Suéltame si no quieres que grite! —Martina se zarandea sin éxito. —Estoy hablando muy en serio, Martina. No sigas metiéndole cosas a la cabeza a Olivia porque no respondo con lo que pueda hacerte. Si quieres seguir viéndola, amolda tu boca. Enzo suelta bruscamente a la pelinegra antes de ir por el pasillo. (...) Dentro de la sala, Olivia no ha dejado de llorar. Ya una médica le hizo un chequeo general, pero aún no le han dado respuestas. Teme que le haya pasado algo a su hijo. La puerta se abre y, con el temor que sea Enzo, levanta la cabeza para ver de quien se trata. —Señora Brown —La misma doctora que la atendió hace un rato, entra. Olivia asiente. —Los resultados de la ecografía constatan que su bebe no sufrió ningún daño. Solo tiene una contusión en la cintura que trataremos con analgésicos. Olivia asiente, emocionada. —Por lo general, su salud es bueno. Le recetaré reposo durante unos días y los medicamentos que necesita —Añade la doctora palmeando su hombro para tranquilizarla. Una de las enfermeras le entrega los resultados y las indicaciones. —Su esposo está afuera, nervioso, es mejor que vaya a darle la buena noticia. Olivia la toma de la mano y la detiene. —Aún no sabe que estoy embarazada, doctora, por favor, no le diga nada —dice Olivia. La doctora frunce el ceño al oírla. —Es que quiero darle la sorpresa yo misma y esperaba hacerlo cuando mi bebé tuviera más semanas. Por favor. Finalmente, la doctora sonríe y asiente. Olivia se siente más tranquila. Luego de que Olivia recibe el alta médica, Martina entra y la ayuda a alistarse para salir mientras Enzo paga las cuentas. —¿Por qué tomas este camino? —Pregunta Olivia una vez que entran en la autopista. —Iremos a casa, por supuesto. No pensante que iba a llevarte a la mansión luego de lo que sucedió, ¿Verdad? —Pero yo no... —Lamento decir esto, amiga, pero esta vez Enzo tiene razón —Interrumpe Martina desde la parte trasera. Olivia la mira con la boca abierta. —No puedes volver a ese lugar. Esa mujer está loca, puede intentar lastimarte de nuevo. —Pero mis cosas del trabajo se quedaron ahí, no puedo volver el lunes sin ellos, necesito recuperar todo antes del lunes o el señor Ruiz me va a echar. Necesito el trabajo, Tina. Lloriquea Olivia con mucho pesar. Enzo suspira, frustrado. —¡Yo iré por ellos, pero a ese lugar no vuelves! —Gruñe, Enzo golpeando el volante. Las dos se quedan estáticas al escucharlo. —Esta discusión se termina aquí mismo ¿Entendieron ambas o lo tengo que volver a repetir? Olivia asiente sonando la nariz, mientras que Martina mira a Enzo con cara de pocos amigos. No hay nada que enfurezca más a Enzo que este drama innecesario de su mujer. Desde que salieron del hospital no ha dejado de lloriquear ni un solo segundo llevando su paciencia al mismo límite. Sus manos tiemblan alrededor del volante y en su cuello siente una tensión que lo abruma. No debe desesperar, su objetivo está cerca. «Debo ser paciente» «Debo ser paciente» «Debo ser paciente» Se repite una y otra vez como un mantra mientras maneja. Pronto todo será suyo y se deshará de ella para siempre.
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