—Señor, la camioneta ya está lista —Avisa Roberto desde la puerta a Adrián. —¿Quiere pasar primero por el cementerio? ¿O quiere que lo lleve directo a la oficina? —Iremos al cementerio —Adrián se coloca su saco antes de tomar su maletín y su portátil. Poco tiempo después ya ambos están en camino. Roberto observa a su jefe de vez en cuando por el espejo retrovisor y nota su desazón, aunque prefiere no volver a interferir para no llevarse una buena reprendida de nuevo. Adrián no es un hombre violento, mucho menos un desconsiderado, pero su lucha interna es grave y tal como le sucede a Olivia, debe aprender a sobrellevarla y buscar un balance para que pueda rehacer su vida y ser feliz. La ida de Olivia de esa casa es una oportunidad para ambos, no solo para ella. Los dos tienen mucho que