— Neo, anda ya…— Le imploró por tercera vez Katlyn. Neo estaba decidido a encontrar a Lara ese día, pues sentía que era una verdadera eternidad desde la última vez que la vio. — Por favor. — ¡Aquí, aquí! — Ladraba una y otra vez mientras arrastraba a Katlyn por la ciudad. La chica había quedado muy distraída después de su encuentro con Sam y Olimpia, y se dejó guiar por Neo, caminando sin rumbo fijo. Y ahora, estaban en el centro de la ciudad, y el can se rehusaba a marcharse. La calle estaba atestada de personas, pues era el momento en que varios oficinistas salían para comer algo. Katlyn chocó con varios transeúntes y Neo, agitado y babeando, los hacía moverse aterrados. En algún punto, entre dos calles que Katlyn reconoció como la calle rosada y la calle girasol, Neo levantó las orej