— Bien…— Malena estaba desayunando, y concentrada, dejó de lado el tenedor con el que picaba la fruta y miró a Katlyn, que frente a ella, se mordía el labio nerviosa. — ¿Dijiste que se llama Olimpia? — Sí. — Respondió cabizbaja. — ¿Olimpia qué? — Malena quería saber el apellido. Pero Katlyn ya no lo recordaba. — Ay…— Se devanó los sesos intentado recordar el nombre de aquella chica. — No puedo recordarlo. — Sí de verdad esta coludida con Juliet…— comenzó — Supongo que estamos en verdaderos problemas. La cara de Almendrita fue de verdadero espanto. La seriedad y el rostro inflexible de su nueva amiga, eran tan mortales, que solo la hicieron temblar de pies a cabeza. La idea de que ahora, no solo debía de cuidarse de la madre de Sam, sino además de la muñequita de porcelana, le provoca