Isaac.
Me siento en la entrada de la cabaña, logré palear mucho hielo, sin embargo, me siento molesto. Tengo muy mal presentimiento de esto, la abuela lo sabe todo.
Me pesa llamarla abuela.
Rafael se sienta a mi lado y palmea mi espalda.
Necesito al menos cincuenta millones de dólares para salvar la empresa, el dinero se gana, pero por el problema que causo el imbécil de Rodrigo la mayoría de mis cuentas incluyendo el extranjero están congeladas en este momento.
Solo tengo un plazo de tres meses y eso me preocupa, ahora no solo por mí, Zoé se merece todo económicamente y no quiero que todo esto le cause preocupación por mi culpa.
—Hijo, no quiero ofenderte, pero hice algo y quiero que sepas que ahora somos familia. La familia siempre se apoya en las buenas y en las malas.
—Lo sé, en
