La luna se tiñó de sangre y durante un minuto completo, el mundo espiritual guardó silencio.
¿Por qué?
Un humano había muerto.
¿Y qué?
Cientos de humanos morían cada día, miles semanalmente y al cumplirse un año, la cuenta alcanzaba cifras millonarias, porque mientras miles morían, al mismo tiempo, miles nacían.
Pero esa noche, con el rojo sangriento reflejado en la luna, los espíritus supieron que los hilos que entretejían su realidad se habían torcido. Un humano había muerto y el grito de su alma quedó atrapado en el aire, porque su muerte fue causada por un espíritu.
El mundo nunca volvería a ser el mismo. Al nacer el primer espíritu corrupto, otros seguirían. Por primera vez, los espíritus comprendieron que los deseos humanos estaban a su alcance y que no habría castigo, pues el mundo espiritual aún no lograba entender lo ocurrido.
En ese entendimiento, ese minuto en el que todos los espíritus supieron que su mundo había cambiado, los espíritus reyes tomaron una decisión.
El espíritu corrupto debía morir y con él, el concepto de corrupción.
El héroe elegido fue Jonás, un príncipe arquero, hijo de la concubina del rey de Sinseo, constantemente opacado por su hermano, quien estaba destinado a ser rey, pero con una habilidad que sobresalía más allá de su linaje.
En la noche de su cumpleaños número diecinueve, mientras practicaba su puntería, una luz iluminó la habitación, sus sentidos se alertaron, giró de prisa con el arco en alto y lo que vio, lo dejó cegado.
- Jonás, hijo del rey de Sinseo, tu vida será corta – decretó el espíritu.
Jonás apretó las manos en puños – si me buscaste para decir eso, perdiste tu tiempo, ya lo sé – dio la vuelta y continuó practicando.
- Siendo un hijo ilegítimo, sobresaliste más que tu hermano, el príncipe heredero – decretó el espíritu rey del cielo, mientras caminaba en rededor del campo de entrenamiento – tu padre, ha decidido que serás asesinado en la siguiente embarcación, tu cuerpo será lanzado al mar y nunca será encontrado.
Jonás no falló ni un solo lanzamiento, sin importar la conversación.
- Me intriga, pensar que pudiste tener una larga vida, si tan solo hubieras mantenido la cabeza baja, ¿por qué lo hiciste? – preguntó y apareció de pronto, a dos palmos de distancia del rostro de Jonás.
Él retrocedió, disparó la siguiente flecha hacia el aire y cayó al suelo, la impresión de ver a un espíritu tan de cerca, fue demasiada.
- Dime, ¿por qué?
Jonás tragó saliva, si antes llegó a creer que la visión del espíritu era una alucinación provocada por el alcohol, o que todo era un sueño, después de ver el largo cabello plateado y las túnicas blancas que se movían como si tuvieran vida, entendió que no era una ilusión, esa criatura, realmente era un espíritu – señor, no, espíritu – se quedó sin palabras – lo lamento – se puso de rodillas.
- Responde mi pregunta.
Jonás apretó los dientes – quería vivir, he visto a los bastardos del rey anterior vivir como sirvientes, menos que humanos, a algunos les han cortado lo que los hace hombres – sus manos se apretaron en puños y se llenaron de la tierra que cubría el campo de entrenamiento – y ellos lo aceptaron como un costo por vivir, pero yo no quiero eso, mi vida podrá ser corta, pero será significativa, la viviré con todo lo que tengo.
El espíritu rey del cielo, sonrió – me alegra saberlo. Escucha con atención, en los pantanos se arrastra un espíritu maligno, sufrió una mutación que lo alejó de la espiritualidad y representa un peligro para los seres humanos, un héroe debe derrotarlo y para eso, te hemos elegido a ti.
Jonás casi subió la mirada y de prisa, se corrigió – yo, ¿realmente podré hacerlo?
- En la forma en que estás, no – decretó el espíritu rey – primero, debes ir a la montaña, visitarás al espíritu guardián y le pedirás su piel. Si él acepta dártela, podrás cubrirte con ella, esa piel hará que nadie pueda tocarte. Después irás al desierto, el espíritu del bosque te dará una flecha de madera que proviene del árbol de la vida. Finalmente, irás al abismo y visitarás al espíritu errante de los secretos olvidados, ella te dará un medallón, mientras lo uses, tu presencia será invisible para los espíritus. En cuanto tengas estos tres objetos, sigue este mapa, encuentra al espíritu maligno y elimínalo.
Jonás tomó el trozo de cuero con líneas que a primera vista no comprendía y asintió – si hago lo que me pide, ¿qué ganaré?
- Tendrás el deseo que tu elijas, mientras esté en nuestras manos, todo te será cumplido.
Jonás sonrió. Toda su vida fue una sombra en el castillo y en la vida de su padre, pero esa noche, su vida cambiaría. Hubo recelo, algo tan perfecto provocaba temor, pero si no aceptaba, jamás cambiaría su destino.
La tierra se volvió oscura, la fuente de luz incandescente se había ido y Jonás subió la mirada. Con una gran sonrisa, buscó a su madre.
Ella estaba en su habitación, mirando antiguos obsequios que el rey le dio y que ahora, eran recuerdos llenos de nostalgia.
Las puertas se abrieron, Jonás no esperó a ser anunciado, entró de prisa, tomó las manos de su madre, la abrazó y la cargó.
- Jonás, ¿qué ha sucedido?
Él sonrió – lo conseguiré, esta noche, mamá, ¡no podrás creerlo! – con la emoción, no podía contar la historia correctamente – esto, es el mapa que cambiará nuestras vidas, mamá.
Ella suspiró – hijo, contrólate un poco, ¡sí!, mi cielo.
Jonás asintió y comenzó su historia, estuvo llena de inconsistencias, errores en el orden de los eventos y varios tropiezos, pero después de varios minutos, logró explicarle a su madre la misión que el espíritu rey le había entregado.
- Necesitarás una armadura, dinero para comida, agua y – dijo su madre, su mirada giró hacia la cajonera y no lo pensó dos veces – toma – abrió y sacó todos los regalos que el rey le había dado a lo largo de los años – véndelo y emprende tu viaje.
Jonás besó las manos de su madre y le obedeció. Con el dinero obtenido compró un caballo y mucha carne seca, pero no pagó por una armadura, en su lugar, fue vestido con la ropa que usaba diariamente para engañar a los ladrones de camino y comenzó su travesía.
Su primera parada fue la montaña. Ahí vivía el espíritu guardián con forma de lobo que descansaba en la parte más alta.
Jonás tardó un mes en llegar, en la entrada de la montaña miró los majestuosos árboles y bajó de su caballo.
- El espíritu rey pudo darte los tres objetos que necesitas – dijo su madre, antes de dejarlo ir – esto es una prueba, debes demostrar tu valía y conseguir los tres objetos, hijo, debes ser inteligente.
Pensando en esas palabras, Jonás subió la montaña a pie, no se detuvo para descansar, solo para tomar pequeños tragos de agua, morder un trozo de carne seca y atender sus necesidades, y tras llegar a la parte más alta de la montaña, se puso de rodillas.
Permaneció en esa posición por más de cinco horas, cuando un pequeño lobo se acercó despacio, lo olfateó y puso mucha atención en su cantimplora.
Jonás la destapó y le dio de beber. El lobo se fue y pronto volvieron sus hermanos, Jonás no fue tacaño, les entregó toda el agua que le quedaba y al final, acarició la cabeza de uno de ellos – lo siento, no traje más.
Los lobos se fueron y el espíritu guardián apareció.
- Gran espíritu – lo llamó Jonás y bajó la cabeza.
- El espíritu rey me avisó de tu visita, ¿qué necesitas?, puedo darte el oro de la montaña y serás el hombre más rico y poderoso, o puedo darte los minerales que se ocultan en sus profundidades y tendrás la mejor armadura que este mundo haya visto.
Jonás ocultó su sonrisa – lo que necesito, gran espíritu, es su piel. Me disculpo por hacer una petición tan grande.
- ¿Qué harás con algo tan simple?
- Proteger el mundo espiritual.
El espíritu guardián olfateó a Jonás y sintió el leve olor de la arrogancia, pero el espíritu rey del cielo ya lo había visitado y contrario a sus deseos, le entregó la piel de su espalda y se la entregó.
Jonás se aferró a la piel suave y de color gris, y bajó la cabeza mostrando una gran reverencia – gran espíritu, prometo que usaré su regalo y cumpliré mi misión – se levantó, guardó la piel en la maleta de su espalda y emprendió el viaje de regreso.
El espíritu guardián de la montaña negó con la cabeza – no preguntó cuánto tiempo me tomaría tener una nueva piel, espíritu rey del cielo, tu vista sigue siendo mala.
Jonás viajó por dos largos meses, entró en el desierto y cubierto por la piel del lobo que tomaba diferentes apariencias, llegó a un oasis. Ahí se encontraba el espíritu rey del bosque.
- Gran espíritu – anunció Jonás con la cabeza baja y al segundo siguiente, una flecha fue lanzada muy cerca de su pie. De haber dado un paso, esa flecha le habría atravesado la pierna.
Entre los árboles y palmeras hubo un susurro.
- LARGO.
Jonás comprendió que el espíritu rey del bosque no tenía deseos de probarlo ni de perder el tiempo, le dio lo que necesitaba y con eso era suficiente – gracias, gran espíritu, prometo que usaré esta flecha y protegeré el mundo espiritual – dijo en voz alta y se marchó.
Para llegar al abismo Jonás viajó solo dos meses, pero fue la travesía más larga y pesada, sus reservas de oro casi se agotaban.
- Es peligroso – le dijo el guía que lo llevó a las montañas negras – dicen, que ahí vive un espíritu muy travieso.
- Es probable – dijo Jonás – pero no le tengo miedo – sonrió.
Después de tres días, Jonás comprendió lo que significaba “travieso”, dentro de los riscos, a un paso del mar, el norte se convertía en el sur, el agua subía en lugar de bajar y si se quedaba dormido, despertaba en el borde de un acantilado.
- ¡Ah! – gritó una mañana y escuchó una risa entre el susurro del viento – maldito espíritu, ¡no sabes quién soy!, tengo una misión – le advirtió.
La risa se volvió femenina y muy divertida.
Jonás pasó mucho tiempo pensando en su próximo movimiento, preparó una caña de pescar, tejió una canasta y sentado cerca de la corriente para pescar por horas.
No hizo otra cosa, solo pescar.
El espíritu errante de los secretos olvidados, con su largo cabello rojo y su vestimenta hecha de telarañas, bajó y se asomó para observar al hombre que pescaba, lo encontró divertido y deseó jugarle una broma, primero, tomó un pescado y le dio la habilidad de volar, después, lo dejó caer a la corriente, y al bajar las manos, sus dedos se enredaron con hilos casi invisibles y el espíritu errante Anankeia, quedó colgando dentro de una cueva.
Jonás sonrió y se levantó – sabría que vendrías, así que tú eres el espíritu de los secretos olvidados – la miró – no esperaba que fueras…
- ¿Qué? – reclamó Anankeia.
- Pequeña.
Las mejillas de Anankeia se pusieron rojas y al querer liberarse usando las piernas, su mano se liberó, su pie quedó atrapado y su vestido bajó, dejándola casi desnuda.