Uriel Los días pasaban y con ellos reforzaba más cosas en casa. Habían cámaras en todas partes: en la calle, en la entrada, en el jardín, en la parte trasera, en cada maldito rincón al que miraras. Había instalado sensores de movimiento, que estaban perfectamente colocados en los lugares que serían difíciles de pensar. Puertas y ventanas tenían el triple de las cerraduras que tenían cuando él llegó, pero era la mejor manera de mantener la seguridad de ambos. No habían vuelto a aparecer, no tuvimos más avistamientos de los lobos, pero las veces que salíamos eran demasiado escasas. Algún control médico para Azul, compras al supermercado o visitar a Laurie, quien luego de ese día no paro de frecuentarnos. Laurie no lo admitiría, pero había desarrollado una especie de vinculo hacia Azul