Faith Esto de volver a correr estaba dejándome rendida, no lo hacía desde mucho antes de dejar la manada y claramente mi cuerpo no dejaba de recordármelo. Había hecho solo una carrera de cuarenta minutos, pero el dolor sordo en mis costillas y calambre en mis pantorrillas, lo sentían como si hubiera sido un siglo. Pero la carrera no fue lo más difícil, sino lograr salir de casa. No sabía con detalle que había sucedido, pero hace una semana, luego de mi noche con Jonás, este llegó a casa y pidió hablar con mi padre. Solo puedo imaginar de que fue esa conversación, ya que terminaron saliendo a la calle para evitar que pudiera oírlos. La cosa es que al volver, ambos declararon que lo mejor para mi era no salir. No importaron mis quejas, mis amenazas o el maldito malhumor que me he carga