Me encontraba en la casa de mi papá, apoyada en la encimera de la cocina y comiendo una barra de chocolate con maní mientras esperaba que él llegara.
Había ido a visitarlo ya que tenía varios temas en la cabeza y quizás él, al ser abogado, podía ayudarme.
—Listo, hija. ¿Qué pasó? —dijo mientras entraba a la cocina, haciéndome saltar por la sorpresa.
Lo saludé y tomamos asiento. Él me miraba con gesto preocupado, quizás pensando en que estaba embarazada o algo por el estilo.
—Bueno, papá. Es un tema económico más que nada —noté algo de alivio en su rostro y continué—. Hoy me di cuenta que me devolvieron casi todo el dinero que invertimos en la fiesta. Los dueños del salín se quedaron con unos cinco mil pesos por el tema de que les hice perder un día que podían haber usado con otros, lo
