Capítulo tres

2876 Words
No pude apartar mi mirada de Leo, justo en ese momento no era capaz de reconocerlo, a un lado él cabizbaja se negó a voltear a verme una sola vez, incluso prefirió voltear para observar en dirección contraria a la mía, su mirada se dirigió a la casa antes que a mí. ¿Por qué no me miras? ¿Acaso no puedes oírme? Pido tú ayuda, grito e intento de todo para poder liberarme, entonces ¿porque siento que un vacío inexplicable en mi pecho? ¿Es un sueño verdad? Tiene que serlo, porque el chico que conozco jamás me daría sufrir ninguna sola herida, mi mejor amigo preferiría salir herido antes de yo lo hiciera. —Leo—pronuncio su nombre con una voz casi inaudible, dudo que pueda oírme, no obstante, una parte de mi está segura de que puede escucharme a la perfección, él puede oírme con claridad—Dame una explicación—pido apunto de echarme a llorar frente suyo, en verdad quiero pensar que nada de lo que está sucediendo es verdad, quiero creer que solamente es producto de mi gran imaginación. La esperanza pronto se derrumba, en mi interior yo ya era consciente de que todo era real, más real que las palabras, el cariño y los besos que ellos me daban cada mañana, la explicación que pedía no importaba, cualquier cosa que dijera solamente sería una vaga excusa para librarse de la culpa, nada de lo que saliera de sus labios tendría sentido y mucho menos veracidad, además dijera lo que dijera nada iba a cambiar el hecho de lo que había realizado, su acción ya había sido llevada a cabo, había vendido a su mejor amiga. Todo era cierto, tan real como el aroma desagradable que su sangre me causaba, él me había dejado de lado, me había dado la espalda, ¿desde cuándo? Quizás esto ya estaba en su mente desde el momento en que nos presentaron o talvez en el instante en que le entregue mi confianza sin límite alguno. ¿En verdad soy tú mejor amiga? Al menos dime, ¿me quieres?, ¿me protegías con sinceridad?, ¿Qué tanto acerca de lo que compartimos y vivimos estos años es verdad? Talvez solo fui yo quien se imaginó todo. Quizás si fui yo la única que lo creyó. Intento acercarme a él, quiero que mirándome a los ojos me lo confirme o me lo niegue, sin embargo, él se aleja conforme intento acercarme, es obvio que no quiere tener ningún tipo de contacto conmigo. ¿Qué pasa con los momentos que vivimos, las veces que jugamos en el bosque a las escondidas y las noches que dormimos compartiendo la misma cama? ¿Acaso tú me odias? ¿Por qué me estas abandonando? Tú me prometiste estar conmigo por la eternidad, dijiste que jamás me dejarías, que tendríamos una casa, que viviríamos a lado él uno del otro, tú lo dijiste, tú lo prometiste y, sin embargo, ahora eres tú mismo el que rompe la promesa. ¿Las promesas están hechas para romperse? Mientras se encuentra perdida en sus pensamientos, unos pasos la sacan de estos trayéndola a la dura realidad de la que se niega a creer, un par de palabras frías salen del hombre que durante toda su vida la ha cuidado—Veo que la has atrapado—su forma de hablar es calmada y desinteresada, no parece importarle su nieta—por un momento llegue a pensar que se iba a escapar—las palabras que salen de sus labios, Alba no las entiende, ella desconoce al tipo que solía llamar “abuelo”. ¿Quién eres tú? ¿Dónde está mi abuelo? La persona delante mío con mirada afilada no puede ser mi abuelo, el jamás me miraría mal, mucho menos me miraría con odio o ganas de matarme, me niego a creer que sea mi familia, algo tienen que haberle hecho. El hombre aquí no es parte de mi familia, es un completo extraño. Le miro con cuidado, más al hacerlo solo puedo terminar por desconocerlo mucho más que antes, él no es la misma persona que ayer era, no es el abuelo que me corría detrás de mí con una sonrisa esta mañana. ¿Qué diablos fue lo que sucedió? ¿Dónde quedo la persona que al despertar me dio un beso en la mejilla y me sonrió? *Flashback* Desde que abrí los ojos recuerdo haber visto su silueta, la primera persona a la que pude ver parado frente a mi cuando abrí los ojos fue al abuelo, no recuerdo haber visto a mi madre, igual tampoco pregunte por ella, Roberts como buen abuelo me crio, me enseño los modales y lo fundamental que es la obediencia. No tengo muchos recuerdos en los que no estén ellos presentes, al principio me pareció triste no ver a mi madre, sin embargo, pronto me acostumbre, daba igual si su presencia no existía siempre y cuando ambos estuvieran conmigo. A Leo le conocí por el abuelo, menciono que era hijo de un conde, que tenia cientos de hermanos y cada uno de ellos lo trataba muy mal, me dio pena y como me sentía sola quise conocerle, él no sabe la alegría inmensa que sentí cuando nos conocimos por primera vez, no se imagina lo mucho que estaba entusiasmada. ¿Habrán olvidado que somos familia? La manipulación existe, puede que estén siendo manipulados, porque ninguno haría algo para dañarme. *Fin del flashback* Narradora: El hombre nada conforme con haberle colocado ya los grilletes, igualmente le coloco unos en las manos, sus blancas muñecas pronto se tiñeron de color rojizo, la presión que ejercían estos grilletes eran los causantes, el desconocido temía y como precaución en dado caso que llegara a su adultez hizo esto. —Es un honor hacer tratos con usted—enfatiza el desconocido refiriéndose al mayor, el entusiasmo en su voz se hace notorio, con una pequeña sonrisa coloca su mano derecha detrás del cuello de la pequeña apretándolo levemente—si alguna vez me consigue uno puro, le compensare muy bien, recuérdelo por favor, usted ya tiene mi número—comenta el hombre guiñándole un ojo. El abuelo sonríe y se inclina levemente ante el hombre de manera complacida, detrás de esa sonrisa hay algo que nadie se imagina, sus ojos por un momento se vuelven rojos, pero nadie nota este sutil cambio, ni siquiera son conscientes del leve aire asesino que danza alrededor del lugar. —Así será, téngalo por seguro. La sonrisa del desconocido incrementa, empuja levemente a la pequeña haciéndola caminar entre los árboles para salir del bosque, ha perdido mas tiempo del que pudo haberse imaginado y ahora se encuentra retrasado para la entrega del regalo perfecto para la señorita Camila y su esposo, el señor Álvaro. Cuando Alba y el sujeto se encuentran dándoles la espalda, Leo sostiene la camisa del viejo de manera nerviosa mientras sus ojos siguen cada uno de los movimientos del desconocido—¿Roberts, es lo mejor? —la pregunta del pequeño queda en el aire, esas palabras sacuden la consciencia del viejo por lo que no hay respuesta alguna simplemente se limita a sonreír de manera extraña y a acariciar la cabeza del menor una seguida de otra vez. —No tienes nada de que preocuparte—le susurra en tono bajo luego de algunos minutos, siguiendo al hombre hacia la salida del bosque—La vida es algo que nunca entiendes, a veces la gente toma decisiones que ante la vista de otros parecen malas, pero son las más indicadas y las mas correctas—suelta un suspiro corto y mira hacia adelante—Algún día me vas a entender, de igual manera Alba algún día también lo entenderá—menciona por último mirando a la chica alejarse. La lluvia poco a poco va descendiendo, para el momento en que han llegado a la entrada, ya solamente puede verse unas cuantas chispas de la lluvia que hace unas horas era sumamente intensa. —Roberts, estemos en contacto—pide el hombre mientras coloca más presión en su mano, de tal manera la obliga a subir al interior del auto, cuando esta a punto de entrar, la pequeña voltea con sus ojos color rosas y le mira de manera inocente—¿Por qué me hiciste esto? —Alba quiere escucharlo, desea saber la razón de todo. Su abuelo no responde la pregunta que ella hace, por el contrario ignora este cuestionamiento como si nunca la hubiera hecho, Alba pasa su saliva por su garganta de manera nerviosa y luego muerde sus labios, la sangre escurre en los costados de sus labios ya que se ha estado mordiendo tanto afuera como en el interior de la boca, sus mejillas internas sangran y aun asi no piensa en parar con las lesiones que sus propios colmillos están logrando hacerle, el resentimiento, la decepción pero sobre todo el dolor que en ese momento siente en su pecho se están yendo a través de la herida que se esta provocando asi misma de manera intencional, si tan solo no pudiera sentir, todo seria perfecto, ideal y un completo sueño. Lo que en el fondo ella deseaba, su esperanza era despertar en su habitación y darse cuenta de que todo había sido un horrible sueño con un montón de locuras que nunca pasarían, porque ella es amada por su familia, su abuelo la adora de la misma manera que Leo lo hace. El abuelo, es el hombre más confiable que existe, siempre le acaricia la cabeza cuando hace algo bien, le da cumplidos al resolver grandes problemas y la consciente, por otra parte, Leo al igual que Roberts la abraza, la cuida, se preocupa de sus heridas y por si fuera poco incluso en distintas ocasiones la ayuda a salirse con la suya y poder ser libre por un momento, para poder correr por el bosque, ninguno de ellos le haría daño, la ¿razón? Muy simple ellos son su única familia, no podían hacerle daño. Se lo que estás pensando—la voz del hombre interrumpió sus pensamientos una vez que ambos ya estaban en el interior del auto. … Roberts no pudo responder la pregunta de su pequeña nieta por una razón en especial y esta era porque simplemente no era culpa de ella, la culpa recaía en su madre que se había revolcado con un hombre de otra especie, traicionando al reino, incumpliendo las reglas establecidas desde hace millones de años. Es cierto que existen vampiros convertidos, sin embargo, nunca hubo un vampiro mestizo entre los suyos, ella no iba a ser la primera y por supuesto tampoco existirían otros como la pequeña Alba, esto era una advertencia clara para todos aquellos vampiros que en el futuro pensaran en romper el reglamento. “No hay quien pueda pararse, pisotear las reglas y salir intacto de las consecuencias.” —¿Era necesario? —Leo no pudo dejar de mirar el auto en el que se llevaron a su amiga, la chica a la que había estado cuidando por mucho tiempo—Pudimos esconderla. El semblante frío de Roberts se hizo presente, los ojos rojos de él brillaron con malicia e hicieron que el cuerpo de Leo se doblegara de dolor. No digas estupideces—grito el mayor liberando su poder—Soy el guardián de las reglas y como tal no puedo ser imparcial ante esta situación. ¿Dónde quedaría mi título por semejante acto impuro? A pesar de estar retorciéndose de dolor, Leo se negó a gritar, soporto y soporto hasta que Roberts dejo de utilizar su poder en él. —Lo entiendo, era una situación muy complicada—menciono el menor rodando los ojos sin que Roberts se diera cuenta. Si, la situación sin duda lo era, sin embargo, de haber querido cambiar las cosas pudo haberlo hecho, no obstante, las memorias no le dejaron tomar un mejor camino, la traición de su propia hija hacia lo que él más amaba le daba repugnancia. ¿Como es que la hija de sus ojos cometió tal acto? Le había otorgado lo mejor del mundo, nunca le prohibió nada en absoluto, el único pedido que le hizo fue respetar el clan y fue algo que no hizo, le dejo en vergüenza ante los suyos y la manera de restaurar su título y volver a tener el respeto de los propios fue darle la espalda a alguien que no debió existir. —Volvemos al reino—aviso Roberts dándole la espalda. ... En el interior del auto, el extraño le miro—¿En verdad creíste que ibas a poder esconderte por mucho tiempo? —le pregunto el hombre riendo. No tuvo respuesta de la joven, ella solo se quedó mirando la ventana en un inmenso silencio, después de un largo tiempo la pequeña hablo—Nunca me escondí—respondió sinceramente, Alba nunca mintió, ella siempre decía la verdad, ellos eran como ella, pero entonces porque ella era la única que estaba en esa situación. Obviamente este no le creyo nada—No sé si es una lástima que no seas vampira o una fortuna que no seas uno de esos monstruos, aunque de todas maneras eres uno a medias—el rostro del hombre se llenó de alegría cuando su teléfono comenzó a sonar. Alguien le estaba llamado. *Llamada* —¿Dónde diablos estas, hombre? —menciono una voz enojada desde la otra línea—Álvaro ha estado preguntando por ti desde la mañana. El sujeto soltó una risa forzada. No tienes que preocuparte, con el regalo que le tengo seguro hasta se le olvida este pequeño inconveniente—dijo muy seguro mientras conducía. —El regalo tendrá que ser lo suficientemente bueno de lo contrario estarás de patitas en la calle—advirtió la voz con enojo, parecía estar muy enfadado la otra persona—ya te he cubierto demasiado, no voy a poder hacerlo por mucho tiempo, sino estas aquí en dos putas horas estas MUERTO. ¿Entendido?—pregunto enojada la persona —Lo sé, no hace falta decírmelo dos veces, enserio, te lo juro por mi propia vida, este regalo es lo suficiente bueno como para hacerle al jefe y a la jefa olvidar ese pequeño asunto—aseguro nervioso—No vas a tener ningún problema con ellos. ¿Cuál es el dichoso regalo? EH—cuestiono la persona un tanto intrigada acerca de las palabras del hombre que conducía —Dime, para ver si debo seguir cubriéndote o de plano no me arriesgo. —Vampiro—musito el hombre lo más bajo que pudo. El contacto en la llamada furiosamente estallo—¿UN VAMPIRO? —desde la línea se pudo escuchar cómo se disculpaba con otras personas por haber gritado de esa manera—¿Estas bromeando? ¡No juegues con algo así! —No estoy JUGANDO—elevo la voz en la última palabra—bueno no es un vampiro como tal, es un hibrido, alguna mezcla de un vampiro con otra especie. ¿Sabes lo complicado que fue encontrarlo? Si, si me imagino que lo fue—comento un tanto sarcástico—¿Te aseguraste de ponerle bien los grilletes? —Por supuesto que lo hice. ¿Me crees estúpido? —con enfado respondió—Por qué créeme que no lo soy. Además, soy él más interesado en la recompensa del jefe por este espécimen. El silencio duro menos de minuto Debes darme parte de la recompensa, bastante te he ayudado con esto—hablo la persona nuevamente luego de haber guardado silencio por un momento—Estoy arriesgando mi trabajo por ti, lo justo es que también me toque una parte. —Claro, claro. Entonces hare lo posible por seguir cubriendo tu ausencia hasta que llegues con el hibrido—dicho esto último la llamada fue cortada. *Fin de la llamada* —Maldita sea—grito el hombre aventando el teléfono al asiento trasero del auto—¿Quién diablos se cree que es ese tipo? Se que me está haciendo un favor con el jefe, pero la recompensa debería ser solo mía, hice todo yo solo, como para que de la nada Lorenzo quiera una parte cuando no hizo ni puta madre. —le pego fuertemente al volante. Con el ceño fruncido el hombre siguió conduciendo sin quitar la expresión de fastidio en su cara y la decepción en sus ojos por tener que compartir la recompensa que iba a recibir de parte de su jefe. Dejando atras su enojo volvio a hablar—Mi nombre es Erick—se presentó ante la pequeña—¿y tu nombre cuál es? Alba molesta, fulminándolo con la mirada respondió de mala gana y a secas—Alba. —Para que quieres saberlo de todos modos me harás daño—dijo sin comprender la intención del hombre, este por su parte le afirmo que solo era curiosidad como también le hizo saber que no se equivocaba en su suposición. Erick hablo, por último—No existe gente sin dobles intenciones.— Luego de haber dicho esto, el transcurso del camino se volvió silencioso e incómodo.
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