Sr. Ross

Me encanta pasear por el viñedo al amanecer, adoro como el aire frío acaricia mi rostro mientras camino lentamente. Vago lentamente entre ellos disfrutando de como el olor de las uvas se mezcla con el viento. Mientras camino pienso en los momentos tan felices que tuve en este lugar durante mi vida. Veo que el sol se pone en lo más alto es cuando decido volver a casa donde me espera mi hermano Dan y por la expresión en su rostro sé que algo no está bien. -              Hola Dan – saludo sentándome junto a él y me preocupa lo que vaya a decirme. Hace ya veinte años que murieron nuestros padres, Daniel tuvo que hacerse cargo de mi cuando apenas cumplía yo cuatro años. Nos vinimos a vivir con nuestra abuela a Italia quien nos cuidó hasta que sus fuerzas fallaron y murió. Nos dejó una pequeña herencia además de nuestra educación y conocimiento. Los dos estudiamos administración y economía, pronto mi hermano encontró empleo como directivo en una multinacional mientras que yo me hice cargo del pequeño viñedo que nos heredó nuestra abuela y donde vivimos gran parte de nuestras vidas. -              Nort – comienza a decir mi hermano. Si me llamo Nort Carrington – lo que voy a decir es difícil sobre todo para ti. -              ¿Qué pasa? -              Voy a vender el viñedo – dice como si nada – debemos volver a Nueva York. -              Jamás hemos vivido en Nueva York – digo aún sorprendida. -              Cuando nuestros padres murieron – responde – Nort hay algo que no sabes, nuestros padres se suicidaron. -              ¿Qué? -              Papá hizo un mal negocio el cual nos dejó en la ruina, mamá no resistió la presión de quedar en la calle y una noche se encerró en su cuarto de baño y se cortó las venas. – explica mientras mis ojos se llenan de lágrimas – papá no soporto la presión además de la tristeza se que mamá muriera y dos semanas después se disparó en la sien dejándonos solos. -              ¿Qué fue lo que pasó? -              Hizo negocios con un hombre el cual lo estafó – dice y veo rabia en sus ojos. – es momento de que volvamos por lo nuestro y vengarnos por la muerte de nuestros padres. -              Daniel, no quiero irme -  digo mientras varias lagrimas se escapan de mis ojos – este es mi hogar, todos mis recuerdos están aquí, crecimos aquí, no quiero hacerlo. -              Nort – me dice tomándome de las manos – jamás te he pedido nada, pero necesito que me apoyes en esto. – me observa directo a los ojos haciendo que mis muros caigan. Daniel es mi única familia además de que él siempre ha estado para mí, a cuidado de mi por lo que en este momento soy incapaz de negarme a lo que me pide. Dos meses después estamos aterrizando en el aeropuerto John f. Kennedy, respiro profundamente antes de subirnos al auto que nos llevará a la que será mi nueva vida.