Al entrar a la oficina me sorprendo de la espectacular vista que tiene de la ciudad y más que todo de Central Park, todo está decorado en tonos grises y negros, finalmente está el, enfundado en un traje gris de tres piezas, sus manos dejan ver sus tatuajes haciéndolo lucir como un chico malo, trajo saliva y respiro profundamente para calmarme.
- No esperaba verte tan pronto aquí – me dice poniéndose de pie.
- No me pude resistir a tu ofrecimiento – digo con ironía.
- Me lo imaginaba – dice acercándose a mi mientras el enojo comienza a invadirme el cuerpo, él piensa que soy una interesada – te escucho – dice cerca de mí – sentémonos – toma mi mano para guiarme hasta uno de los sillones que hay en su oficina.
- Me casare contigo – le digo cuando ya nos hemos sentado, lo veo sonreír y eso me enfurece – bajo mis condiciones.
- ¿no fue suficiente lo que te ofrecí?
- No y la verdad quiero que se redacte otro acuerdo – le digo y él sólo sonríe sínico.
- Dime lo que quieres
- Primero quiero que haya un abogado aquí para que redacte el acuerdo y así podamos firmarlo hoy mismo
- ¿tienes prisa por casarte? – me pregunta enarcando una ceja
- No sabes cuanta – respondo sarcástica y él se pone de pie para caminar hasta su escritorio.
- Carlos, que uno de nuestros abogados venga a mi oficina en este instante – dice para después colgar – me puedes decir lo que quieres mientras esperamos.
- No hablaré de eso hasta que no haya un abogado presente, no quiero salir estafada – contesto con sarcasmo y puedo ver brillar en enojo en sus ojos. - ¿Cuándo quieres que nos casemos?
- En una semana – responde y eso me sorprende.
- Me parece bien – digo sin mas
- ¿a qué horas tienes clase? – me pregunta observándome y por lo que sus ojos reflejan, su enojo ha desaparecido.
- En una hora y luego tengo que ir a trabajar – le respondo y él asiente con la cabeza.
- Eres consciente de que no tienes por qué volver a trabajar – me dice haciendo que mi enojo aumente.
- Lo pensaré – digo y ese momento tocan la puerta.
- Señor Wolf, el abogado – dice un joven apareciendo en la puerta.
- Hazlo pasar Carlos – responde Alejandro bruscamente, un momento después entra un señor el cual se sienta en una de las sillas que hay frente al escritorio de Alejandro, este se sienta junto al él y yo me puedo de pie y camino hasta la silla de Alejandro. – y bien te escucho. – me dice Alejandro y yo saco de mi morral el acuerdo que él me dio el día anterior y lo rompo frente a ellos.
- Señor le pido que saque su portátil y redacte lo que hablaremos aquí – pido al abogado y él lo hace – quiero que quede por escrito que no quiero absolutamente nada de Alejandro cuando nos divorciemos – digo dejando al abogado y Alejandro con la boca abierta.
- ¿Estas loca? – me dice Alejandro poniéndose de pie – Martín retirase que debo hablar con ella. – le ordena al abogado y cuando este se está levantando lo detengo.
- Usted no se mueve de aquí – le digo y el abogado vuelve a sentarse – las cosas se harán a mi manera, tú me necesitas yo a ti no, así que siéntate y terminemos con esto de una vez – le digo y él me fulmina con la mirada, pero vuelve a sentarse.
- ¿Qué quieres? – habla de forma mordaz
- Absolutamente nada, en una semana nos casaremos, nuestro matrimonio durará seis meses, después de eso no quiero volver a saber de ti, yo me he matado durante cuatro años estudiando para tener el trabajo de mis sueños y tú no vas a arruinarlo – le digo y el frunce el ceño molesto – además nuestro matrimonio será un secreto.
- Hay te equivocas fiera, nuestro matrimonio será como cualquiera, me acompañarás a eventos, cenas, fiestas y demás, vivirás conmigo, dormirás conmigo y por supuesto tendremos sexo. – me responde de dejándome asombrada. – no quieres dinero, está bien, pero esas son mis condiciones. Tómalo o déjalo. – dice finalmente dejándome sin palabras, respiro profundamente.
- Redacte el documento lo más pronto posible, tengo clase en una hora – les digo para luego salir de la oficina, necesito aire.
ALEJANDRO…
La veo salir como alma que lleva el diablo y sonrió, camino hasta la puerta de mi oficina en busca de Erick.
- Erick, ve con Kendall – ordeno y es que de repente siento que debo protegerla – cualquier cosa te llamo para que la traigas de vuelta – él asiente y va con ella, camino hasta el escritorio de Carlos y le digo. – llama a Tiffany y que me traigan en quince minutos varios anillos de compromiso – le digo y él se sorprende
- Sí señor, ¿algún diseño en especial?
- No, que me traigan opciones – digo y vuelvo a mi oficina donde me espera Martín – comienza a redactar el acuerdo tal como Kendall y yo decidimos.
Luego de redactar el acuerdo Martín se va a imprimirlo para cuando Kendall vuelva, minutos después de que Martín se va entra el representante de Tiffany con el maletín que contiene los anillos.
Elijo uno con un diamante en forma Oval, además de elegir la argolla de matrimonio de ella a juego con el anillo de compromiso y mi argolla la mande hacer. Rápidamente pago los anillos y luego tomó el celular para llamar a Erick y que la traiga de vuelta.
Mientras espero observó el anillo y sonrió con ironía, un día pensé que jamás volvería hacer lo que estoy haciendo ahora. La primera vez que lo hice ella fue quien escogió el anillo, seis millones de dólares costo, después de lo que pasó me di cuenta de que aquel anillo fue sólo una inversión de su parte, pero para ella nunca significó lo que para mí.
- Ya estoy aquí – escucho la dulce voz de Kendall la cual me saca de mis pensamientos.
- Ya está todo listo – le digo pasándole el acuerdo para que lo revise, ella lee atentamente.
- ¿tienes una pluma? – me pregunta y le entregó mi pluma, ella firma el acuerdo y luego me lo entrega para que haga lo mismo.
- Quiero que te mudes hoy mismo a mi apartamento – le digo y ella me observa con los ojos abiertos.
- No puedo, tengo clase y luego voy al trabajo – me dice mordiéndose el labio.
- Dame las llaves de tu apartamento y mando a alguien por tus cosas – le digo y ella se niega.
- Mañana es mi día libre en el trabajo, mañana podemos hacerlo – me dice y yo sonríe.
- Esta bien – le digo y ella sonríe – una última cosa – ella me observa curiosa, tomó la cajita donde descansa el anillo, lo tomó y me acerco hasta ella, tomó su mano tiernamente y deslizó el anillo en su dedo. – nos vemos mañana.