Giro en la cama y siento la parte de Kevin fría y vacía. Abro los ojos con pesar y no está acostado. Debe estar en el baño, más que seguro. Pasan diez minutos y no hay nada de ruido, así que decido levantarme para ver qué pasa. Quizás fue a buscar el desayuno. Me doy una ducha rápida y me visto cómoda para el concurso. El reloj marca las 8:30, así que bajo al restaurante para ver si lo encuentro mientras lo llamo. Directo al buzón. En el restaurante no está y ya comienzo a preocuparme. Voy a recepción, quizás dejó algún mensaje para mí. La señora me mira cuando me acerco al escritorio. —Buen día —digo—. Mm, ¿no vio salir a un muchacho alto, morocho, ojos negros, cara de bueno? —se ríe y siento mi cara roja— Era de la habitación veinte. —Mmm, acá son todos de esas características, per