Capítulo 6

3827 Words
Al finalizar la tarde a pesar de lo sereno y hermoso que parecía la llegada del anochecer. En sus recónditos misterios se veía venir un contraste de eventos desafortunados, dejando como saldo en la espesa obscuridad un desgarrador final con una agria e inconclusa venganza de un sádico hombre amante de las noches cruentas, llevado por el odio. Pero porqué adelantarnos a lo predecible, cuando ha llegado el Sr. Anderson a su mansión, bastante relajado y de un mejor humor luego de pasar un largo y merecido tiempo con su persona favorita. Bajó del auto junto a su chófer y dos guardaespaldas sin darse cuenta de su alrededor por estar metido en su iPhone, no se ha percatado que la camioneta que estaba adelante de ellos y en el cuál viajaban tres de sus escoltas jamás llegó al igual que la que se supone iba detrás, tampoco es tan raro, ya que en ocasiones una se queda en la primer entrada de a la mansión, mientras que la otra rodea la casa reforzando la seguridad. Sin embargo, sí logra darse cuenta de la ausencia de los escoltas que deberían estar en la entrada. —¿Donde carajos se han metido estos imbéciles?. —le cuestiona a los dos guardaespaldas que están detrás de él y quiénes no cuentan con mucha experiencia o al menos nunca se han visto involucrados en lo que implica un verdadero peligro. Pero por las exigencias en las que se vio la agencia de seguridad y con tan poco tiempo, no les quedó de otra que hacer una contratación masiva con solo un hojeo rápido a sus expedientes, sin imaginar lo que sucedería, total, solo se trataba de un millonario asustado que exageraba. —No lo sé señor. Estoy intentando comunicarme pero contestan. —uno de los sujetos presiona el auricular en su oreja como si la señal es lo que estuviera fallando. —Debería regresar al auto no es seguro. Demasiado tarde se percató del riesgo. De repente los ojos del hombre se abren sorpresivos, toca con la manos su pecho, se queda pausado, deteniendo la respiración mientras se asoma un gesto de dolor y sus manos se empapan de su propia sangre y ahora cae desplomado al piso, a la vez que su compañero intenta sacar su arma en tanto localiza de dónde dispararon, pero corrió con la misma suerte luego de que una bala le perforara el cráneo salpicando gotas de sangre en Anderson el cuál se agacha y cubre con sus manos la cabeza. —Levanta el maldito trasero que no morirás aquí. Erick al verse sometido con una arma nueve milímetros y silenciador integrado apuntando su cabeza, obedece. Irguió su cuerpo esbozando una sonrisa ladina de burla y le sostuvo la mira a ese hombre que tenía su vida entre las manos. —¿Cuanto te han ofrecido por mi cabeza? —le pregunta altanero a su chófer. —Cállate imbécil, ya no eres más mi jefe. Dame eso. —le arrebata el teléfono y lo estrella sobre el pavimento. —Yo podría darte una mejor vida si me dejas ir, sé recompensar a quiénes me... —Que te calles dije. —demanda presionando el arma en la sien. —Es muy tarde para que valores mi lealtad, por años estuve a tu servicio sin ningún tipo de reconocimiento, para ti solo soy uno más de tús esclavos. Es por eso que no lo pensé mucho cuándo vi la oportunidad de verte humillado. —tiene presente el día que recurrió a él para pagar el tratamiento quirúrgico de su hija internada en el hospital y el cuál fue muy costoso, sin embargo su ayuda fué nula. Hace dos años de éso pero es un detalle que no puede olvidar dado a qué por la apatía de su ahora exjefe tuvo que hipotecar su casa y pedir préstamos al banco ahogándolo en deudas. Su hija afortunadamente salió adelante pero tuvo que tragar su orgullo y seguir trabajando para él ya qué no podía darse el lujo de quedarse sin trabajo siendo que las deudas no se pagan por si solas y mínimo necesitaría una buena recomendación de su parte para obtener un trabajo con buena paga. —Ja , por favor, ¿yo humillado?. —se burla y lo observa de arriba a bajo despectivo. —En cambio tú jamás dejarás de ser un maldito gato. Te arrepentirás. —Ya veremos. Entra. —lo empuja para entrar a la casa. —Tus manos dónde pueda verlas. —le ordena levantarlas. No hace falta hacerle una revisión más extensa ya que Anderson jamás porta armas, de eso está seguro. Dentro de la casa todo está igual de impecable y sobrio, no se escucha ni un solo ruido, las luces apagadas le da un toque tétrico al lugar a pesar de los lujos y la decoración de buen gusto. Su ex chófer lo lleva a punta de pistola hasta el living dónde lo obliga a arrodillarse. Entonces se da cuenta que no son los únicos en la habitación y sin mirarlo puede asegurar que es la persona que ha planeado todo esto, pero hasta ahora no hay ser humano al que no le haya llegado al precio este caso no debe ser la excepción, llegarán a un buen acuerdo y todo seguirá como siempre, eso creé. —Vete. Dmitry te dirá lo que debes hacer. —ordena con una misteriosa calma. El sujeto hace caso a su nuevo jefe. Al cerrar las puertas de la habitación quedan solo ellos dos, Anderson ha escuchado su acento y se siente confiado sabiendo que rumbo lleva, nada que un buen vino, una charla amena y quizás un fajo de dinero para sellar el trato no puedan solucionar, su labia siempre es buena, lo ha sacado de muchas, se visualizo triunfando, creía estar frente a su nuevo socio del cuál sacaría mucho provecho. —No tenías que llegar a tanto, somos personas razonables. Creo que tú y yo nos podremos entender muy bien. —¿Tú razonable?, eso no parecía hace quince años. —cuestionó Yuri en ese alterado áspero y grave tono de voz. La paciencia se está terminando al igual que la vida de Erick. Congelado en sus pensamientos de inmediato voltea para verlo, sin embargo no hay nada familiar en ese joven rostro que tiene frente a él, esto debe ser una confusión o un maldito chiste de pésimo gusto, creyó. Se levantó del piso y proyecto su peor falsa sonrisa escondiendo en ella su temor de no saber lo que pasa. —No te conozco. —pronuncio bajo aún intentando familiarizarlo ya que no podía quitar su ojos de aquella obscura mirada que desbordaba odio y coraje. —Quizás el asesinato de toda una familia en aquel departamento en Moscú refresque tús recuerdos ya que para mí no son difíciles de olvidar. —abrió con dolor aquellas viejas heridas pero no da más detalles solo lo suficiente. Aún duele a pesar del tiempo, lo crudo que ha sido su vida desde ese momento no es para nada grato. —No sé de qué demonios estás hablando. —Negó —¡Eres un hijo de puta! Esa negación había puesto furioso a Yuri quién ya lo había acorralado. Y de pronto la fuerza de sus manos, Erick las sintió en su cuello, lo estaba dejando sin aliento, la energía del agarré era tal que no podía quitárselo de encima, ese monstruo sediento de sangre lo incitaba a seguir, era su momento. pero eso no era lo que tenía preparado para él, algo así de sencillo jamás podría igualar todo el sufrimiento que él paso, una muerte así de rápida no la merecía, así que cuando se dió cuenta que estaba por asfixiarlo lo soltó dejando caer su cuerpo al piso para patearlo un par de veces en el abdomen dejándolo perturbado y sin aliento, quizás dos o tres costillas rotas pero solo así podía tratar de controlar toda su rabia, el juego apenas comenzaba, la tortura sería despiadada, dolorosa, para saborear de esta venganza y poner ese final que tanto esperó por años. —No soy ningún estúpido, fuiste tú, junto con tu amigo Grayson los que creyeron ingenuamente haber destruido mi vida. Quizás después de todo les deba un favor por qué ahora soy más poderoso que tú y haré contigo algo que ni tus más retorcidos pensamientos lleguen a imaginar. Te arrepentirás tanto de no haberme matado aquél día Anderson. —le manifiesta mientras le pone un pie en la cabeza aplastándola en el piso. Erick recuerda un poco, pero el dolor y la falta de aire aún no lo hacen pensar con claridad, son tantas las maldades que ha hecho qué no es tan fácil tenerlas presente todas, sin embargo aquella tarde en Moscú dónde toda una familia murió con un bala en la cabeza siendo acusado como principal sospechoso el hijo mayor no le costó trabajo, ¿Pero que salió mal?, Un mocoso de catorce años es imposible que salga con vida de una cárcel de ese tipo. Estaba tan sorprendido como con miedo, pero otra patada en el estómago lo hizo despabilarse perdiendo de nuevo el aliento. —Dime hijo de perra ¿Que hizo una inocente niña de ocho años para morir de esa manera? —le da otra patada perdiendo los estribos. Mientras le grita su cabello se ha desordenado y la hiperventilación apenas le da oportunidad de hablar, pero son entendibles sus palabras. —¿Que te había hecho yo? —ahora golpea su rostro con la punta del zapato rompiendo su nariz de dónde comienza a brotar sangre. Vuelve a parar apartando el cabello de su rostro, respirando profundo para recobrar la cordura, la cuál perdió desde que llegó a Atlanta. —Por cierto, tengo a tu mujer y quizás quieras ver lo que hago con ella antes de matarte. —limpia el sudor de la frente con el antebrazo. Luego de sus palabras es interrumpido por uno de sus hombres al que le pareció ver al diablo en persona al abrir las puertas de esa habitación, muy pocas veces lo ha visto así de enojado. —Señor, tenemos que salir de aquí, viene un ejercicio de policías para acá, no sé cómo diablos se enteraron. —Yuri se acerca a él. Debe ser una equivocación lo que está escuchando, no hay nadie en la casa que los pudiera alertar. Entre tanto, Anderson oculta su felicidad detrás de su adolorido cuerpo y rostro. Mientras mataban a sus escoltas él tuvo la oportunidad de activar la alarma integrada en su teléfono, siempre se prepara para toda posible escena, como ahora, que saca sigiloso un pistola sujeta en su pie debajo del pantalón, aprovecha la distracción de su atacante e intenta disparar, pero su acción se ve frustrada por el hombre de Yuri que se adelanta disparándole en tres ocasiones seguidas en su pecho. Antes de que pudiera desactivar el seguro su cuerpo se sacudió violento perdiendo la conciencia casi al instante. —¡¿Que hiciste imbécil.?! —le grita furico. —Él iba a disparar. —explica confundido. —Me importa un carajo, di estrictas indicaciones que ha este hombre nadie le pondría una mano encima. —toma su cabello con ambas manos frustrado por lo sucedido. —El tiempo se agota, es hora de cargar mercancía, la policía nos pisa los talones. —interrumpe Dmitry haciendo referencia a Erick cuando habla de la mercancía, el plan era llevarlo a Rusia dónde Yuri se divertiría con él antes de matarlo. Pero el plan a salido mal, ahora está muerto y no fue por él. Yuri le da una última ligera mirada al cuerpo inerte que se encuentra a unos pasos de él, sus ojos habían quedado medio abiertos y aún en lo opaco de su mirada observó esa maldad tan parecida pero no tan obscura como la de él. Aceptó en su interior que hace quince años ni con toda la ira y rabia que habitaba dentro de él llegó a imaginar ver a ese par de hombres derrotados, muertos. Ésas ideas fueron cambiando poco a poco mientras iba creciendo dentro de la Bratva, dejó de verlo como algo imposible, sin embargo no tenía ningún rastro de su paradero solo aquella viva fotografía del recuerdo de sus rostros de cuándo inyectaron en él la droga y cubrieron con sus huellas el arma homicida. Luego de unos años supo sus nombres al conseguir el expediente de cuando estuvo preso y ahí reflejaba los nombres de Erick Anderson y Noah Grayson (padre de Elizabeth) como testigos, sin embargo no había información sobre ellos, todo era tan misterioso, raro, que llegó a pensar en que había más implicados, pero ahora conociendo la vida de Erick entiende el por qué. —Acaba con este imbécil y larguémonos de aquí. —le ordena saliendo de la habitación. Dmitry, al ver el cuerpo de Erick perforado por las balas tendido en un charco de sangre se lamenta por lo que va hacer. Pega su arma en la cabeza del sujeto y le dispara sin perder más tiempo. Luego alcanza a su jefe subiendo ambos a una camioneta blanca blindada que los esperaba en la entrada de la enorme mansión, mientras las sirenas de las patrullas ya se escuchan más fuerte dándoles una milésimas de segundos para salir sin ser sorprendidos. —No se preocupen yo los sacaré de aquí. —les mencionó el chófer de Anderson. —Se como hacerlo sin que la policía nos huela el trasero. —Eso espero, ahora acelera imbécil. —le ordena Dmitry. Yuri no dice nada permanece en silencio mientras en el asiento trasero, la frustración lo consume por dentro, tuvo una oportunidad única que se esfumó como la pólvora, la muerte de ese hombre no solución nada, le ha dejado un sabor tan amargo en la boca que no sabe cómo suprimir, y por si fuera poco la maldita voz en su cabeza de ese sádico monstruo, le reclama por no haberlo matado cuándo tenía su cuello entre las manos, pero él solo quería que el sufrimiento físico que infligiría fuera un poco, tan solo un poco de todo el daño que provocó en su vida. No obstante el objetivo se cumplió quizás no de la forma en la que Yuri quería, pero que más da, lamentarse por situaciones que pudieron haber sido diferentes y querer aferrarse en querer cambiarlo es de cobardes, débiles, personas sin carácter y él no es así puesto que ahora mismo le da vuelta a la página para centrarse en su nuevo objetivo: Elizabeth Grayson, esa pobre mujer tendrá que pagar aún si fuera inocente, con ella se daría el gusto de arruinarla lentamente. La pregunta es ¿Cómo lo haría? Si uno de sus placeres era ver cómo sufría su enemigo por ello, ahora solo será por el gusto de saber que dañaría a la hija de aquél hombre que lo dañó a él, aunque, hacer pagar justos por pecadores era algo que nunca había hecho. Pestañó un par de veces cuándo escucho que Dmitriy le hablaba. —Bogdanov llamó, necesitaba mandar un cargamento de hachís a España, él hizo la revisión del envío, salió a medía noche de Turquía por el Mediterráneo. —Ahora le entrega el celular. —También verás llamadas y mensajes de la señorita Ivanna, no contesté ninguno, los mensajes siguen sin abrir. El rubio pone los ojos en blanco fastidiado de ésa mujer como si ahorita fuera el momento para estar pensando en ella, no obstante recuerda que no van solos en esa camioneta y con la mirada le da una señal. —No te preocupes este estúpido no entiende ni un carajo nuestro idioma. El chófer siente la mirada de ambos poniéndolo algo incómodo. —No me van a matar ¿Cierto?. —cuestiono titubeante haciendo que el silencio incómodo lo haga tragar grueso. —La palabra de un Ruso jamás se cuestiona. —le responde Dmitry. —Llegando al aeropuerto tendrás lo acordado y seguirás trabajando para nosotros si tú quieres. Y así fue, en cuanto bajaron del vehículo se le fué entregado un maletín con dos millones de dólares. En lo que su acompañante se encargaba de la entrega del dinero y otros asuntos para el despegue, Sennikov se dispuso ir directamente a la habitación ya que no se encontraba de humor para hablar con nadie. Entre tanto, necesitaba de un buen vodka para relajarse, sobrellevar el vuelo y quizás pensar en alguna idea respecto a cómo llevar a cabo la última fase de su venganza ahora que los planes han dado un giro inesperado. Tomó la botella del bar y sin preocupaciones se dejó llevar hasta la recámara, revisando en el trayecto los mensajes tóxicos de Ivanna los cuáles ignora uno a uno, incluyendo esa foto candente que le envío desnuda presumiendo su nuevo cambio de look en el cabello el cuál a cambiado de castaño a rubio claro y él ni lo notó. Guarda el teléfono en la bolsa del pantalón. Al abrir la puerta no puede creer lo que está viendo, esa rabia que ha tenido durante todo el día, la sintió de manera abrupta calentar nuevamente su cuerpo. —¡¿Pero que mierda?!. Azota la puerta destruyendo la cerradura al instante. Furibundo regresa a la estancia donde están sus hombres. Rompió antes en la pared la botella de vodka, sujetó con fuerza en su mano derecha los filosos residuos con los que podría herir de gravedad a alguien y que no dudaba en hacerlo. —¿Quién fue el hijo de puta que lo hizo?. —vocifera en un grito. Dejándolos estupefactos se miran uno al otro. —¿Que hace ésa maldita vieja en mi cama?, Tengan los pantalones para contestar, ahora. —Señor... —Señor mis huevos, contesta sin titubeos. —Fui yo. —contesta Dmitry subiendo al yet después de escuchar dicho escándalo. —Yo di la orden de hacerlo. Después de dar oídos a ésas palabras pellizcó el puente de la nariz cerrando también los ojos para intentar calmarse. —Explícame desde cuándo les damos atención VIP a nuestros enemigos. —habló mordaz. —Por favor Dmitry pareces nuevo. —Ella no es enemigo, solo vela, a su edad que maldad puede haber en ella. Yuri tuvo las ganas de contestar a eso, ya que a esa edad él ya pertenecía a la Bratva y al menos unas diez muertes llevaban su firma, sin embargo se quedó callado y lo dejó continuar. —Además de que tuvimos que utilizar un fuerte sedante, esa niña es una fiera. Luego de que pasó el efecto del anterior despertó en el hotel y por poco le saca un ojo con una lámpara a Alek. (Al mismo que mordió y pateó sus bolas.) Miró al afectado que parece oso panda con un morete cerrando su ojo izquierdo y casi rompe en una carcajada, ¿como puede ser posible que una indefensa mujer le hiciera semejante daño a ése tremendo toro?, guarda sus ganas de reír. Frente a ellos su formal postura de hombre frío e imperturbable es infalible para seguir manteniendo su respeto y miedo. Respira profundo y saca de golpe el aire Deja caer el cuerpo en un sillón, lo reclina ligero hacía atrás, igualmente suelta el trozo de botella al piso, continúa molesto no hay manera de tranquilizarse pero deja claro algo: —Te doy la confianza de tomar decisiones, sin embargo este tipo de iniciativas son irritantes e intolerables, te recomiendo no volverlo hacer o tendré que quedarme sin uno de mis mejores hombres. ¿Quedó claro?. —Sí, señor. —responde Dmitry sin que lo haya hecho sentir mal, conoce muy bien su mal humor y está muy consiente que lo provocó bastante con sus acciones, pero no le importa, Elizabeth tiene la misma edad que tendría ahora su hija y la vio reflejada en ella cuándo observó en sus ojos el pánico del momento en el que la raptaron, por eso está dispuesto en persuadir a Yuri para que desista en hacerle daño. ... Un par de horas después, cuando la curiosidad pudo más que su soberbia y prejuicios, motivado por el alcohol que ha consumido, camina a hurtadillas hacía dónde se encuentra ella, en realidad le importa un carajo que lo vean haciéndolo pero tampoco ve el caso de llamar la atención de los demás. Se detiene en la obscuridad del umbral de la habitación dando un sombrío aspecto, que si Elizabeth estuviera despierta se hubiera desmayado de la impresión. Camina sin prisa sin quitar su mirada expectante en ella, se sentó en un sofá junto a la cama y entonces desvió sus ojos ahora en la cajetilla de cigarrillos sobre el buró recordando también que en el cajón guardaba una licorera con wisky, tomo ambos y antes de encender un cigarrillo ingirió un buen trago raspando su garganta al final por lo fuerte del alcohol. Abrió sus piernas y recargó ahí sus brazos, mientras dió la primer calada a su tabaco dejando de nuevo su mirada en ella. Le parecía hermosa, a pesar de todo incluso al no llevar maquillaje, su rostro le daba la impresión de ser liso como la seda, sin imperfecciones que le daba ganas de acariciar, la recordó en ésa fiesta y como se veía en ese vestido azul, en ese momento el maquillaje la hacía ver unos cinco años mayor, pero ahora admira la naturalidad, juventud e inocencia de aquella mujer. No aguanto más, cuando terminó con el cigarrillo se sentó junto a ella sosteniendo con una mano su licor, y con la que tenía libre tocó con los nudillos su rostro para luego pasar sus dedos entre su cabello, que también era suave y olía a flores, se sintió tan irreal, y él como un loco que se apartó de inmediato, como si hubiese metido la mano al fuego y se quemó. En realidad quiere ocultar que involuntariamente dentro de él, ella se está convirtiendo en una maldita obsesión que se incrusta poco apoco en su cabeza y no podrá sacarla de ahí hasta tenerla, situación que sería fácil si no fuera hija y esposa de sus enemigos, su orgullo está primero y tiene que cumplir su objetivo planteado al menos con ella, está decidido en hacer pagar un justo por un pecador, nunca ha sido un sentimentalista, así que el capricho por esa mujer pasaría rápido y una vez que esté muerta, cualquier zorra le podría quitar las ganas y todo será como antes. Sennikov se encuentra convencido de estar terminado con sus fantasmas del pasado con una represalia justa a la memoria de su familia y de él mismo, por su puesto con sus desperfectos por el escaso tiempo de planeación. Pero quizás esto apenas es el principio del final y las graves consecuencias también caerán sobre él.
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