CAPITULO 27

1659 Words
LEA Su cara de frustración dice mucho de él como por ejemplo que no querria desvelarse por culpa de un bebe. —Te conozco lo suficiente como para saber que un bebe podría arruinar tu rutina perfecta y mas si piensas en las noches de desvelos. —¿Eh? —se queda sorprendido —¿Acaso hablé en voz alta? Ladea una sonrisa que oculta su molestia por lo que dije. —No te preocupes, si llego a estarlo. Abortaré. —¡Qué! —ambos nos llevamos un susto de infarto cuando vimos a la señora Graciela. Entra a la habitación furiosa —Ni siquiera se te ocurra llegar a hacerlo porque lo vas a lamentar. —Señora… —El hecho de que mi hijo sin corazón le aterre otro hijo más, no significa que harán algo que no es aprobado en nuestra familia. —me señala con su bastón —Te aseguro que te hundiré si llegas a asesinar de esa forma tan vil a alguien de nuestro Linaje. Ella se marchó con un disgusto que podría provocarle un infarto a alguien de su edad. Con mis nervios alterados por su amenaza miro al que se supone que debía defenderme de ella, pero solo se quedó en shock y es donde pensé si en verdad son ciertas las palabras que me dijo antes de tener sexo. Se da cuento que quiero estrangularlo por quedarse callado. —Lea.. —Olvidalo. No le volví a dirigirle la palabra mas que por trabajo después de regresar con él a trabajar. Me sentí sola y desprotegida en ese momento que su mama me amenazó, se supone que él es el jefe de la casa y el que pone el orden y no su madre, pero parece que no tiene los pantalones para enfrentarla. —Reyes. —me sobresalto cuando siento una mano sobre mi hombro. Observo a Kail, el Jefe de Marketing —Por tu cara creí que estabas llorando. —No —mis ojos los escudriñan al ver que se sienta frente a mi y come relajado como si fuéramos cercanos —Solo pensaba en mi desastrosa vida. —Supongo que debe ser mas matado ser su asistente mas que su secretaria. “En realidad no hablaba de eso” —Si. —respondo al ver que me mira como si viera que no es eso —Es matadisimo. —Oye, queria invitarte a cenar —¿Una cena? —Claro que no a solas. Todos iremos incluida tus amigas las secretarias de este departamento. “No creo que sea algo conveniente por mi posición” —Aunque no creo que a él le importe en realidad. —murmuro para mi misma —¿Quién? —No nada. —contesto rápidamente —Por cierto, ¿acaso ellas tuvieron que ver en esta invitación?. —Oh no,… —lo observo de forma sospechosa —Ok, bueno un poco. —No te sientas forzado —sonrio para verme amable —Diles que no pudiste encontrarme para librarte de ellas. Me levanto para retirarme, pero me quedo perpleja cuando siento que me toma de la mano. —En realidad yo quiero que vayas. —¿Eh? —Insisto, por favor. He oído mucho de Kail, es un tipo agradable y sociable, estuvo en una relación con una de las ex secretarias que fue sacada de aquí por acostarse con su jefe. Parece que quiere ser amable asi que no pude decirle que no. “Seguramente siente pena por mi” Era la hora de salir asi que tomé mis cosas de prisa porque Kail me envió un texto diciendo que estan esperando afuera. —¿Cuál es la prisa?, Max aun no llega —dijo Abel al verme acelerada por salir —Oye… —Lo siento, pero te iras solo por hoy, me invitaron a cenar mis compañeros de trabajo. —¿A cenar? ¿compañeros de trabajo? —puedo ver que se molestó —¿Desde cuando te llevas tan bien con el personal? —Con algunos, siempre. —No iras. —me detiene —Eres mi esposa y no puedes mezclarte con ellos. Me suelto de su agarre de un jalonaso —Haber. ¿acaso se te olvida que hasta hace poco yo no era tu esposa? Además, hasta ahora, no has dicho nada de lo que somos asi que puedo seguir con mi vida normal en el trabajo. —Sabes que muchos ya lo saben. —Abel —dije cansada —¿Crees que las familias ricas van a reconocerme en medio de tanta gente común y corriente, te aseguro quel 99% de los que me has presentado solo te recuerdan a ti o Violet y no a la esposa simple, común y sin chiste que elegiste. Me tengo que ir. Lo dejé solo en la oficina antes de que pusiera mas peros y excusas. Cuando estaba afuera vi que todos los autos estaban llenos menos el de Kail. Adentro ya se encontraba Claudia quien me grita que me apresure. Al ver hacia el edificio pude ver que Abel me miraba como si quisiera matarme, pero no puede hacer nada con respecto a mi vida personal. Nos reunimos en un hotel algo costoso y me puse a pensar que no traía dinero suficiente para pagar la mitad. Aun no se me quita de la cabeza lo que la madre de Abel me dijo y eso me hizo beber en exceso un poco. Aparte de Kail estaban otros hombres que eran amigos de Kail. Comimos, bebimos y creo que yo en exceso. Una mesera fue llamada por Claudia y ella nos ordena sacar nuestras tarjetas y lo hacemos. Con una sonrisa malvada. —Ahora vamos a elegir quien paga la cuenta. —¡Oye! dijimos que nos dividiríamos la cuenta —se queja una de las chicas y los chicos están de acuerdo menos Kail, el sigue bebiendo asi como yo—Claudia no!... Claudia comienza a mezclar las tajetas en la meza, que se encuentran boca abajo, al ser las tarjetas de pago de la compañía de Abel todos son iguales de la parte trasera. Ella invita a la mesera a tomar una para cobrar la comida y otra por las bebidas, todos le ruegan a la mesera no hacerlo haciendo que se sienta en apuros y lo hace rapidamente. Hace el cobro y dice el nombre Kail y no parece molestarle. Toma otra y cobra y dice el nombre de Claudia haciéndola palidecer y le arrebata el recibe. —¡Mierda, se fue todo mi pago! Todos se burlan y le dan su falso pésame ya que fue su idea y ahora se quedó sin dinero por su loca idea. —O–Oye Kail… —Claudia rodea con su brazo el cuello de Kail —No sientas pena con mi Vicky. Tu dile… me gustas mucho Lea. Siempre me hiciste tener una enorme… ereccion. —No digas estupideces. Se la quita de encima. Los observo porque eso fue algo fuera de lugar. —P–Pero… si es la… verdad. Te mueres… por la dulce… Vicky. —Claudia, no digas tonterías —a diferencia de todos nosotros, él si se encontraba sobrio —No la escuches, esta borracha y no sabe lo que dice. —fuerzo una sonrisa —Sé que no es de mi incumbencia Lea… pero te noto muy extraña desde hace días. —Creeme, si te lo contara, tampoco podrías con ello. —suspiro estresada —Pero debo lidiar con ello por el bien de mi hija. Todo lo que hago, es por su futuro para que ningún imbécil quiera embarazarla a los 15 años. Aaah! Pero te juro que a veces quiero decirle a ese idiota,… que… es un idiota sin corazón… que no tiene… no. Que no piensa en como me siento… para… “Pero diablos estoy diciendo” —Olvidalo… Seguí bebiendo hasta que dije no más, al ver que era tarde, seguía consiente, pero la cabeza me daba vueltas. Todos tomaron un taxi porque uno de los conductores se encontraba ebrio a tal punto que vomitó sobre su otro compañero y cuando haría lo mismo Kail me toma de la mano y me dice que él me llevaría a casa. —No, no, no… —le digo a puras penas tartamudeando —Me ire… en un taxi. —Lea, déjame hacerlo, insisto —le pregunto por qué. —Bueno… es que yo... Pude ver que vio a mis espaldas y frunció el ceño y fue cuando sentí que me tomaron de la cintura y del brazo, tambaleándome inclino mi cabeza hacia arriba y me encuentro con los ojos ambar de Abel. Sonrio y luego me rio quisquillosamente. —Presidente Vlarios. —Asi... es. El Presidente Vlarios. —deletreo todo —El hombre… que es cruel conmigo… no piensa en como me siento ni un poquito. —Victoria, Basta. —dijo él para que dejara de hablar —Hay que irnos. —No se preocupe, presidente —Kail me toma de la muñeca —Yo la llevaré a casa. Aunque estuviera ebria pude ver que estaba muy, pero muy enojado. —No te metas en asuntos ajenos. —Perdón presidente, pero esas palabras aplican para usted también. —¿Qué? —me alejo con torpeza de ellos mientras me como las uñas al ver que estaban discutiendo —¿Enserio acabas de decirme que no me meta en sus asuntos? —Si, su comportamiento esta fuera de lugar, actúa como si usted fuera su esposo. Me pongo frente a Abel al ver que estaba por abrir la boca pero casi me caigo pero él me atrapa. —Shhh… no vayas a… cometer una estupidez. Como siempre, me ignora y vuelve sus ojos sobre Kail, con una sonrisa escalofriante le dice que será mejor que se aleje de mi. —No tiene derecho a decirme eso. —Como su esposo, claro que lo tengo.
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