Emanuel. Corto la pechuga de pollo y la llevo a mi boca con desesperación. Sigo sintiendo el maldito agujero n***o en mi estómago, estoy muerto de hambre. No sé por qué tuve que verla, ni siquiera sé porqué le sostuve la mirada. Aunque ese gemido de placer que emitió al probar su comida, junto con sus ojos cerrados y cómo lamía sus labios con seducción me hizo darme cuenta de algo. Anoche pensé que estaba empezando a ser impotente, porque nada me pasó con el cuerpo de esa tal Mónica, intenté que me pasara algo viendo porno y nada. Sinceramente, estaba asustado, nada podía excitarme... hasta ahora. Ver de esa manera a Merlina me hizo sentir una tremenda puntada en mi entrepierna y cómo una erección se va apoderando de mi cuerpo. Maldita sea, ¿justo ahora tiene que pasarme? La comida m