Después de haber ido con Irina regresó a la oficina donde siguió trabajando, tenía demasiado trabajo acumulado que se le enviaba desde la empresa de Italia. Tener tanto éxito en los negocios a veces era abrumador, el trabajo era de nunca acabar. Llegada la noche se tomó unos minutos para descansar, se quitó su saco, aflojó su corbata y desabotonó su camisa. Recostó su espalda en la silla y cerró los ojos por un momento. Sentía que sus ojos ardían, que su cabeza explotaba y que su espalda no aguantaba ni un momento más ahí. Lo único que venia a su cabeza en ese momento era estar en su cama y dormir por horas, pero le frustraba tanto el saber que aquella fantasía no podía hacerse realidad, no podría simplemente olvidarse del mundo por un momento porque para cuando volviera estaba segur