— Iré a una fiesta con Meli -le digo con ojitos tiernos para que se apiade de mi al verme vestida
— ¿Y a qué hora piensas regresar? - sonríe y sé que he ganado su permiso
— A la hora de siempre - le sonrió
— Solo bromeaba, Meli ya está esperándote –me acerco y le doy un beso- Maneja con cuidado Abigail - cuando mi madre dice mi nombre completo es una advertencia de muerte. Pero ella confía en mí, jamás le he dado razones para no hacerlo.
— Si mamá -grito, saliendo de la casa.
Encuentro a Meli parada en la puerta de mi auto, luciendo un hermoso y sexy vestido rojo bien ajustado.
— ¿A quién vas a seducir? –enarco una ceja
— Ya lo hice –contesta segura, sonriendo con autosuficiencia
Un silbido se escucha y volteamos, André está estacionado frente a nosotras listo para acompañarnos.
— ¿Las llevo? –se ofrece el castaño, luciendo tan bien
— Bueno, pero yo manejo de regreso - le digo avanzando hasta su auto. Meli me sigue haciéndose la difícil y sube en el asiento trasero.
— Melissa ¿vas de cacería? - la recorre con su mirada por el espejo retrovisor
— No es de tu incumbencia -le contesta, con unos movimientos provocadores
Exhalo un suspiro profundo por la “grandiosa” noche a punto de empezar.
***
-Mark-
— ¡Pésimo día! –resoplo indignado– El peor día que se te pudo ocurrir para hacerme esta broma –hablo conmigo mismo, imaginando el rostro de la mujer a quién estoy a punto de matar.
El auto avanza y mis pensamientos solo están enfocados en cómo puedo solucionar este pequeño inconveniente sin un escandaloso anuncio en el diario donde mi intachable reputación, imagen y prestigio se vean afectados por una palabra tan vulgar como cornudo.
— Todo eso se puede ir al diablo –susurro apretando los dientes de coraje
He viajado por más de seis horas metido en un avión y ahora debo perder otras tres horas en el infernal tráfico de la ciudad. Detesto el calor del mediodía como detesto perder el tiempo, el chofer parece comprender mi humor y le sube al aire acondicionado al máximo manejando lo más rápido posible hasta el departamento de Dalila, mi prometida.
Y sin embargo he desperdiciado cinco años de mi vida en una estúpida relación, con quien creí era la mujer perfecta para mí. Le brindé seguridad, amor y respeto ¿Y qué obtuve? Unos malditos cuernos.
No fue muy inteligente de mi parte enamorarme de Dalila, pero ¿Quién elige de quién hacerlo? Es una mujer que se adaptó a mi estilo de vida con facilidad, hermosa, independiente e inteligente. No negaré que su exuberante figura me cautivó de inmediato, sus grandes pechos y ese trasero respingado del que no puedo separar mis manos cuando estamos juntos.
Esa mujer sabe manipularme, seducirme y lograr que yo, un hombre de mundo, me enamorara de ella y le ofreciera todo a sus pies. Viajes, lujos, un nombre y todo lo que lleva encima es por mí.
Y justo cuando el auto se detiene en la puerta principal del edificio mi celular empieza a sonar, el cual apago sin salir del vehículo.
— Estaciónate en otro lugar –ordeno y el chofer acata de inmediato
Me quedo en el lugar hasta ver salir a mi “prometida” junto a su compañero de trabajo, al que hasta ese día consideré gay. “He sido un completo imbécil, me vieron la cara de…”
Mi rostro se torna inexpresivo al tener la mejor solución para acabar con esta farsa. No me humillaría mirando como Dalila se folla al tipo, si ya tengo las pruebas suficientes plasmadas en fotografías.
— Manolo, llévame a la oficina –ordeno y el auto se pone en marcha de inmediato
*
Aprecio el paisaje de la privilegiada vista de mi oficina, tratando de mantener mi mente tranquila. He podido sacar adelante las empresas Klein, puedo superar una insignificante mujer. Aunque duela porque realmente la amo.
La puerta de mi oficina se abre y un preocupado Miguel aparece.
— Dime que no la mataste… -pregunta el rubio acercándose a mi lado– ¿Mark?
— No, no lo hice –me volteo hacia él y lo observo, con el mentón erguido y las manos guardadas en mi pantalón.
Miguel es mi único y mejor amigo de toda la vida, conoce a detalle toda mi vida y sabe perfectamente como ésta situación con Dalila me afecta.
— ¿Terminaste con ella? –niego con la cabeza– ¿Qué piensas hacer?
— ¿Pensar? –enarco una ceja con una mueca de sonrisa fingida– No soy un jovencito para perder mi valioso tiempo con alguien que no vale la pena.
Desde hoy olvidaré aquella estúpida promesa de castidad, de serle fiel por el resto de nuestras vidas al jurarle amor eterno en aquel compromiso. Le pagaré con la misma moneda y triplicada, sentirá lo mismo que yo sentí y como un plus, la despojaré de todo lo que estaba acostumbrada, poco a poco.
— Tu pinta de psicópata me causa escalofríos –se estremece- Te conozco Mark y no te quedarás tan tranquilo –pronuncia preocupado, o cual me hace rodar los ojos por su exageración
— Salgamos a divertirnos esta noche, debo ponerme al día con mi vida nocturna –sonrío en una mueca torcida mientras acomodo mi chaqueta
— Y Dalila…
— Ella ya no existe en mi vida –doy unos ligeros golpes sobre su hombro para tranquilizarlo y avanzo hasta la salida.
— ¿A dónde iremos? –y ahora Miguel está más entusiasmado– el Black Rabbit tiene algunos shows privados…
— Preferiría algo menos privado por ahora, necesito divertirme después de años de abstinencia –le lanzo un guiño y él entiende de inmediato
— Tengo el lugar perfecto, te veo esta noche –asegura y salgo de mi oficina.
El chofer me lleva hasta mi casa, y de solo entrar un fastidio inminente se apodera de mi ser al ver la decoración sofisticada de mi sala.
— Matilde –llamo y la señora mayor aparece regalándome una sonrisa cariñosa- llama a Parker, necesito una remodelación urgente –le hago saber parado en medio del hall
Matilde una mujer en base seis, ha sido parte de mi familia toda una vida, me quiere como si fuese su propio hijo. Con ese toque tranquilo sabe sobrellevar mi fuerte temperamento sin problema y tranquila siempre espera el momento indicado para saber todos mis problemas.
— Joven Mark, su madre llamó para confirmar su asistencia en la cena familiar del viernes –me informa, al ver mis intenciones de subir a mi habitación
“La tan esperada cena” donde anunciaríamos la fecha de nuestro matrimonio y ahora será el momento indicado para decirle a mis padres sobre mis decisiones. Puede que mi madre sufra uno de sus ataques oponiéndose al rompimiento para mantener las apariencias; y mi padre la apoyará hasta calmarla. Mientras mi pequeña hermana disfrutará de las buenas nuevas, jamás le agradó Dalila y ahora le doy la razón, solo era una oportunista.
— Matilde, dile que ahí estaré, “solo” –recalco la última palabra, parado sobre el primer escalón
— ¿Pasó algo con la señorita Dalila? –me analiza como siempre
— Aún no –suelto sin ninguna expresión–, no te explico los motivos si ya debes estar al tanto –exhalo y subo para darme una ducha, la necesito con urgencia.
*
Elijo el audi rojo para llevar al dichoso lugar, un antro con zona exclusiva, de buena atención y de moda, donde se puede encontrar a mujeres hermosas para saciar esta hambre voraz.
Llevo conmigo una sencilla camisa celeste remangada y un pantalón de vestir oscuro, algo no tan formal para la noche que pretendo disfrutar.
Estaciono mi auto y antes de bajar envío un mensaje a Miguel para confirmar su presencia en dicho lugar.
Estoy adentro, sala VIP nº3
Bajo del auto y camino hacía el llamativo letrero de la entrada, sintiendo muchas miradas sobre mí. Me acerco al fortachón cuidando la entrada y pronuncio mi nombre para entrar sin problemas al lugar.
La estruendosa música alborota mi cuerpo, caminando con cierta soltura como si hubiese sido ayer la última noche que pisé estos lugares. Debe ser la antesala de bebidas en el bar de mi casa haciendo efecto.
Alcohol + un hombre dolido =combinación fatal
Debo subir las cortas escaleras iluminadas con pequeños faroles para llegar a las salas exclusivas, las cuales gozan de una vista privilegiada de todo el lugar. Una sonrisa seductora se curva por mis labios y camino en la oscuridad del lugar hasta tropezar con alguien, borrando mi sonrisa de inmediato.
Sujeto a la guapa jovencita y sus azules ojos me miran embelesados, los mismo que me atraen por su forma felina que le otorga el delineado algo imperfecto oculto tras sus largas y risadas pestañas.
Recorro su cuerpo con la mirada, el verde le sienta bien y si fuese más corto y ceñido sería perfecto en su delgado cuerpo. “Quedará en mi imaginación lo que hay detrás de ese vestido” sonrío de lado y la ayudo enderezarse.
— Dis… disculpa –tartamudea y logro entenderle mirando sus pronunciados labios,
“No ha sido tan difícil sentirme atraído por alguien” y mi sonrisa se ensancha al pensarlo. Y sin pensarlo me acerco a ella con la intensión de besarla aunque a último momento me arrepiento al tener un recuerdo de Dalila
“Maldita sea”
— ¿Estás bien? –susurro con voz grave gracias por mis terribles pensamientos. Los cuales olvido al aspirar de su perfume ligero, y el cosquilleo que su descubierto cuello me brinda como paisaje.
Me alejo y la veo asentir mirando mis labios
— Espero verte pronto –susurró y sé que ella entiende. Le regalo una sonrisa seductora acariciando su mano.
No es mi tipo ideal de mujer, pero algo en ella me atrae. Tal vez más tarde la invite a pasar el rato en nuestra sala privada. Y con esa seguridad me retiro hasta donde encontraré a Miguel.
***
- Abi -
Desde que llegamos a la discoteca las cosas no salieron nada bien, no podía distinguir a ninguno de los amigos de Melissa, solo a Jared, quién se veía feliz al vernos llegar.
— ¿Y tus amigos?
André suelta una sonora carcajada y agrega - ¿Le creíste ese cuento?
Miro con incredulidad la cara de niña buena de Meli- Nunca mencioné a mis amigos solo a Jared y ahí lo tienes. Vamos a divertirnos –y de inmediato camina hasta el susodicho.
— Esta noche eres la carnada -susurra André en mi oído avanzando detrás de la rubia y no me queda de otra que seguirlos.
Jared es un chico alto, super buena gente y muy amable. Pelinegro de grandes ojos verdes y aunque no es muy guapo como para llenar las expectativas de la rubia, es lo suficiente como para que ella crea que es el indicado para mí al ser una gran ayuda para sus trabajos.
Pido una margarita y me siento en uno de los banquillos de la barra junto a mi rubia amiga y a Jared, porque al parecer a mi supuesta cita se olvidó lo más importante: yo.
— ¿Bailas? –me invita Jared
— Vamos Abi –interviene Melissa con entusiasmo– diviértete con Jared, este hombre baila espectacular
Tomo mi copa de golpe ante la presión que me impide negarme, dejando a la rubia pegada en el celular. Efectivamente, Jared baila muy bien a tal punto que quisiera corresponderle y dejar de preocuparme por su empalagosa actitud.
Levanto la mirada y noto el rostro de Melissa desprovisto de toda alegría mientras su mano cae con el celular en ella hasta quedar sobre su regazo. Limpia una lágrima y corre hasta los baños.
Me disculpo con Jared para ir tras Melissa de inmediato, o eso intento al chocar contra alguien, el mismo que me ayuda a no caer. Puedo ver al hombre más guapo y encantador parado frente a mí.
Un bochorno se apodera de mi cuerpo al sentir su profunda mirada recorriéndome. Es un hombre como el de mis sueños, con experiencia, irresistible, sexy y seductor... pestañeo un par de veces porque tal vez el alcohol se me subió a la cabeza o el calor está creando alucinaciones en mí.
El fuerte agarre de nuestras manos me lo asegura, el sentir mi cintura ajustada a él me lo corrobora y aspirar de su aroma encantador lo reafirma. Mi piel se eriza y mi cuerpo se tensa…
¡Es real! ¡Es malditamente real!
De cabello n***o, labios definidos, la intensidad de su mirada con esos ojos negros, las facciones rectas de su rostro me provocan un suspiro inconsciente ante su sensualidad.
— Dis… disculpa - digo casi como un susurro y él parece entenderme leyendo mis labios. Su sonrisa se ensancha a un lado y me encanta la seguridad, confianza y hasta cierta arrogancia emanando de su cuerpo
Se acerca y mis ojos se abren de sorpresa, mis mejillas arden por su acercamiento que sin dudar he permitido.
— ¿Estás bien? - su voz grave y varonil me hace temblar. Mis ojos se cierran y aspiro profundamente su aroma aferrando mis dientes a mis labios.
Se separa y solo puedo asentir para confirmarle.
— Espero verte pronto –sus labios tan provocativos me cautivan, me atolondran y no me permiten despegar mi vista de ellos.
Acaricia con la yema de sus dedos mi mano y mi cuerpo vibra al recibir esa sensación como una descarga eléctrica. Su sonrisa arrogante y seductora me hace temblar las piernas, el corazón y hasta las ideas.
Lo veo marcharse y suelto un profundo suspiro contemplando como luce su camisa ceñida a su espalda y remangada de sus fuertes brazos antes de perderse entre la gente y me arrepiento de no haberle preguntado por lo menos su nombre.
No puedo creer que esas tonterías del amor existan y mucho menos puedo creer que he caído en ello con solo un roce.