No había pasado mucho tiempo desde que Charles se recargó en la puerta mirando a su primo vomitar y ese día, fue el turno de Francis de encontrarlo en el suelo del baño, ebrio y desquitándose con el piso como si este tuviera la culpa de todas sus tragedias.
Francis suspiró y lo ayudó a levantarse – la fiesta terminó, hay que irnos.
– No ha terminado – lo empujó – necesito seguir bebiendo.
Francis no lo dejó ir, cargó su peso sobre los hombros y caminó con cuidado, en el camino vio a otro hombre que se dirigía al baño y se sintió avergonzado porque justo en ese momento Charles vomitó.
Francis siempre supo que su vida sería miserable, solo así podía entender que Frankie Anderson lo viera en esas condiciones – yo.
Frankie miró hacia atrás – hay una puerta camino a la cocina, ¿tienes coch
