Pocas personas en la vida del conde Cristián Johansen tenían tanto poder como para soltar una enorme cantidad de dinero, permanecer anónimos y escapar de su investigación. – Lo lamento mucho, mi lady – se disculpó el señor Villón después de entregarle los documentos. Elena entendió que no era culpa suya, la figura detrás del misterioso préstamo fue un factor que no consideró, solo podía culparse por no ser lo bastante precavida – no dejes de investigar y mantenme al tanto. – Por supuesto. Sobre la mesa se hallaban los comprobantes, la deuda de Cristián no solo estaba pagada, sino que los intereses estaban cubiertos y ella era mucho más rica, tal cosa no la hacía feliz, porque habría preferido mil veces perder ese dinero y conseguir el divorcio. – Ese bastardo. No le quedaban socios,