Alicia bajó la cabeza muy apenada – mi lady, lo lamento mucho, el joven Alex vino hace varios días, pero usted estaba enferma, o en la mansión Carsley – se aclaró, incapaz de recordar el día exacto en que se lo encontró – fue mi error, debí avisarle, debí – se mordió el labio por la pena.
De entre las muchas muñecas de porcelana que Elena se encontró, Alicia fue una de las más inesperadas, la joven que solía ser una fiel seguidora de Erika, se convirtió en su aliada y no se equivocaba al pensar que su agradecimiento era honesto, sí no le advirtió de la presencia de Alex, fue porque tenía demasiado en mente y lo olvidó – no es tu culpa, pero no puede volver a repetirse, ese hombre no puede volver a poner un pie dentro del edificio.
– Sí, mi lady.
Muy cerca del ocaso Elena recibió una lla
