Dos

2338 Words
Después de cinco años en los que Artemisa regresó a la ciudad junto con su familia, la niña se había visto envuelta en varios problemas de etiquetas, por lo que su madre se encontraba cansada al no saber qué hacer con ella.  -    ¡Artemisa baja en este mismo instante! - La castaña rodeó sus ojos y cerró la libreta que tenía entre sus manos con fuerza - ¡No quiero volver a repetirlo!  Artemisa dejo a un lado todo lo que estaba utilizando para poder darle el gusto a su madre de bajar a verla. Antes de salir de su habitación, bufó frustrada por todo el estrés que le estaba causando Hera. De dos en dos bajo las escaleras de principales y se adentró al estudio de su madre.  -    ¿Qué es lo que quieres? - Preguntó entre dientes mientras se cruzaba de brazos y la observaba directamente a los ojos - ¿Necesitas algo de mí o simplemente quieres gritarme cómo lo haz estado haciendo durante todo este tiempo? - Le recriminó.  -    Ven para acá y léeme lo que dice aquí - Señaló a su computadora con un semblante completamente serio - Quiero que me lo digas fuerte y claro cuando lo hagas.  -    ¿Y para qué quieres saber lo que dice ahí madre? - Frunció el ceño mientras se acercaba a ella - ¿Tiene algo que ver conmigo o es algo de ti? - Su madre seguía con su semblante serio.  -    Ven ahora y hazlo - Volvió a demandar, por lo que su hija aceptó sin rechistar.  -    Dice que la hija de los Relish... - Entrecerró sus ojos ya que se le dificultaba un poco leer - fue encontrada en otra fiesta clandestina durante esta semana con un chico diferente.  -    ¿Acaso no sabes quienes somos niña? ¿O lo que representamos en esta ciudad? - Artemisa rodeó sus ojos y se encogió de hombros para no darle importancia - Te juro que cuando vuelva tu padre del viaje al que lo mandaron, le contaré todo lo que haces.  -    Mi papá ya lo sabe - Le contestó tajante - No es ningún tonto -  Se detuvo por unos segundos para después verla de arriba a abajo -  Aunque no sé si tu lo seas - Hera abrió sus ojos de par en par ante esa acusación.  Sin dudarlo por un segundo, su madre se paró de donde se encontraba sentada y alzó su mano derecha para darle una cachetada por la forma en la que le estaba contestado, causando que Artemisa moviera su cara a la izquierda por el impacto.  -    ¡Deja de hablarme así! - Alzó su voz con furia - Soy tu madre y me tienes que respetar. No puedo creer el cambio que tuviste de nuestra llegada a la ciudad - Negó al no estar de acuerdo con ello - No sé qué fue lo que te pasó Artemisa.  -    Pues me pasó que tengo una madre que es un dolor de espalda - Musitó con odio por el golpe que le había dado segundos atrás - Ya no quiero estar en esta maldita ciudad, ni rodeada de esta maldita gente tan falsa.  -    ¿Por qué odias tanto a la ciudad que te vio nacer y crecer? - Negó al no estar orgullosa de ella - Aquí tienes a tus amigos - Artemisa frunció el ceño - Atenea, Apolo, el hijo de Agatha y Ares.  -    Ares no es mi amigo - La miró un tanto recelosa - Nadie de ellos madre. Pero eso es algo que tú no entiendes y nunca entenderás - Le dio la espalda para salir de ahí de una vez por todas.  -    No me des la espalda señorita - Musitó aún furiosa con Isa - Quiero que escuches muy atentamente lo que te tengo que decir - La susodicha apretó sus manos en puño y se detuvo un paso antes de salir del lugar - Quiero que salgas de aquí, te disculpes con la prensa y dones a una asociación la cantidad que tu padre y yo te daremos para mejorar tu reputación. -    No necesito mejorarla, no quiero hacerlo - Le contestó en un murmullo - Así que espera sentada a que lo haga madre.  Salió de ahí dejando a su madre con palabras en la boca, causando que se enojara mucho más  por la forma en la que se estaba comportando. Sin esperar a que algo más pasara se regresó a sentarse detrás de su escritorio para poder comenzar a realizar llamadas.  -    ¿Ya viste lo que están diciendo de... - Hera bufó y la detuvo en seco.  -    No necesito que me acuerdes eso Anastasia - Habló tajante - Lo que quiero es arreglar lo que esté pasando con mi hija.  -    ¿Y qué necesitas que hagamos? Recuerda que ya no habla con Atenea, por lo que se me hará un poco difícil saber lo que realmente está pasando con Artemisa.  -    Mi hija está a unos cuantos días de cumplir sus dieciocho años, por lo que necesito que se tranquilice antes de esa fecha — Comenzó a revisar algunos papeles que tenía sobre su escritorio para poder pensar en algo más que en los problemas que la estaban rodeando.  -    ¿Y qué es lo que piensas hacer Hera? Tu sabes muy bien que si te entrometes en la vida de tu hija, no va a resultar muy bien - La susodicha suspiró cansada mientras asentía a lo que le estaba diciendo su amiga — Artemisa es una niña muy especial y muy testaruda, así que no creo que eso sea lo mejor.  -    No me importa Ana, es algo que necesito hacer — Dejó los papeles a un lado de su escritorio para ponerle mucha más atención a Anastasia —  No pienso ceder ante lo que esté pasando en su vida, necesito recuperar a mi hija.  Así que lo haré — Se encogió de hombros al saber que no iba a ceder ante ello.  Mientras las dos amigas hablaban de lo que podrían hacer para regresar a Artemisa, la susodicha se encontraba guardando sus cosas para poder salir de su casa y olvidarse de su madre.  -    ¿Ya sabes lo que va a pasar? - Le preguntó la persona al otro lado de la línea - Mi mamá aún piensa que tú y yo ya no hablamos - Artemisa sonrió de oreja a oreja.  -    Lo sé y tenemos que hacer que sigan pensando en eso - Metió su billetera en la bolsa y suspiró lista para poder salir - Necesito que ya estés afuera con Apolo. No puedo arriesgarme con mi madre.  -    Ya estamos llegando por ti - Musitó mientras observaba la calle en la que estaban - Dice Apolo que si no quieres que tu madre se dé cuenta, debes de estar afuera — El auto dio una pequeña vuelta a la derecha para poder adentrarse al fraccionamiento de la susodicha.  -    ¿Pero en cuánto debo de estar afuera? - Preguntó un tanto interesada en el tiempo que debe de hacer para que su madre no salga a investigar.  -    Necesito que salgas en dos minutos Arte - La susodicha frunció el ceño y bufó ante el apodo que le dijo - No quiero que te regañen.  -    Lo que no quieres es que te regañen a ti Lolo - Apolo sonrió burlón al saber que ese apodo tampoco le gustaba a él - Pero claro, en dos minutos estaré afuera, ya bajo.   Sin dejar esperar mucho a sus amigos tirados abajo, Artemisa bajo de dos en dos las escaleras para poder huir del manicomio que conocía como casa. Una vez estando con sus dos pies tocaron el suelo, su cabeza se movió a sus lados para poder observar si alguien la veía.  -    Excelente - Murmuró por debajo al saber que podía salir de ahí sin ningún problema alguno.  Con su bolsa en mano, comenzó a caminar hacía afuera de la casa, creando que se escuchara un pequeño portazo, lo cuál la hizo preocuparse si es que su madre lo escuchó.  -    Pero vas a tener que decirle a Artemisa que... - Hera frunció su ceño mientras alzaba su mirada.  -    Aguanta Ana - La interrumpió de lo que le estaba diciendo - En la puerta de entrada se escuchó que alguien la cerraba - Anastasia entrecerró sus ojos y negó ante lo que le estaba diciendo su amiga - Iré a ver.  -    No es nada Hera - La intentó tranquilizar - No te preocupes por ese tipo de sonidos amiga, debes de calmarte y tomar en cuenta que tu casa es muy grande, así que cualquier cosa que pase, sonará el doble o triple.  Hera seguía con su ceño fruncido al no estar cómoda con lo que le estaba diciendo su mejor amiga (lo cuál no le ayudaba de mucho para tranquilizarla y hacer que sus nervios volvieran a tranquilizarse).  -    Anastasia... - Intentó colgar la llamada con su amiga, pero la susodicha la detuvo.  -    Ni te atrevas a cortarme la llamada Hera, no fue nada, tu tranquila - Suspiró cansada - Vamos a seguir hablando sobre lo que está pasando con respecto a nuestras hijas, eso es mucho más importante.  -    ¿Y si alguien se metió a la casa? - Anastasia bufó y negó con su cabeza.  -    Viven en una zona altamente segura - Le recordó - Tu esposo las dejó en el mejor residencial de la zona, así que no deberías de preocuparte por ello.  -    Tienes razón - Suspiró un poco más tranquila - Está bien, vamos a seguir hablando sobre el tema que tengo con Artemisa.  Mientras las dos amigas se la pasaron hablando sin parar, sus dos hijas se encontraban saludándose con un muy afectivo abrazo.  -    Ya te extrañaba - Atenea murmuró mientras la sostenía mucho más fuerte en sus brazos - Mi mamá no para de castigarme por cualquier cosita - Rodó sus ojos con fatiga - Así que deja de portarte mal o ya nunca saldré Isa.  -    ¿Qué te puedo decir? - Se encogió de hombros mientras le sonreía de forma burlona - No creo poder hacerlo, pero puedo hacer que mi querida y adorada madre... - Se burló de lo que estaba saliendo de sus labios - hable con la tuya para que se relaje.  -    Oh vaya, ¿cómo no lo pensé antes? - Le sonrió y negó - Anda, sube al coche o tu madre se va a dar cuenta que estás aquí afuera.  Atenea se movió a un lado de ella para poder subirse a la parte trasera del auto y así dejar a su mejor amiga subirse del lado del co-piloto. Una vez arriba de el, Artemisa observó a la persona que estaba manejando y se acercó a darle un fugaz beso en la mejilla.  -    Sigo sin saber el por qué haces que tu madre te regañe tanto - Apolo musitó mientras le sonreía de oreja a oreja - Todo estaría mucho más tranquilo si no estuvieras de pesada con ella - Artemisa bufó y se recargó en el asiento - Lo que si me causa curiosidad es el por qué haces que tu madre piense lo peor de ti cuando salen las noticias de la ciudad.  -    No lo sé - Se encogió de hombros de forma honesta - Creo que es porque no me importa realmente lo que piensa ella de mí - Comenzó a buscar en su bolso un pequeño labial de color rojo matte para poder ponérselo - Pero anda Apolo, necesitamos llegar al lugar.  -    ¿Si sabes que ese lugar es propiedad de mi padre verdad? - Preguntó mientras volvía a prender el motor de su coche - No importa que tardemos en llegar, nos van a dejar entrar.  -    ¿Tu papá sabe que vamos a ir? - Atenea se recargó en los dos asientos que se encontraban enfrente de ellas y los observó a ambos - Para saber si debo de preocuparme o no.  -    No, no lo sabe - Musitó un tanto incómodo - Solo sabe que Ares y yo salimos con unos amigos - Atenea hizo una mueca al escuchar el nombre del gemelo - Así que no se preocupen, mi padre no estará el día de hoy en el lugar.  -    Perfecto - Artemisa sonrió mientras se veía al espejo después de ponerse el labial - Entonces vamos a disfrutar de lo que resta de la noche.  -    Claro que sí - Atenea sonrió mientras asentía con su cabeza - Lo vamos a hacer Isa... - Hizo una pequeña pausa - Aunque esté el hermano de Apolo.  -    Ares no es malo - Musitó el susodicho - Es muy diferente a mí, pero no es malo - Frunció el ceño al pensar en él - No sé por qué ustedes no han intentando hablarle.  -    Yo lo intenté hace cinco años, así que nunca más lo repetiré - Artemis le recordó la vez que los tres se conocieron en la fiesta - Tú hermano es demasiado fastidioso la verdad.  -    Ares estaría furioso si las escucha decir eso - Sonrió mientras negaba - Que bueno que no viene aquí con nosotros. -    Y nunca lo hará - Se encogió de hombros - No le caemos bien a Ares, así que a nosotras tampoco nos cae bien él - Apolo negó mientras intentaba pensar en algo para cambiar de tema - Pero no hablemos de él; mejor hablemos de los caballos que llegarán en una semana.  -    Estoy demasiado emocionada  - Musitó su mejor amiga - Mi padre nos compró a mi hermano y a mí uno para cada uno, así que puedo venir por ustedes en caballo.  -   Apolo, por favor dime que mi mejor amiga no está diciendo tonterías - Cerró sus ojos mientras no se lo creía del todo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD