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Los hermanos Black

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Blurb

Calculadores, efusivos y posesivos son las tres características con las que uno puede diferenciar a un Black. Pero ustedes se preguntarán ¿quienes son "los hermanos Black"?

Dos hombres completamente diferentes en personalidad, pero sencillamente iguales en su aspecto físico es lo que los hace diferentes de cualquier otro. Sus bellezas parecieran haber sido esculpidas por el mismo Zeus, por lo que podían conseguir lo que sea y a quien quisieran sin rechistar. Cada uno juega un rol diferente en la vida de las personas que los rodean, por lo que es crucial el poder diferenciarlos desde el primer instante.

Artemisa Relish ha crecido a lo largo de su vida en una sociedad de la cuál se ha sentido excluida desde el día uno, por lo que nunca se ha visto como una persona diferente a las demás (algo que le puede causar muchos problemas con los gemelos).

La tormenta que llegará a su vida será un suceso indescriptible para ella. Apolo y Ares Black no descansaran hasta lograr obtener lo que quieren, por lo que la pequeña Artemisa deberá intentar salir de ella antes de que sea muy tarde.

¿Estará lista para detener a los hermanos, o cederá ante la pasión y poder que ellos le ofrecen?

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Uno
El tiempo comenzó a detenerse para la pequeña Artemisa. Sus manos comenzaron a sudar y sus pequeños piecitos empezaron a temblar por el nervio que tenía ante lo que podría pasar al otro lado de la puerta. Sin dejar de apretar la mano de su madre con demasiada fuerza, volteó hacía su espalda para poder investigar la forma en la que podría salir de ahí.  -    Ni lo pienses Artemisa - Su madre la observó de reojo al notar lo que estaba pensando en hacer - No vas a volver a correr - Apretó la mano de su hija con mucho más fuerza de la normal - Ya es hora de que te presente ante la sociedad cómo una niña hecha y derecha - Alzó un poco su cabeza para sonreír con orgullo ante lo que estaba pasando al otro lado de la puerta.  -    Pero es que yo no quiero pasar mami - Hizo un puchero con sus labios para intentar salir de ahí  - No me gusta venir a estas fiestas - Se soltó del agarre de su madre para poder cruzar sus brazos.  Su madre se quedó callada por unos segundos mientras pensaba en lo que le podría responder a su hija para poder tranquilizarla y lograr de una u otra forma de que quisiera pasar.  -    ¿Qué es lo que verdaderamente te preocupa? -  Artemisa suspiró cansada mientras comenzaba a mover su pie derecho por la insistencia  y negó con su cabeza para poder ignorar la pregunta - Te estoy haciendo una pregunta Artemisa - Demandó mientras alzaba su voz para captar la atención de su hija.  -    Nadie quiere hablar conmigo - Murmuró por debajo de lo normal - O jugar.  -    ¿Qué nadie quiere hablar contigo? - Hera observó a sus lados para poder observar si no venía nadie y así hincarse enfrente de Artemisa - ¿Y eso a ti qué te afecta mi amor? - Le sonrió de forma cariñosa - ¿Crees que hablar con esos niños es todo lo que importa en estas fiestas? - La niña bajo su mirada hacía sus zapatos.  -    No lo sé - Musitó sonrojada.  -    Pues te diré que no lo es hija mía - Alzó su mano derecha para poder comenzar a peinar su cabello con delicadeza -  Esas personas que están allá adentro... - Señaló a la puerta -  No son nada en nuestra vida, así que no debes de darles importancia alguna. Tú nos tienes a tu padre y a mi para ayudarte a ser feliz.  -    Pero tu te vas a hablar con tus amigos y amigas - Su madre hizo una mueca y asintió al estar de acuerdo con ella - A mí me dejas sola con los demás niños.  -    Yo creo que deberías de volver a intentarlo Isa - Mencionó su apodo - Te prometo que hoy será diferente. Acuérdate que llevas un año sin verlos - La susodicha asintió - Así que todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos.  -    ¿Y si nadie me quiere hablar? - Preguntó de forma cohibida - ¿Puedo estar contigo para no sentirme sola? - Su madre asintió sonriendo de oreja a oreja.  -    Claro que sí puedes - Se volvió a parar y agarró nuevamente la mano de su hija para poder darle un ligero apretón - Te lo prometo.  Artemisa le sonrió un poco nerviosa al no saber lo que verdaderamente podría pasar, por lo que se limitó a asentir. Su madre caminó un par de pasos hacía la puerta para poder darle dos pequeños toques con su mano.  Sin esperar mucho a que les abrieran, en el campo de visión de Artemisa se hicieron a notar dos hombres bien vestidos de pies a cabeza y con una expresión de seriedad completa en su rostro. Hera alzó nuevamente su barbilla para poder dar a conocer la importancia que ella demostraba en el lugar.  -    Bienvenida señorita Hera Relish - Uno de ellos hizo una pequeña reverencia hacía ella -  Y bienvenida Artemisa - Musitó viendo a su hija.  -    Buenas noches jóvenes - Les contestó de forma educada - ¿Podrían hacernos el favor de presentarnos? - Hizo una seña escondida para darles a conocer que era hora de su entrada.  -    Claro que sí - Asintió con su cabeza - Una disculpa.  Ambos se pararon a cada lado de la puerta en una posición recta y comenzaron con la esperada presentación de las mujeres Relish.  -    ¡Les damos la bienvenida a la mujeres Relish! - Todos los presentes voltearon a verlas con sus copas en mano.  Hera volteó su mirada hacía su hija por unos segundos para poder darle a conocer que ya era hora de comenzar a caminar. Artemisa tragó profundo y alzó su mirada hacía enfrente mientras rezaba el no caerse. Mamá e hija comenzaron a caminar hacía el inicio de las escaleras para poder bajar una por una, hasta llegar al final de ellas.  -    Oh pequeña Artemisa - Una de las amigas de su madre se acercó a ellas con una gran sonrisa en su rostro - Estás preciosa - Exclamó feliz - Creciste tanto en un año.  La niña le sonrió de regreso mientras sus mejillas comenzaban a ponerse de un color rojo por el nerviosismo que sentía ante esa efusividad.  -    Querida Hera - Volteó su mirada a su amiga - ¡Qué hermosa te ves! - La susodicha le agradeció con una sonrisa de oreja a oreja.  -     Muchas gracias querida Anastasia - Agarró sus manos entre las suyas - Después de un año sin vernos y sigues igual de radiante.  -    Eres demasiado linda para la sociedad Hera - Le contestó - Todos te extrañamos en la ciudad - Hizo un puchero al recordar el año sin ellas.  -    Nosotros también extrañábamos estar aquí - Artemisa hizo una mueca ante lo que dijo su madre, algo que ella ignoró - Me vas a tener que contar lo que ha pasado durante este tiempo.  -    ¡Claro que sí! - Asintió emocionada - Pero por ahora, necesitamos que se presenten con todos y todas - Hera asintió al estar de acuerdo - Hay nuevas familias en la ciudad, por lo que solo conocen de ustedes por los chismes que se pasan en los cafés.  -    Oh vaya - Asintió mientras se mantenía sería - Pues yo creo que ya es hora de presentarnos - Ambas asintieron - ¿Quiénes son las nuevas familias?  -    Te contaré - Se paró a un lado de ella para poder hablar por debajo - La primera familia y no tan importante es la Spinster, ellos llegaron poco después de que ustedes se fueron, pero ignóralos, es lo que todos nosotros hacemos - Se encogió de hombros.  -    ¿Y por qué tendríamos que ignorarlos? - Preguntó un tanto interesada.  -    Al principio eran personas interesantes, pero después ellos mismos comenzaron a lanzarnos dagas a todos nosotros - Por lo que los hicimos a un lado - Hera asintió - Después está la familia Brown; ellos son un tanto serios al principio, pero terminan siendo agradables.  La mirada de Artemisa se centró en la familia a la cuál le estaban presentando para poder guardar en su cabeza quienes eran. -    Y la última, pero no menos importante... - Sonrió mientras daba una pequeña pausa - Está la familia Black.  -    ¿Y por qué esa sonrisa? - Hera alzó su ceja con burla para poder saber el por qué.  -    Esa familia nada más está compuesta por el padre y sus dos gemelos - Comenzó a hablar - Los tres son los hombres más rectos y cultos que hemos conocido.  -    ¿Y qué pasó con la madre de los dos niños? - Hera frunció el ceño mientras observaba la espalda de la familia - Si es que puedo saber. -    No sabemos muy bien lo que pasó - Entrecerró sus ojos - Llevamos seis meses queriendo conocer su historia, pero nadie la sabe - Hera seguía con su ceño fruncido ante lo raro que sonaba eso - El señor se llama Caesar y sus hijos Apolo y Ares.  Artemisa comenzó a interesarse por los nombres que habían sido mencionados de la boca de Anastasia, por lo que cambió su mirada de una familia a la otra.  -     Ambos tienen dos años más que nuestras hijas, por lo que tienden a no convivir mucho con los niños de aquí - Se encogió de hombros para no darle tanta importancia a ello.  -    Hablando de hijos - Hera observó a su amiga - Artemisa ha querido preguntarte algo desde que llegamos - Soltó la mano que tenía entrelazada con su hija y la puso en su espalda para incitarla a hablar.  -    Mamá - Le reprochó un tanto incómoda, a lo que Anastasia le sonrió.  -    No te preocupes Isa - Musitó la susodicha - Tú pregúntame lo que quieras. soy toda oídos - La niña suspiró un tanto incómoda y asintió.  -    ¿Dónde está Atenea? - Ambas madres sonrieron ante la inocencia de la niña.  -    Atenea se quedó en casa porque se sentía mal, pero yo le diré que preguntaste por ella - Artemisa sonrió y asintió - Mira, si quieres, las voy a presentar a quienes les mencionaba - Hera murmuró un "claro" - Vengan.  Artemisa intentó negar al darse cuenta que iban a presentarle a personas nuevas, pero su madre no la dejó. Las tres caminaron hacía la familia Brown y Black, quienes se encontraban conversando juntos.  -    Buenas noches Agatha - Musitó Anastasia con una sonrisa en su rostro mientras se acercaba a ella - Les vengo a presentar a las muy famosas mujeres Relish - Señaló a las dos mujeres que se encontraban detrás de ella.  -    Por fin tendremos el placer de conocerlas  - Contestó la mujer mientras las observaba - Hemos escuchado hablar mucho de ustedes - Hera asintió.  -    Mucho gusto Agatha - Mencionó el nombre que había dicho su amiga - Ella es mi hija Artemisa y yo soy Hera.  -    ¡Que hermosa niña! - Alzó su voz emocionada, por lo que Artemisa se escondió detrás de su madre - Oh - Se rió - Una disculpa por mi efusividad pequeña, tiendo a ser un poco escandalosa - Le guiñó un ojo.  -    Anda Isa, saluda - Volvió a empujar a su hija para que dejara a un lado la pena.  -    Buenas noches - Mencionó cuando ya estaba enfrente de Agatha - Soy Artemisa - La susodicha le sonrió con cariño.  -    Yo sé que mi hijo y tú se van a llevar muy bien - Isa frunció el ceño  ante eso - El día de hoy no pudo venir, pero por el momento déjame presentarte a la familia Black.  Al escuchar el apellido de la boca de Agatha, todo el cuerpo de Artemisa tembló ante un miedo irracional que estaba sintiendo en esos momentos.  -    Ellos son Apolo y Ares - Señaló a los dos muchachos que se encontraban a un lado de su padre - Ambos tienen catorce años - Agregó - La edad de mi hijo - Sonrió orgullosa ante la mención de su hijo.  -    Mi Artemisa tiene doce años - Musitó Hera acercándose a ellas - Buenas noches - Habló hacía el padre de los niños.  -    Ceaser - Se presentó serio - Un gusto.  -    El gusto es todo nuestro - Hera asintió mientras agarraba a su hija de la mano - Si quieren podemos hablar entre nosotros para poder dejar a nuestros hijos hablar.  Tanto Ceaser como Agatha y Anastasia asintieron ante esa idea, por lo que dejaron a los niños a su suerte mientras comenzaban a hablar a unos cuantos centímetros de ellos.  Artemisa observó a su madre un poco seria por dar esa idea. ¿Qué era lo que pensaba al hacer y decir eso? Ella sabía que su hija no quería estar sola y mucho menos con personas que no conocía.  -    ¿Te llamas Artemisa? - Uno de los gemelos comenzó a hablar mientras la miraba atentamente.  -    Si - Asintió un tanto nerviosa - ¿Ustedes? - Uno de los gemelos frunció el ceño ante la pregunta.  -    ¿No escuchaste que nos llamamos Apolo y Ares? - Musitó un tanto enojado - Que despistada eres niña.  -    No, no, es solo que no sabía... - Comenzó a hablar nerviosa.  -    No le hagas eso - El primer gemelo rodó sus ojos - Yo soy Apolo y él es Ares - Señaló a su hermano que comenzó a hablar de una forma despectiva.  -    Patéticos - Ares bufó y comenzó a caminar hacía donde se encontraban los demás niños del salón.  Artemisa se mordió el labio para no llorar de la impotencia que le causó el escucharle hablar así.  -    Hey - Apolo la observó y se preocupó - No le hagas caso a mi hermano, te pido una disculpa por él - La niña asintió -  ¿Vas a ir a la escuela con nosotros?  -    Creo que sí - Contestó un poco incómoda.  -    Perfecto Artemisa - Sonrió de oreja a oreja - Presiento que seremos grandes amigos. 

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