Amada por el loboUpdated at Jun 21, 2025, 12:14
Desde la primera vez que lo vi, supe que Dominic no era como los demás. Había algo en su forma de moverse, en la manera en que habitaba el espacio, que lo volvía imposible de ignorar. Era control, poder, y una sombra latente contenida en un cuerpo que no pedía permiso para hacerse notar. Pero fue su mirada la que lo cambió todo. Una mirada capaz de desarmarme, de arrastrarme hacia una verdad que ni siquiera entendía. Porque Dominic no me miraba como se mira a alguien más. Me miraba como si me conociera desde antes, como si cada parte de mí le perteneciera desde el inicio. Y aún sin saber quién era ni lo que su mundo representaba, algo dentro de mí ya estaba marcado.
Era apenas una niña cuando él se cruzó en mi camino por primera vez. Yo no sabía su nombre, ni el peso que su apellido tenía entre los de su especie. No sabía que estaba frente a uno de los próximos y más letales Alphas del continente, ni que, en ese instante, él sintió algo por mí que jamás había sentido por nadie: miedo. Miedo de perderme. Miedo de que algo pudiera alcanzarme antes de que él pudiera protegerme. Y aunque mi memoria guardó ese momento como un eco difuso, supe —años después— que ese fue el principio de todo.
El tiempo pasó. Aprendí a caminar entre secretos, a convivir con lo inexplicable. A mis quince años, ya sabía que el mundo no era como nos lo enseñaban. Que había cosas al acecho, respirando justo al lado de nuestra cotidianidad. Dejé de pensar en esos ojos azules que me habían salvado una tarde, creyendo que tal vez fue una fantasía de la infancia, un invento de la mente para escapar de la realidad. Pero las cosas verdaderas no desaparecen. Solo se esconden… hasta que es tiempo de volver.
Ahora estoy a punto de cumplir dieciocho. He cambiado. Mi cuerpo. Mis pensamientos. Mis heridas. Y con ese cambio, algo más ha regresado. Él. Dominic. Ya no como una presencia lejana, sino como un hombre que ha venido a reclamar lo que, según él, siempre fue suyo. No vino con promesas dulces ni con explicaciones. Llegó con el peso del destino entre los hombros y una verdad que duele: yo le pertenezco. Siempre le pertenecí. Y no tiene intención alguna de volver a marcharse.
Dominic no es humano. Ni pretende serlo. Es parte de un mundo donde la sangre habla, donde el vínculo es más fuerte que el consentimiento. Donde ser elegida por un Alfa significa más que una historia de amor: significa entrega, destino, peligro… y una transformación inevitable. Dice que fui marcada. Que hay un lazo entre nosotros que ni la distancia, ni los años, ni mi voluntad pueden romper. Y aunque todo dentro de mí debería correr en dirección contraria… no lo hago.
Porque parte de mí también lo recuerda.
-Siempre fuiste, eres y serás Amada por el lobo.