Ares a regañadientes agarró ambas botellas y se acercó a donde se encontraba su hermano y Atenea para poder dejarlas ahí y regresarse con Artemisa. — ¿Por qué tienes esa cara larga Ares? — Apolo comenzó a jugar con él al saber que el mal humor que traía era por su culpa. — Ni te atrevas a hablarme Apolo — Alzó su mano derecha y lo señaló sin pudor alguno — Cuídate la espalda hermano, porque te juro que no te la vas a acabar si haces algo de lo cuál te puedes arrepentir. — Créeme que a mí no me va a importar mucho hacerte enojar — Se encogió de hombros — Pero ahorita si te pediré que nos dejes a Atenea y a mí por favor, necesitamos servir el vino. Atenea observó a Ares un tanto incómoda por lo que estaba pasando entre los dos. Ella se encontraba en una posición la cuál no quería met

