CAPITULO 3

3378 Words
Los días pasaron con rapidez, Alex hacia como que preparaba las cosas para irse a la ciudad con Bruno. La idea de alejarla era para que finalmente pudiese disfrutar de su cumpleaños por una vez en mucho tiempo, pero Alex tenía otros planes, ya le informaría a su abuela que no podría partir por la visita de su futuro comprador. Lo que menos deseaba era alejarse de ese lugar que era su único refugio, la hacienda se había convertido en todo su mundo, para ella no había y tampoco le importaba lo que hubiera más allá de las extensas hectáreas de tierra que pertenecían a su familia desde hacía mucho tiempo. Para variar esa noche tampoco pudo dormir, las noches se ponían cada vez peor conforme se acercaba su cumpleaños y la pesadilla era cada vez más vivida. Se despertó sudorosa en medio de la noche, estaba agotada y le dolía el cuerpo como si todo aquello hubiese ocurrido apenas unos minutos, pero sobre todo le dolía el corazón y el alma. - Cuando acabara esta pesadilla dios mío, ya no puedo más – sollozo -  ayúdame por favor señor – Alex le hablaba a la imagen de Jesús que siempre la había acompañado desde que era pequeña. Perfectamente sabía que podría volver a conciliar el sueño, por lo que no intento volverse a dormir. De pronto cayó en cuenta que Drako no estaba en la habitación con ella y se sorprendió, él nunca la dejaba sola y menos de noche, así lo había criado y el perro le era sumamente fiel. Se colocó el salto de cama y bajo la escalera dispuesta a buscarlo en el piso inferior de la casa, estaba casi amaneciendo cuando se decidió a salir a buscarlo fuera, tal vez hubiese tenido la necesidad de salir y por eso no estaba en su recamara. Con esa idea se dirigió a las caballerizas con la certeza de que lo encontraría en el lugar que solía usar para hacer sus necesidades.   Para su sorpresa se encontró con que Drako estaba amarrado al final de las caballerizas, cuando este la vio alzo las orejas poniéndose alerta, aún estaba oscuro pero el animal al reconocer el olor de su ama bajo la guardia, los ojos le brillaron de felicidad al verla y se limitó a lamerle las manos cuando Alex comenzó a desatarlo. De pronto Alex sintió la presencia de alguien más y se volvió tan rápidamente que casi llego a caerse, pero una mano fuerte la sostuvo tomándola por los brazos, instantáneamente Alex se puso tensa y se le erizo la piel mientras soltaba un grito ahogado. Las pupilas se le dilataron e inmediatamente sufrió un ataque de pánico, sintió la adrenalina entrar en su torrente sanguíneo, lo que causo que el corazón le bombeara la sangre más rápido, esta fue recibida por todos sus músculos y de inmediato aumentaron sus habilidades de correr rápido e incrementar la fuerza de sus brazos.  Su cerebro también recibió más sangre y se activó la orden para aumentar su habilidad de respuesta a la emergencia. Le tomo solo unos segundos desde el momento en que su cerebro mando la señal de auxilio hasta que su cuerpo estuvo lleno de adrenalina, en ese periodo sintió su corazón latir con mayor fuerza y la sangre fluir por todo su cuerpo.  Sin ver realmente a la persona que la sujetaba contra su cuerpo, Alex comenzó a tirar golpes a diestra y siniestra, pataleo y se movió entre esos brazos que la apretaban como pinzas intentando soltarse, pero no lo logro a pesar de las clases de defensa persona que había tomado hace años, el miedo la incapacito para segur las reglas básicas. Su captor era un hombre fuerte y ella volvía a sentirse como esa niña de 17 años que una vez fue abusada. Se negó a llorar, no le daría el placer al maldito, estaría alerta a la primera oportunidad de asestarle un buen golpe. De pronto la familiar voz logro traspasar su mente y ella comenzó a calmarse. Poco a poco mientras Marco continuaba hablando Alex pudo recobrar la serenidad. - Cálmese patrona, cálmese – decía, pero sin hacer amago por soltarla - Suéltame, maldición…. Suéltame de una buena vez – grito con todas sus fuerzas. La claridad había llegado y fuera de las caballerizas se oía el movimiento de los vaqueros de la hacienda. Alex pudo recobrar la serenidad cuando escucho la voz de Rogelio, su capataz. Sin pensarlo se echó a correr hacia él como si fuese una niña que necesitara protección. - ¿Estas bien niña? – le pregunto aquel grandulón mientras la tomaba por los hombros e intentaba tranquilizarla. Ese hombre era tan grande no solo físicamente, sino que también tenía un corazón enorme. Rogelio quería a Alex como si fuera su hija. Paula la hija de él y Matilde, había muerto cuando dio a luz a su nieta a la que bautizaron con el mismo nombre. Paula al igual que ella fue violada durante el incendio. Ella y Alex eran casi de la misma edad y eran muy buenas amigas, para esa fecha Alex le rogo a Matilde que le permitiese a Paula acompañarla a la hacienda de sus padres y la señora así lo hizo, nunca se imaginaria que de aquel paseo que esperaban fuera muy divertido, terminaría en una terrible tragedia que recordarían hasta su muerte. Para su mala suerte a Paula le llego muy pronto. Al no obtener respuesta de Alex, Rogelio volvió a preguntar - ¿Estás bien Alex?, ¿te hizo daño este bruto de Marco? - Estoy bien y no, Marco no me hizo nada… Pero sácame de aquí por favor, rápido – pidió desesperada y el hombre así lo hizo Rogelio se volvió hacia Marco y lo miro furioso - Ya hablaremos tu y yo – en la voz estaba implícita la dureza del regaño que estaba por recibir.  - ¿Cómo me encontraste? - Bueno aparte de que ya es la hora en la que suelo ensillar al Diablo, escuche los ladridos de Drako y me pareció extraño que el pobre animal chillara desesperado, así que me apresure a venir y ver qué pasaba - Gracias – dijo mientras se echaba al cuello de aquel hombre en el que tanto confiaba - Ya está bien niña cálmese, que a su abuela no le gustara verla en este estado - Si, tienes razón. Mi pobre abuela ya hace bastante con aguantarme por las noches. - ¿Continúan las pesadillas? - Para mí desgracia, lo que paso hace tantos años es algo que aún no logro borrar de mi mente - No se trata de olvidarlo señorita, si no de dejar ir a los muertos para que puedan descansar en paz - Aun no me siento preparada para hacer eso - No hay mal que dure cien años, ni plazo que no se cumpla… - Alex se alejó de Rogelio sopesando la verdad de esas palabras. - Gracias!... Rápidamente subió a su habitación, se ducho y se cambió como siempre de manera habitual, unos vaqueros y una camisa blanca de cuello redondo con las mangas hasta los codos, las botas vaqueras y el sombrero para protegerse del sol. Esta vez no se recogió el pelo en su habitual trenza, sino que lo ato simplemente con una liga. Tenía la imperiosa necesidad de salir a montar, hoy más que cualquier otro día lo necesitaba, después de la pesadilla que le robo el sueño y del susto que se había llevado en las caballerizas, era menester relajarse. De un salto monto al Diablo, Drako ya estaba esperando a un lado del brioso corcel, así que a la señal de Alex de seguirla el animal no chisto en desobedecerla. Nada más salió de la hacienda, azuzo al caballo a correr, quería descargar su enojo, su temor, pero sobre todo su impotencia. Odiaba continuar sintiéndose una niñita desvalida en situaciones en las que no podía controlar, por lo tanto, tomo la decisión de regresar a terapia con su antigua Psicóloga, ella ya la conocía y sabia su historia así que no empezaría totalmente desde cero, además de que no se sentía capaz de contar todo desde el inicio, sabía que revivir ese dolor solo provocaría una nueva herida en su alma y ya tenía bastantes.   No supo por cuánto tiempo estuvo cabalgo, solo sentía que ya estaba más tranquila que cuando salió de la casa, decidió que era hora de regresar, además estaba hambrienta pues esa mañana no probo bocado, su tripa gruño en confirmando su necesidad de alimentarse. De nuevo apuro al Diablo, pero esta vez sin intentar desbocar al pobre animal, solo por el simple placer de sentir el viento en su rostro. La coleta casi se le había deshecho y mechones de cabello que escaparon de debajo del sombrero tejano le volaban frente al rostro.   Después de dejar todos los pendientes resueltos Stefan partió esa noche de Capri, dejando como siempre a Monique a la cabeza de todo. La semana transcurrida le había parecido eterna, estaba más que ansioso por iniciar su nuevo proyecto, quería olvidarse y alejarse de todo y de todos por un tiempo, por lo que esta nueva empresa le venía como anillo para su estado anímico. Después de muchas horas de vuelo finalmente el avión tocaba tierras mexicanas en el aeropuerto de Baja California, en México. El BMW X6 que hizo traer desde california ya lo estaba esperando con el chofer al volante, Stefan se montó en el automóvil y partió rumbo a la hacienda.   Una hora más tarde Stefan llegaba a Las Ilusiones, nada más ver el exterior de la finca, decidió que le gustaba, el estilo vintage que mantenía la construcción se le antojo para montar un hotel de descanso con guía para conocer todos los procesos para la elaboración del vino que posteriormente degustaras. Movió la cabeza de un lado a otro intentando relajarse y concentrarse en el negocio que era su prioridad y que lo había hecho cruzar el continente. La imponente camioneta avanzo por el camino principal y no paró hasta llegar a la entrada de la casa. Cuando bajo del automóvil fue recibido por una pequeña niña que lo saludo afectuosamente. - Hola – Paula sonrió al ver a Stefan y este se quedó muy sorprendido cuando la pequeña le tomo la mano para saludarlo - ¿Quién eres? - Me llamo Stefan ¿y tú? - Paula - Muy bonito nombre Paula - Gracias, no puedo decir lo mismo del tuyo, - fue sincera - bueno es que es un poco raro jamás había escuchado ese nombre antes. - Puede ser porque soy de otro país – y sin pensárselo siquiera Stefan devolvió la sonrisa a la pequeña. – ¿Conoces a Alex Parker? - Todo el mundo conoce a Alex – respondió Paula poniendo los ojos en blanco como si la respuesta fuera lo más lógico - ¿Puedes llevarme a donde esta? - Claro – dijo y lo tomo de la mano Paula guio a Stefan hacia las caballerizas segura de que ahí encontrarían a Alex. - Abuelo, el señor está buscando a Alex - Buenos días – saludo Stefan – soy Stefan Dunant tengo una cita con Alex Parker – le informo. - Alex no se encuentra en este momento, pero si gusta lo llevo a la casa para que este más cómodo mientras espera. - Cree que tardara mucho - No debe tardar en llegar, salió desde muy temprano - Bueno en ese caso me gustaría dar un recorrido por los alrededores mientras espero, si no le molesta claro - Desde luego que no, si me sigue con mucho gusto lo acompaño a hacer el recorrido. Rogelio le indico a Stefan el camino que debían tomar para comenzar con el recorrido, apenas llevaban unos metros andados cuando a lo lejos una nube de polvo se acercaba rápidamente, Paula que acompañaba a los hombres salió corriendo rumbo al tornado, instintivamente Stefan salió tras ella al ver que la pequeña se interponía en el camino del jinete. - Paula… Paulaaa – grito mientras corría tras ella. Alex alcanzo a ver qué Paula corría hacia ella y de inmediato comenzó a tirar de las riendas del Diablo para disminuir la carrera del animal. Drako se puso alerta al ver al hombre correr hacia su ama, así que, a diferencia de esta, el Dóberman emprendió una loca carrera con el único afán de protegerla de aquel extraño.   Stefan vio al imponente perro dirigirse a la pequeña y corrió aún más rápido con el único propósito de intentar interponerse entre la pequeña y su fiero atacante, pero pronto vio que el perro no se dirigía a la niña, si no que el objetivo era él, para su mala suerte pensó que era ya demasiado tarde intentar una maniobra evasiva, solo alcanzo a ver que el caballo se detenía abruptamente relinchando y poniéndose sobre las patas traseras, acto seguido escucho el grito de terror de la pequeña y sintió que algo muy fuerte y pesado golpeaba violentamente su pecho y le enviaba de espaldas al suelo. Solo unos segundos después vio la cara del Dóberman a unos centímetros de la suya.   Drako se posó sobre Stefan y lentamente bajo su cara hacía el rostro del extraño que amenazaba a su ama. Stefan solo era consciente de que el perro le gruñía fieramente, estaba impotente frente al animal. Escucho una suave voz de mujer que le preguntaba a Paula si se encontraba bien e igualmente escucho a la pequeña decirle que sí, que ni siquiera se había asustado. Intento girar la cabeza para ver a la dueña de esa angelical voz, pero se lo pensó mejor cuando Drako le acercó más el hocico gruñéndole de nuevo. - Drako – llamo la voz con la orden implicada en su tono - ven aquí muchacho – el animal no la obedeció hasta que ella lo llamo de nuevo. El Dóberman lo miro como si estuviese grabando su rostro en la memoria y antes de alejarse lo olisqueo. Stefan miro hacia arriba, pero la luz le impidió ver el rostro de la mujer que estaba parada a su lado. Mientras se ponía en pie, fue recorriendo concienzudamente el cuerpo de la dama que logro sacarle al imponente animal de encima. Le miro desde las botas vaqueras cubiertas casi por completo por el Jeans, que a su vez se ajustaba como guante a las largas, delgadas y bien torneadas piernas, se las imagino alrededor de su cintura apretándolo como si estuviese cabalgando; las caderas estrechas precedían una cintura igual de pequeña, el talle delgado y largo sostenía el peso de unos pechos que sobrepasaban levemente la proporción que un cuerpo como el suyo debería tener, no eran muy grandes, solo lo suficiente para darle un efecto de sensualidad, además la perfección de su redondez era para cortar la respiración de cualquiera. El largo cuello, tenía esa línea delicada que a Stefan le gustaba, y se imaginó besándolo antes de llegar a sus labios. La boca de la mujer era un arma letal de seducción, no tenía lipstick así que pudo notar la suavidad de sus labios carnosos. Se obligó a separar la vista de su boca si no la besaría ahí mismo sin saber quién era siquiera, así que continuo el recorrido por la fisionomía femenina, la nariz respingona dio paso a unos ojos color ámbar que lo cautivaron por completo. Stefan se perdió en la fuerza de sus ojos, estaba atrapado y en ese momento decidió que no importaba quien fuese esa mujer, seria suya y de nadie más.   Po su parte Alex sintió que le recorrió un escalofrió de pies a cabeza al ver a ese hombre tirado. Nunca antes ella se había percatado de la belleza de un hombre, habían pasado años desde que se había sentido a traída físicamente por Bruno, y ahora eso estaba más que olvidado y enterrado. Se preguntó que le estaría pasando con ese hombre. Mintiéndose a sí misma se dijo que probablemente sería el cumulo de emociones, en definitiva, ese día fue de mal a peor.   - ¿En qué demonios estabas pensando cuando te echaste a correr hacia nosotros? Pude matarte, pude no detener el caballo a tiempo, pude… eres un inconsciente ¿lo sabes? – exasperada, Alex se puso las manos en las caderas instintivamente, estaba molesta así que las palabras le salieron casi a gritos. Se paso la mano por el rostro para apartase los mechones de cabello suelto que le caían en el rostro. Llevaba la camisa blanca cubierta de polvo, estaba sudorosa y despeinada, pero no le importo y menos le impidió exigir una explicación a ese hombre que se encontraba en medio del camino y que pudo haber provocado un terrible accidente. -Yo no me eche encima como tú dices, simplemente corrí detrás de Paula para evitar ese incidente del que me acusas – se defendió. – Eres tú quien debería pedirme perdón por ser atacado por ese demonio de perro. No es bueno tener un animal como ese sin correa. - Drako jamás le haría daño a ninguna persona – lo defendió - Acaso estas ciegas, que no viste como se me ha echado encima - Claro que te vi, pero ¿acaso te mordió? – pregunto de pronto, sin dar tiempo a que Stefan respondiera ella continuo – No verdad, así que él no te ataco, simplemente te agarro mal parado y tu caíste de espaldas. – un destello de sonrisa burlona se dibujó en sus labios y a Stefan dejo de latirle el corazón por un instante. - Y un cuerno – Stefan soltó el juramento sin poder evitarlo alzando la voz, y por lo cual se ganó un gruñido de Drako que estaba parado a un lado de Alex muy alerta. - No te permito que me grites y menos que me hables en ese tono, lárgate – y señalo el camino de regreso que lo llevaría de vuelta a la salida. - Tú no eres nadie para correrme preciosa, - su voz sonaba como la suave caricia del satín - además vine a ver a Alex Parker y no me iré de aquí hasta que no hable con él.   Para sorpresa de Stefan, Alex soltó la risa. Si no estuviera burlándose de él, ese sonido le habría parecido de lo más encantador, su risa era fresca y natural, a ella no le importaba si se miraba sexy o si su risa era demasiado escandalosa, ella reía por el simple y llano placer de hacerlo, aunque fuera de él. También en otro momento Stefan se hubiera reunido a la contagiosa melodía, pero no ahora, que intentaba encontrar un punto en el cual no fuera insoportable continuar frente a esa monumental mujer y no tomarla entre sus brazos. - Exijo hablar con Alex Parker, ahora mismo. Yo vine a hacer negocios y tu hermosa ya me has quitado bastante el tiempo, estas muy linda cara mía – deliberadamente le paso la mirada por el cuerpo - pero, el tiempo es dinero y aquí parado en medio del camino, disfrutando de la vista, lo estoy perdiendo. - ¿Estás seguro que quieres conocer a Alex? – lo reto - Por supuesto, ¿acaso es tu marido? – para cuando se vino a dar cuenta ya había soltado la pregunta - Es mucho más que eso… - no termino la frase porque de pronto fue interrumpida por Constanza, a quien le habían avisado de lo ocurrido y que en ese momento se acercaba a ellos. - Alexandra Parker – dijo su abuela - ¿Qué está pasando aquí? – se colocó también las manos en las caderas, en clara señal de exigir una explicación. Stefan abrió los ojos como platos mientras volvía el rostro para ver a Alex, la recorrió con la mirada y cayó en cuanta que Alex Parker no era un hombre, sino aquella espectacular mujer que acababa de conocer. Alex por su parte tenía la ceja levantada en un claro gesto de quien se sabe tiene superioridad de conocimiento y una leve sonrisa burlona se le dibujaba en los labios.  
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