Los preparativos para la fiesta de la cosecha finalmente habían concluido. Las múltiples ocupaciones de Alex fueron el pretexto ideal que le permitió que casi no se topara con Stefan durante los días siguientes. Había logrado escapar de él, y mientras que por un lado le daba gusto por el otro solo debía conformarse con verle de lejos cuando Stefan tomaba su habitual rutina de natación. Era sábado por la mañana, y el viento soplaba alegre y el sol brillaba en lo más alto del cielo, los viñedos lucían frondosos, cargados de racimos bien maduros, anunciando que había llegado el tiempo de ser cosechados. Solo faltaban unas horas para que iniciara el proceso de la pizca. En las Ilusiones todos se encontraban listos para recoger esta generosa fruta, y culminar así el ciclo, pero este no po