Capítulo 4

1367 Words
-          ¿De verdad pretenden que me crea que ustedes dos son novios? – dijo Roberto sonriendo irónico, mientras abría los brazos y me miraba fijamente, como tratando de devolverme a la realidad para que le negara el asunto, pues mi mirada seguía perdida en esos hermosos labios carnosos de Marco, que seguían defendiendo pacíficamente su punto de vista - -          Pero… ¿Cómo es posible que sean novios si ni se han visto en todos estos años? – dijo Pablo, visiblemente indignado -   -          Eso es lo que tu crees… - respondió él, sonriente, haciéndome revivir aquella noche en Londres de la que le repetí hasta el cansancio que no recordaba absolutamente nada - Los miré a los dos, pero no supe qué decir. Volví a mirar a Marco y él me miraba sonriendo por primera vez en la tarde, como queriendo transmitirme la paz que necesitaba en ese momento. Y su madre, nuevamente, elevó la voz hasta bajarme a tierra y tratar de terminar con el tema. -          Bueno, bueno… ¡Basta de tanta indagatoria que la vida privada de Isabel no es asunto de ustedes salvo dentro de seis meses cuando se ejecute todo esto para saber si se quedan con todo lo suyo o no! – sonrió irónica - -          ¿Cómo que no? – sonrió derrotado - ¿Desde cuándo mi ahijada no me cuenta de su vida privada? Por supuesto que no me puedo creer todo esto… ¡No puede ser verdad! - mirándome fijamente - -          Ya escuchamos todos la lectura del testamento, ya nos dijimos todo lo que teníamos que decirnos y sabemos que no estamos de acuerdo, pero las cosas son como son – levantándose y tomándome las manos para mirarme fijamente y susurrarme – Ven a mi oficina ahora mismo. -          No, Laura. Vamos a resolver esto ahora mismo. Que diga ahora si… – insistió mi padrino - -          Padrino, por favor… - le dije mirándolo con cariño – no hay apuro alguno. Faltan seis meses para tener que cumplir la cláusula y mientras tanto tu y Laura estarán a cargo de todo. Yo estoy cansada por el viaje, llevo casi tres noches sin dormir por las guardias en el hospital, y estoy muy confundida con todo esto. ¿Verdad que podemos hablarlo en unos días antes de que regrese a Londres? – le dije mirándolo con un gesto de súplica - -          Hija, ya estás pensando en volver a Londres, no te parece importante esta charla… ¡Mucho menos los negocios! Por dios, recapacita y acepta que lo mejor es dejar que yo me encargue de todo – haciendo gestos con sus manos - -          En estos seis meses de todas maneras, no podemos hacer nada, ¿verdad, Marco? – buscando su rostro por detrás del cuerpo de su madre, y viendo como él me daba la razón moviendo su cabeza, mientras cerraba la carpeta con todos los documentos del bendito testamento – Pues eso… tenemos seis meses para conversarlo y que te convenzas de lo que te hemos dicho, Padrino. Te prometo que no esperaré tanto. De todas maneras, sé que los negocios estarán en buenas manos contigo y con Laura durante este tiempo – le sonreí - -          ¡No estarán en mejores manos que en las mías, jamás! – insistió - Y no te dejaría en la calle – dando la vuelta a la enorme mesa de la sala de juntas para abrazarme – Sabes que por eso me ha puesto a mi como respaldo tu padre. Él deseaba proteger tu futuro  y solo yo puedo asegurarte que se cumpla su voluntad. -          Lo sé, Padrino – respondiendo a su abrazo – Pero tu también sabes que tanto yo como mi madre podemos sostenernos sin la ayuda de nadie. Las dos trabajamos, así lo hemos hecho hasta ahora, y así seguirá siendo. Nunca quise el dinero de mi padre. -          Claro que lo sé, Isa. Por cierto… ¿ella cómo está? ¿Por qué no ha venido a Madrid? – tomándome de las manos - -          Mamá sí está en Madrid, vino conmigo – le dije sonriendo, mientras él me miraba fijamente, como queriendo decirme algo – No quiso venir a la lectura del testamento porque sabes muy bien que firmó un documento en la separación, donde renunciaba a todo lo que pudiera corresponderle. No lo creyó correcto – asintió y volvió a abrazarme - -          Pues de todas maneras tu padre debió dejarle una parte de su fortuna a ella. Nunca me hizo caso con eso, no la protegió. Al fin y al cabo, es la madre de su única hija. -          Qué bueno que a veces lo recuerdas – acotó Laura, como al pasar, con un visible gesto repleto de ironía - Te espero en mi oficina, Isabel – agregó caminando hacia la puerta – Hijo, ¿vamos? – le hizo una seña a Marco y él asintió - Antes de salir, me miró para dedicarme una sonrisa que le respondí de la misma manera, y luego se marchó detrás de su madre hacia la oficina de esta, en lo que yo terminaba de hablar con Roberto de por qué mi madre no estaba allí.   En la oficina de Laura Marco -          ¡Mamá, espera! – yendo tras ella por el pasillo, sin que me hiciera caso, pues iba como alma que lleva el diablo camino a su oficina - ¡Mamá! ¿Puedes calmarte? – ya cerrando la puerta de su oficina, en lo que la veía sentada en su posición con la cabeza hacia adelante y masajeándose la sien para tratar de bajar la intensidad - -          ¿Calma? ¿calma? ¿Me pides calma con todo esto que está pasando, hijo? – asentí, mientras me sentaba al otro lado de su posición y la miraba fijamente con la paz que me caracteriza desde que nací – Al que veo muy tranquilo con todo esto es a ti. -           ¿Por qué no debería estarlo? – mirándola fijamente – -          No lo sé – abriendo los brazos a los lados y haciendo un gesto como de que estaba diciendo algo obvio - ¿Por qué vas a casarte, quizás? Ha sido un salvavidas para Isabel, me imagino... -          Quizás – Me levanté para irme, pero no me lo permitió - -          Siéntate ahora mismo, y dime qué está pasando. Sé que se han visto estos años y que se adoran desde pequeños, pero… - la interrumpí - -          ¡Sabes que la amo, mamá! – dije todavía parado y manteniendo la calma, dándole la espalda a ella y mirando fijamente a la puerta, deseando que Isabel llegara, que entrara sin llamar y me escuchara confesando lo que realmente sentía por ella, mientras que al mismo tiempo esperaba que eso no sucediera para no hablar con ella del asunto que había decidido enterrar para no continuar lastimándola - -          También lo sé. Y del mismo modo sé que si algo tan fuerte como una relación de pareja existiera entre ustedes como para que esto del matrimonio fuera real, me lo habrías contado. Así que siéntate, y dime qué pasa para poder ayudarlos, porque bien sabes que Roberto no se quedará quieto e intentará meterle a su hijo por los ojos si es necesario, con tal de quedarse con todo lo que le pertenece por derecho. -          Pff – refunfuñé mientras le hacía caso – Pasa que no permitiré que Roberto le quite lo que le pertenece… ¿Feliz, mamá? – sonreí, mientras levantaba la vista para mirarla, pues sabía que estaría de acuerdo conmigo en eso - -          Solo estaré feliz si ustedes son felices. No estoy segura de que esto sea una buena idea. Si Isabel no te ama, como me has dicho que te ha repetido muchas veces que no te ama, no serás feliz nunca a su lado. -          Si ella es feliz, yo seré feliz, mamá – acoté sonriendo, mientras miraba mis manos – -          ¿Y Marta? – la miré fijamente, pero el suave golpeteo en la puerta me salvó de tener que darle una respuesta que no tenía ganas de brindarle - Era ella. 
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