Sara se encontraba en la habitación de huéspedes de su mejor amiga, dando vueltas en la cama mientras que observaba detenidamente cada ilustración, preguntándose porqué una mujer debía ser prácticamente vulnerable ante lo que su Dom o Amo quisiera hacer con ella... ¿Por qué consentir un trato como ese? ¡Seguramente debían estar locas! Era lo que ella se repetía... ¿Pero por qué le causaba tanta curiosidad? ¿Y si ellas también se cansaron de lo monótono y aburrido? De llevar la batuta siempre, y si ya estaban tan cansadas como ella de ser quienes enfrentasen al mundo, solas... ¿Por qué no? Era mejor entregar toda voluntad, recibir y dar por completo, si eso hacia que te liberaras de tus cargas, lo intentaría, aunque todo la confundiera y cada vez que aprendía una cosa se olvidará de otra.
Camino a la cocina con la carpeta en mano, la dejo sobre el mesón y se sirvió una taza de café, no lograba conciliar el sueño, así que daba igual, su curiosidad era mayor. Se sentó en el taburete y dejó su taza de café a un lado, tomo la carpeta y continuo leyendo...
A sus espaldas se oyeron voces, cuando Sara se giró a ver se encontró con su mejor amiga vestida simplemente con un collar y una correa enganchada a él, Sara la miró sorprendida al verla seguir a su esposo, solo que a gatas... Giró su rostro hacia otro lado y bajo la mirada.
— Eres una buena perra... — le dijo él inclinándose hacia ella para hacerle una caricia en el rostro.
Sara no sabía qué hacer, tenía su taza de café en una mano, mientras que en la otra mantenía la carpeta, tenía que pasar por allí para poder llegar a su habitación, era el pasillo, no le quedaba de otra que interrumpirlos antes de que se pusieran a hacer algo más... Decidida levantó la vista, viendo que ya era demasiado tarde, no sabía cómo había pasado tan rápido, pero Sean se encontraba ya con los pantalones abajo, incluida su ropa interior y su m*****o se encontraba en la boca de su mejor amiga que ha decir verdad le practicaba un buen oral, si la escena no fuese tan incómoda seguramente le hubiera pedido consejo para usar a futuro, ella quedaría como mirona, como una morbosa, se tapó los ojos rápidamente, poniendo la carpeta frente a su rostro para tapar la vista. Tenía que llenarse de valor, puesto que sus amigos estaban tan concentrados en su tarea que no la habían notado, retiro la carpeta de su rostro y mantuvo la vista apartada de ellos.
— ¡Chicos, estoy aquí! — gritó volviendo su mirada nuevamente a ellos, Angela se había asustado y se había retirado de su esposo, toda su longitud estaba expuesta ante los ojos de Sara que prefirió dejar caer la carpeta y el café para taparse los ojos.
— ¡Ay Dios mío! ¿Qué te pasa Sara? — pregunto Angela, seguramente preocupada. — ¿Acaso nunca le hiciste una mama... — al parecer la habían interrumpido, Sara no lo sabía, tampoco preguntaría.
— Shh, cariño. — escucho la voz de Sean callando a su mejor amiga. — Sara, quédate quieta, no te muevas de ahí. — no sabía porque, pero la voz de Sean había sonado lo bastante fuerte, normalmente lo escuchaba ser muy amable, calmado, pero hoy era diferente, había escuchado al amo que su amiga tanto amaba y al cuál se entregaba siempre, en cuerpo, alma y corazón, y definitivamente eso había sido una orden.
Sara sintió un fuerte escalofrío al sentir que Sean se acercaba, el saber que estaba completamente desnudo la ponía aún más incómoda, apretó con más fuerza sus ojos para no tener la más mínima oportunidad de volver a verlo desnudo.
— ¿Estás bien, Sara? — pregunto él con voz firme. Sara apretó su blusa con sus manos, podía sentir su presencia verificando que nada le había sucedido. En ese momento recordó que no llevaba sujetador, le gustaba usar su pijama así, quería que la tierra se la tragara. — ¿Cómo es posible que salgas de tu habitación descalza? — pregunto Sean ignorando el malestar de Sara, quizá ni se había dado cuenta o no la estaba mirando.
— Solo venía por un café, lo siento mucho, chicos... No podía dormir. — escucho Sean reírse y a su amiga al mismo tiempo. — ¿Pu - puedo abrir los ojos? — en ese momento escucho los pasos de su mejor amiga acercarse, Angela agarró las manos de Sara y las retiro de su rostro.
— Estoy segura de que ya has visto a un hombre desnudo, y quizá a alguna mujer también, así que no seas mojigata. — dijo en un tono divertido, aunque Sara sabía que en el trasfondo de ese regaño había un poco de molestia, siempre había querido ser como su mejor amiga, no sentir ningún pudor, no cohibirse o afligirse por su cuerpo, algunas mujeres tenían más y otras menos, pero podría ser que fuese perfecta para alguien, no perdería la fe. Abrió los ojos dubitativa, miró a Angela, seguía desnuda, pero no parecía sentirse incómoda ante su mirada, en un breve vistazo miró a Sean, él limpiaba el desastre de café que ella había hecho, tomo la carpeta en su mano y se puso recto.
Sean miró la carpeta con toda la información que Johann había conseguido para Sara, aunque estuviera un poco manchada se podía notar parte de su contenido, la levantó hacia ella, quien se encontraba asombrada por el tiempo que podía durar erecto su pene, ¿Seguía excitado? Rápidamente miró hacia arriba, ahí estaba, no había podido llegar ni a la mitad de lo que allí ponía, ¿Qué le diría a Johann? Ya se imaginaba la escena, aunque no podría ser más incómoda que la que ahora estaba pasando.
— Veo que te ha interesado el tema,. — dijo Sean señalando la carpeta, Angela sonrió y se acercó a él nuevamente, él la recibió gustoso, tomando una de sus nalgas con dureza en su mano. — deberías ser buena y enseñarle a tu amiga lo que sabes, cariño. — Angela parecía derretirse cada vez que él se dirigía a ella, era con ojos de enamorada que lo veía, Sara sonrió inconsciente al ver dicha escena.
— Si Amo, lo he intentado... Pero aún le cuesta entender nuestras... Formas. — Sean asintió en acuerdo ante su respuesta.
— Supongo que tendrás que tomarte tu tiempo, y ya sabes, meditarlo. — dijo al tiempo que extendía su brazo hacía Sara para entregarle la carpeta.
— Eh, si. Es lo que intento. Gracias, buenas noches. — dijo Sara evitando la mirada de ambos al tiempo que recibía la carpeta y se marchaba lo más rápido posible a su habitación.
No había podido pegar un ojo en toda la noche, la relación de sus amigos no era mala, sabía que se complementaban, pero había algo que a ella no le parecía, quizá la sumisión no era lo suyo...