Capitulo 4 — No se trata de diversión.

1613 Words
Cuando entro en aquella cafetería, él ya estaba ahí, Sara miró su reloj, no llegaba tarde. Johann por el contrario se fijó en ella como si fuese la primera vez que la veía, esta vez sin aquella mascara puesta, sus ojos cafés eran aún más hermosos que el primer día. Sara llegaba a tiempo, pero él quería llegar antes por varias razones, una de ellas era porque era un caballero y como buen caballero esperaría pacientemente a aquella dama con la cual tendría una cita o algo así. Sara se acercó a él, hoy lo encontraba incluso más atractivo y por tanto más intimidante para ella, se acercó a él, dubitativa... Así mismo extendió su mano hacia él y con una sonrisa amable en sus labios se presentó como si fuese la primera vez que se veían. — Hola, soy Sara Evans. — él levantó la vista, intrigado, así que así jugaría. Se puso de pie, su gran figura rebasaba por mucho la pequeña figura de Sara que con sus tacones de plataforma apenas y podía alcanzar la altura de sus hombros, Johann se fijó en el lindo vestido de flores que Sara traía puesto. — Mucho gusto, señorita Evans. — estiró su mano y tomo la de ella entre la suya. — soy Johann, es un gusto conocerte, al fin. — desvió la mirada al vestido de Sara. — es un lindo vestido. — la halago. Ella sonrió incómoda, sus mejillas se habían tornado de un tono carmesí, casi del mismo color de sus labios. — Gracias, Johann... — dijo ella mientras levantaba una ceja interrogante. Johann sonrió y negó con la cabeza. — Dejémoslo en solo Johann. — dijo con un tono de advertencia, Sara entendió que no debía sobrepasar ese límite, después de todo se había informado y sabía lo que era un Dom, ahora también sabía que Johann era un amo y buscaba para su vida una esclava... Lo que ella consideraba una palabra bastante drástica, llamarle esclava... Le parecía algo extremo. — puedes sentarte... — dijo Johann interrumpiendo sus pensamientos, Sara asintió cada vez más incómoda con su imponente presencia, todo en él decía: “hazme caso o atente a las consecuencias” solo se preguntaba qué consecuencias serían esas. — Bien, gracias... Sólo Johann. — intento sonar divertida, incluso acompaño su comentario con una pequeña risita al tiempo que se sentaba frente a él, Johann por el contrario simplemente sonrió por cortesía. Él era frío, ahora entendía que en donde más se desenvolvía era en aquel entorno, con aquellas personas con las que compartía intereses. Allí había sido amable, e incluso divertido. — Dijiste que querías que fuera tu tutor... ¿Lo pensaste bien? — pregunto Johann yendo directamente al grano. — Bueno, yo eh... — titubeó, en ese momento una bonita mesera se acercó con la carta sacándola de ese momento incómodo. — Buenos días... — dijo ella poniendo la carta en frente de cada uno de ellos. Sara se fijó en lo linda que ella era, y de aquella mirada que le echó a su acompañante, quien ni siquiera la había determinado, ¿Sería siempre así? Mientras que todas intentaban llamar la atención, él por otro lado no se daba cuenta, sonrió e hizo una seña asintiendo con la cabeza a aquella chica en gesto de agradecimiento. Un rato más tarde ambos pidieron un café acompañado de un postre, a Sara le gustaba el chocolate amargo, a él en cambio le gustaban más lo salado... — Has pensado mucho tiempo en una respuesta, ¿He de suponer que no te has decidido o que ya te arrepentiste? — pregunto él rompiendo el silencio. — si aún no te decides, puedo esperar, pero no me hagas venir a tu encuentro si aún no estás decidida. — dijo con gesto serio, Sara lo miro sorprendida, no solamente había sido muy directo, también había sido demasiado tosco. Sara se levantó con firmeza, puso ambas manos sobre la mesa, inclinada sobre la mesa frente a él, ni siquiera estaba totalmente frente a él, su escote lo incitaba a mirar sus pechos y aunque él quisiera resistir, no podía evitarlo, ese vestido realmente le favorecía. — Ya lo pensé, y no. Fíjate que este mundo no es para mí. — dijo ella con un tono firme. Johann sonrió de medio lado y levantó la vista hacia ella. — Entonces... Te ofendes y haces un berrinche... — sonrió divertido, Sara abrió sus ojos como platos impresionada. — no me mires así, pareces una chiquilla y es realmente adorable. — su sonrisa se ensanchó, Sara apretó sus dedos sobre la mesa, sin saber que decir, sus ojos lo miraban confundidos y su boca permanecía abierta en una o por lo sorpresivo de su comentario. — siéntate. — le dijo divertido. — No pensaras llorar, ¿verdad? — Sara había caído en su trampa, lo sabía, se sentó, rendida. Sin entender cómo había perdido la batalla, ¿Se había sentado? Si, precisamente, eso era lo que había hecho, le había obedecido de inmediato, con el ceño fruncido lo miraba extrañada. — ¿Qué sacó yo aprendiendo de ti? — pregunto ella. — Es lo que aún no sabes, pero traje algo para demostrarte que esto no se trata de diversión, si vienes por curiosa, puedes irte, pero si quieres descubrirte y sientes en ti ese lado que no quieres que todos descubran, aquí estoy, tengo mi propio mundo en casa, mi lugar feliz. — dijo sonriente en lo que ponía una carpeta sobre la mesa, que ella no había visto de dónde la saco. — ¿Ni siquiera puedo conocerte? — pregunto ella. Johann sonrió y se inclinó hacia adelante. — ¿Quieres conocerme? — sonrió. — pensé que ya no te agradaba... Puedes conocer lo que yo quiera que conozcas... Te enseñaré lo básico por ahora, luego veremos qué es lo que te gusta y que no, tus límites... — Sara tomo la carpeta y la abrió. En ella habían ilustraciones, posiciones de una sub, cada una con una descripción, mucho mejor de lo que su mejor amiga se había molestado en escribir para ella. — me tomo algo de tiempo recopilar esa información, no sabía por dónde empezar, pero obviamente, ese es el mejor inicio... — señaló la carpeta, Sara lo miro levemente. — Claro que me gustaría conocerte... Pero obviamente no te obligaré, no me gustaría que me obligarán a hacer algo que no quiero. — respondió ella sin quitar la vista de la carpeta. — Cada cosa que haga la haré con tu consentimiento, no queremos que tu primera experiencia en este mundo sea de esa manera... No soporto a aquellos que se creen que son Dom y pueden hacer lo que les plazca con su sub, de eso no se trata, es como una relación, nos basamos en la confianza, debes confiar en mí para que puedas ceder tu voluntad de manera permanente, entregarte por completo. — carraspeó su garganta. — eh, me refiero a que debes confiar en tu Dom. — imaginarse la escena lo desestabilizaba un poco, ella tenía algo que no dejaba de preguntarse qué, pero le gustaba, era como si le llamase, como si fuera su otra mitad, irónico, él que jamás había pensado en algo así. — Entiendo... — dijo Sara levantando la vista de su carpeta. — entonces me la llevaré y la estudiare. — dijo con gesto serio, Johann contuvo una sonrisa de satisfacción, era precisamente lo que él quería. — Eso quiere decir que estás dispuesta... — Sara asintió firmemente. — Estoy cansada de lo simple, de vivir en amores falsos... — se encogió de hombros. — y aunque no pueda obtener ambas, al menos lo disfrutare. — Johann frunció visiblemente su entrecejo, confundido. — Espera... ¿Acabas de decir que no encontrarás amor y sexo? — soltó una risita burlona. — perdóname, pero para la muestra un botón... — hizo un ademán con su mano, señalando la pulsera de Sara, tenía una “A” como dije la inicial del nombre de su mejor amiga, ella tenía la “S” — Ángela, ella encontró a su amo en nuestro mundo, a su esposo, es el amor de su vida ¿No es así? — la miró interrogante. Sara se quedó pensando por un segundo, él tenía razón, la había sin argumento alguno. — Es cierto. Angela encontró el amor en este mundo, ¿Pero no es un caso poco atípico? — Johann sonrió y negó con la cabeza. — De hecho, querida mía... Es todo lo contrario, todos buscamos alguien afín a nosotros, que se acople, que nos complemente, un compañero o compañera de vida... Conexiones, entre cuerpo, alma, mente y corazón, si logras tener una conexión así, habrás conseguido a tu otra mitad. — Sara asintió en acuerdo, sorprendida, no pensaba que fuera así, que un amo pudiera encontrar en su esclava la pareja para toda su vida, un amor ideal. — Jamás lo pensé de esa forma... Gracias por darme tu punto de vista. — esta vez fue Johann quien asintió un poco incomodó, sabía que quizá la había informado un poco de más, poniendo sus creencias en la cabeza de su ahora aprendiz. — Si, fue un gusto conocerte Sara. Por favor, revisa muy bien la carpeta, está por sesiones, no creo que sea complicado... Así que espero que seas tú quien me llame la próxima vez para tu siguiente... — titubeo. — eh, enseñanza. — nos vemos luego. — Sara lo miro acercarse a la caja y pagar la cuenta. Después de verlo alejarse decidió por fin irse, con mil dudas en su cabeza.
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