Apenas entramos al restaurante, vemos al señor Winter esperándonos en una de las mesas ubicadas en el centro del restaurante junto a una mujer de cabello rubio muy elegante y de prácticamente su misma edad –Allí están.— Me dice ella y sin soltarme del brazo, comenzamos a caminar hacia ellos. —Buenas noches Alai.— Dice el mientras se pone de pie una vez que estamos frente a la mesa. El estrecha su mano con la de ella y luego me mira a mí –Buenas noches Fernando.— Me dice y aquí estoy yo haciendo mi mayor esfuerzo por mantener la compostura. –Les presento a mi esposa Sarah.— Nos dice y de inmediato le saludamos al igual que lo hemos hecho con él. Después de nuestras debidas presentaciones y de seguir con nuestro teatro; los cuatro nos sentamos en nuestros respectivos puestos alrededor de