1

2871 Words
Annette Tres hombres, tres pollas y muchos orgasmos que me ponían los ojos en blanco y ebria de placer. El hombre que tenía entre mis piernas lamía con desesperación mi coño y el otro succionaba mis senos jugando con ellos. Gemí cuando su lengua larga y gruesa entró en mi estrecha vagina, moviéndola en círculos. El tercer hombre dejaba besos por mi cuerpo y me repartía caricias placenteras. Era adorada, idolatrada por tener la belleza y el cuerpo que tenía. Una Afrodita que ponía de rodillas a los hombres con tan solo mirarlos. Si fuiste privilegiada con tener semejante belleza, tienes que saber usarla a tu favor y eso es lo que yo hacía. —¿Preservativo?— Sonreí con burla mirando al hombre moreno que dejó de comerse mi coño para pasar a tocarse a sí mismo. Estire mi mano para abrir el cajón de mi mesita de noche y sacar un paquete de aluminio. Se lo colocó y alineó su miembro en mi entrada y entró— Santa mierda — Gemí cuando me la enterró hasta tocar fondo. Se levantó cargándome, enrede mis brazos por detrás de su nuca para evitar caerme. El segundo hombre se colocó por detrás de mi y empezó a entrar en mi canal anal. La temperatura de la habitación subió, nuestros cuerpos estaban sudorosos y los jadeos que soltaban estos sementales me provocaban espasmos que mi coño y mi culo les apretaba sus pollas. — Eres tan hermosa— Lo observe con arrogancia sintiéndolo palpitar en mi cavidad— No merecemos follarte— Intentó besarme, pero lo esquivé. — Besos no, nene—Susurre en su oído. El tercer hombre se acercó con un condón puesto. Nos acostamos en la cama quedando yo arriba de uno de ellos, entró de nuevo en mi y los hijos de puta metieron dos pollas en mi coño estirándome. — Hijos de puta— Dije. Sus miembros no eran del todo grandes como para desgarrarme, de hecho eran pequeños, pero yo era más de tener sexo oral, así que fue un tanto incómodo. Empezaron las embestidas y mi coño se fue adaptando a los intrusos. Tener una polla dentro era grandioso, pero tener dos ya era avaricia. Alguien entró a mi habitación, pero yo seguí follando. — Annette, tu padre quiere verte— Mi coño se apretó cuando escuche la voz de Rick, pero mi orgasmo estaba tan cerca que lo ignoré y me centre en la bola de fuego que empezaba a encenderse en mi vientre. — Estoy por terminar— Hable irritada cuando me percaté que aún no se largaba— En minutos estoy en su despacho— Sonreí cuando de reojo lo vi irse azotando la puerta. Para nadie era un secreto que Rick tenía una clase de obsesión por mi, le jodía verme follar con otros. Pero el rubio de ojos esmeralda no era un santo devota de Dios, le gustaba follar y no hay un día en que no lo vea cojer con una puta, y conmigo las cosas no funcionan así. En el segundo en el que mi orgasmo me dejó estupida con convulsiones en mi coño, mi padre entró enojado como comúnmente suele estarlo, azotando la puerta y soltando palabrerías. —Me jode que me hagas esperar— Me dejé caer en la cama riéndome cuando lo escuche. Los hombres se vistieron con rapidez cuando vieron el estado de mi padre. Mi cuerpo quedó a la vista de todos y poco me importo que miraran mi desnudez, los grandes senos y las caderas anchas no me fueron heredados para ocultarlos, más bien para restregarlos. Solté otra risa cuando me arrojó mi bata de baño. Le mande un beso a Rick que se quedó mirando mi intimidad pasando saliva por su garganta—Cúbrete y saca a estos tres imbeciles de aquí. Ahora, Annette. — Como digas— Lo vi salir, pero no se llevo al buenote del rubio. Bostece colocándome la bata con lentitud para tentar a Rick. El rubio me atraía, me gustaba la manera en la que me miraba , como si necesitara enterrarme su polla y vaciarse hasta quedarse seco. Los tres hombres se largaron casi corriendo, dejándonos solos—¿Necesitas algo? — Me levante sin ajustarme la bata, la dejé abierta para que mirara mi cuerpo, toque mis senos y jugué con mis pezones. Lo escuche maldecir, termine con la distancia pasando mis brazos detrás de su nuca, aplastando mis senos con su pecho duro. —Quieres follarme, ¿cierto?— Sus ojos esmeralda eran ahora un pozo oscuro. Le sonreí jugando con su cabello y balanceando mis caderas con su pelvis sintiéndolo duro. —No hagas esperar a Cameron— Deje besos cortos en su pecho hasta subir a su cuello y oler su perfume varonil— Annette — Me divirtió su advertencia. Tome sus manos y las lleve a mis pechos. Como ya lo dije él no era un hombre que se contenía, estrujo mis pechos con deseo y me arrojó a la cama abriendo mis piernas. Lo vi bajarse su pantalón, su bóxer y sacarse el falo venoso que tenía. Me embistió y los dos jadeamos al mismo tiempo. —¿Esto era lo que querías? — Pregunto saliendo y volviendo a entrar a una velocidad impresionante. No me gustaba el sexo suave, me gustaba salvaje y crudo, no me importaba si me lastimaba en el proceso, yo solo quería velocidad y rudeza—¿Querías que te follara?— Su mano fue a parar a mi cuello ejerciendo presión. Cerré los ojos dejándome llevar por la increíble sensación que su falo me brindaba. El sexo con la polla correcta era tan increíble. — Si — Conteste. Apretó mi pecho izquierdo y con su otra mano sostuvo mi cadera manteniéndome quieta. — Joder, tu cuerpo me prende tanto— Mi cuerpo era una de las cosas que podía agradecerle a mi madre por habérmelo heredado. Bendita sea la genética, y benditos los genes que me cargo. Le mordí su hombro cuando me hizo acabar, termine mojándole el falo. Él salió con rapidez de mi y se vació en mi abdomen. Sin dejar de verlo, unte de semen mis dedos y los lleve a mi boca para probara sus fluidos. —Mmm—Rick me sujeto de mi cabello negro y quiso besarme— No, nene— Sabía lo que causaba en los hombres cada que miraban mis labios, querían devorarlos y morderlos. Los idiotas los comparaban con una manzana roja por el color que tenían, pero no me gustaba besar. El abuelo dice que soy la imagen de mi madre, el mismo físico, hago los mismos gestos y sonrió como Annabella. Pero si hablamos de emociones y de carácter, sabía muy bien que esa parte la heredé de Cameron. —No folles con otros— Negué sonriendo. Me cagaba en las ordenes, no fui educada para seguirlas. Cameron Black me educo a su maldita manera y en su maldita manera no había la palabra «obedecer» o « seguir» . Para mi padre era; « que te obedezcan» «que te sigan» «Has que se arrodillen» — No te confundas— Me aleje de él y esta vez si ajuste mi bata de baño— Yo follo con quien se me pegue la gana. El que me hayas metido la polla, no significa que seamos algo. Entre a la ducha escuchando la puerta azotarse. Se había marchado el rubio. Me lave y cuando estuve por fin limpia y sin fluidos, salí. Baje las escaleras escuchando ruido afuera de la residencia. Salí con aburrimiento para toparme con la escena de Caín golpeando a un hombre de Cameron. Los otros cincuenta hombres que lo rodeaban se quedaron en sus debidos lugares, inteligentes imbeciles. —¿Que hizo el idiota?— Pregunte cruzándome de brazos.Mi hermano mayor giró a verme dejando libre al hombre ensangrentado. Caín era incluso más perverso que yo. Él sí era un demonio terrenal, tenía una mirada que... mierda. Daba miedo el hijo de puta. — A lista tu culo— Moví mis cejas con morbosidad cuando dijo eso— Cameron no tarda en salir, te quiere en la camioneta— Era madrugada y hacía frío, pero a estas horas era cuando mi padre hacía negocios grandes. Subí a la camioneta de copiloto, Caín tomó asiento atrás, polo iba de piloto preparándose para conducir. Saque de la guantera mis cigarros y el encendedor. El tabaco era jodidamente malo para mis pulmones y para mi asma, pero para morir nacimos y algún día he de morir. Baje la ventana y dejé ir el humo disfrutando de la nicotina. Mi padre llegó doce-putos-minutos-tarde. Cuando ingreso a la camioneta vio mi cigarro en la mano y su ceño fruncido me obligó a ocultar mi sonrisa socarrona. —Iré preparando tu lugar en el cementerio— Me encogí de hombros con lo que dijo. — Te encargo que sea cerca de la casilla del vigilante, quiero joderle cuando esté dormido y despierte diciendo que se le subió el muerto. — Desaste de esa mierda, no soporto el jodido humo— De mala gana bote mi cigarro por la ventana de la camioneta. Polo encendió la camioneta y comenzó avanzar. Mire por el retrovisor viendo las otras camionetas, eran más de las necesarias. —¿Por que trajiste a más hombres esta vez? — Le pregunte girándome a verlo. — Por que se me antojó— Era tan jodidamente cerrado que algunas veces me sacaba migraña. Llegamos a un motel de mala muerte. — ¿Y bien? — Pregunte esperando sus órdenes. — En la habitación 18 se esconde un hombre con sus hijas, me robo millones. Mátenlo— A él no le importaba el dinero, hacía esto por que quería ponernos aprueba. Cameron Black no era un padre cariñoso mucho menos amoroso. Era un padre perverso lleno de maldad que se divertía mirándonos matar. Esto era un simple juego de niños para él. Baje junto con Caín. La camioneta volvió a tomar su rumbo alejándose, obviamente mi padre no se quedaría. Al menos nos dejó a tres hombres con un vehículo para movernos. Caín asesino a la recepcionista junto con tres ancianos que estorbaron en su camino. A estas horas no había nadie por los pasillos, algo bueno. Mi hermano pateo la puerta derrumbándola, entramos y nos encontramos con un hombre abrazando a sus dos hijas en el sofá. Las mujeres eran jóvenes, con una sorprendente cabellera salvaje llena de rizos, lindos ojos jade. Una, tenía cara de inocente y la otra quería matarnos con la mirada. —Por favor, no lastimen a mis hijas. Ellas no tienen nada que ver .... — Caín al parecer se hartó y terminó disparando el arma que tenía en su mano contra el viejo. Los gritos de ellas me fastidiaron, eran tan escandalosas. Espere a que mi hermano terminara con este trabajo, pero para mi sorpresa no volvió a disparar. Se quedó mirando a las gemelas. — No — Dije. Ya sabía lo que se le había venido a la mente— Tienes que matarlas. Si te tiembla la mano, lo hago yo— Ellas eran un cable suelto, en la mafia no podías dejar algo por muy insignificante sea, suelto. — Y te voy a obedece a ti— Dijo con sarcasmo. Camino hasta ellas y las tomó a ambas del brazo jalándolas hasta la salida. Las tontas se dedicaron a llorar y maldecir a Caín, todo el jodido camino. Hailey y Hannah eran un grano en el culo, pero de algo estaba segura, Caín les haría la vida imposible. El trabajo ya estaba hecho, bueno, incompleto pero ya era problema de Caín. Mi siguiente para fue en la arena un lugar lleno de testosterona, putas y mucha droga. Con los años, el lugar se volvió el parque de distracciones para muchos. Había peleas, carreras clandestinas que te llenaban de adrenalina. —¡Hey! ¡pequeña Black!— Mire a Lott, el tipo era el que vendía droga por estos rumbos. Las personas de aquí sabían muy bien quien dominaba la arena y el bajo mundo, y que este tipo mencionara mi apellido me volvió el centro de atención. — Pequeña tienes la polla, cabrón— Chocamos puños—¿Que hay de nuevo? — pregunte. Empezamos a caminar a la entrada del lugar. Caín peleaba hoy un poco más tarde, entonces esta noche promete ser grandiosa y llena de euforia. —Hay un nuevo miembro en el club de carreras– Eso atrajo mi atención— Es bastante bueno— Sonreí con maldad. Nadie me ganaba en las carreras, cuando digo nadie, significa nadie— Algunos de aquí lo han retado a que compita contigo, pero él al parecer es un machista de mierda que cree que las mujeres no deberían formar parte de esto— Me reí— Piensa y dice que te ganará. — Pobre imbecil, lo haré mierda en la pista. ¿Donde carajos esta? — Lott señaló a lo lejos, donde había una bola de gente rodeada en círculo. Había autos entre ellos y música al tope. Me acerqué junto con Lott, las personas bajaron el volumen de la música y el silencio se formó. Me abrieron paso y mis ojos primeramente percibieron a un condenado hijo de puta jodidamente atractivo. Mi coño palpito y mis bragas se mojaron. Estaba rodeado de putas, a una la tenía entre sus piernas mientras bebía de su cerveza. Su cabello era rubio oscuro, corto de los lados y largo de arriba, sus ojos eran verdes y tenía un cuerpo lleno de testosterona y mucha tinta en su piel. —Vaya, los rumores son ciertos— Me repaso con su mirada verdosa hasta durar unos segundo de retraso en mis pechos, hasta subir nuevamente a mi rostro— Tu belleza deja anonado a cual quiera— Hizo aún lado a la mujer que tenía en sus piernas para acercarse a mi. Me rodeo respirando muy cerca de mi—Eres buena montando una moto, pero ¿eres buena montando una polla? —Te haré correrte en cuatro minutos—Le susurre con coquetería. Su aire de diversión se evaporó, y le abrió pase a una faceta suya. Su seriedad me mojaba aún más—Pero primero quiero una carrera entre tú y yo. — No juego con niñas si no es únicamente en la cama, ¿por que mejor no vamos a una habitación?— Lo jale a mi, acercándolo peligrosamente a mis labios. Roce mi boca con la suya maravillándome con su delicioso olor. —¿Tienes miedo a perder?— Tomó mi cintura enredando sus brazos en ella— Puedes hacerme todo lo que quieras, después de la carrera que tengamos. Enterró su rostro en mi cuello respirando mi fragancia. El toque llegó a ser un tanto posesivo. —No quiero perder contra ti, te conozco. Se lo que eres capaz de hacer— Lo que dijo me tomó por sorpresa. Lott había mencionado que él era nuevo. —Imposible— Reí. Ahora que lo veía mejor y no embobada, su rostro era familiar, muy familiar. Lo había visto en las noticias, era muy buscado en alemania por los asesinatos que cometió—Un momento, ¿eres Austin Schmidt? Me atrajo hacía a él tomándome de mi cabello hasta que su boca quedó a centímetros de mi oído —Pensé que no me reconocerías— No lo reconocería si no saliera en las noticias, pero el hijo de puta es un asesino sanguinario, que gana billones por quitar una vida. — No te conozco— Quise alejarme de él y largarme de una buena vez. Las ganas de competir con este hombre se habían esfumado. Su antebrazo tatuado se enroscó en mi cuello volviéndome a pegar a él. Su actitud me empezaba a enfadar. —Tú no me conoces, pero yo a ti si— Mentiría si dijera que su voz y su físico no me prenden, de hecho me lo quería follar. —Bien por ti, ahora suéltame—Las personas a nuestro al rededor empezaron a murmura. Lott en un intento de acercarse fue detenido por el arma que Austin sacó de su bolsillo y le terminó apuntando. El tipo no estaba jugando— Suéltame— No le tenía miedo, vivía con dos psicopatas mal de la cabeza que constantemente tenía que soportar sus arranques. —Sube a mi auto—Susurro. ¿Subirme aún auto de un hombre que a pasado toda su vida matando a personas? Necesitaría ser una pendeja como para hacerlo— Iremos a un hotel, conejita. Follaremos hasta que tú coño quede hinchado y a dolorido. Apreté mis piernas cuando sentí la humedad en mi intimidad. — Mira hombre, no follo con desconocidos— Se burló. Su barba casi rubia me hizo cosquillas en mi mejilla. Me imagine a él metido entre mis piernas comiéndose mi intimidad y su barba haciéndome cosquillas. —¿En serio?, entonces, que hay de los tres hombres con los que follaste hace ya un rato—¿Como carajos sabía eso?— Conozco todo sobre ti, Annette. —Jodete, idiota — Te jodere, conejita
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD