A mitad de la noche, con herramientas de jardinería nos dirigimos a el terreno baldío donde mi madre había sido enterrada. Simons se veía extremadamente sexy con la ropa que había logrado conseguir para él, seguramente si hubiera sido trabajador de mi hacienda me hubiera fijado en él, muchísimo. — ¿En qué estás pensando que sonríes así? — preguntó Simons mirándome desde su altura, volteé a verlo y puse un gesto serio. — Yo no sonreía. — dije tratando de sonar lo más seria posible. — Di la verdad, seguramente te estas riendo de mí, ¿No es así? — pregunto él con aire divertido. — No, señor Simons. Me reía de que parecemos fugitivos haciendo esto a media noche... — dije divertida, claramente no aceptaría que lo estaba viendo realmente sexi. — Es verdad, parecen fugitivos... — una