Nos quedamos un rato más en la cascada, sintiendo la frescura del agua y el calor del sol en nuestra piel. Después de un tiempo, decidimos que era hora de explorar un poco más. Noah me toma de la mano y comenzamos a caminar por un sendero que se adentra en el bosque, rodeados de árboles altos y un sinfín de verdes matices. —¿Sabías que hay un mirador cerca de aquí? —pregunta Noah, con entusiasmo. —No, pero suena genial —respondí con su mismo entusiasmo. Mientras caminamos, disfrutamos del sonido de las hojas crujientes bajo nuestros pies y el suave susurro del viento. Noah me cuenta historias sobre sus propias aventuras en la naturaleza, y yo comparto mis recuerdos de campamentos y excursiones familiares. La conexión entre nosotros se fortalece con cada palabra. Después de unos minuto