Noah está a mi lado, contemplando el paisaje con una expresión de paz que refleja exactamente cómo me siento por dentro. Este lugar es un refugio perfecto, un escape del mundo donde solo existimos nosotros y la naturaleza que nos rodea.
—Este sitio es mágico —digo en voz baja, temiendo romper la serenidad del momento.
—Lo es —coincide Noah, tomando mi mano y apretándola suavemente—. Sabía que te encantaría.
La cabaña está diseñada para integrarse con el entorno, hecha de materiales naturales y con grandes ventanales que permiten que la luz del sol inunde cada rincón. Desde nuestra cama, podemos ver el lago y la vegetación que lo envuelve, creando un cuadro perfecto.
Decidimos explorar un poco y salir a la terraza. El aire fresco llena nuestros pulmones, y el aroma a pinos y tierra húme
