Los colmilludos

1921 Words
Mi entrenamiento había mejorado y mi querido Nick no hacia más sino quejarse, no se porqué no se defendía cada vez que me entrenaba, Nadia decía que temía hacerme daño y prefería dejarse golpear, me encantaba cuando se enojaba era la única manera de que se defendiera y tratara de golpearme pero él era el mejor y está vez yo lo había superado o eso decían, mi padre se sentía feliz de que mi parte lobuna hubiese avanzado bastante mientras mi madre quería llevarme con los suyos y enseñarme de mi parte vampírica aunque ya la había visto muchas veces si me enfadaba podía obtener la fuerza y la velocidad sobrenatural de un vampiro pero no sentía sed de sangre como decían que tendría que hacerlo. Mi padre decía que se debía a mi parte lobuna ya que también soy humana, un licántropo conserva su parte humana mientras un vampiro no. Era extraño tener ambas partes en mí. — Tu padre dice que hoy irás a conocer a los colmilludos. — dijo Nadia divertida. Reí por lo bajó mientras secaba el sudor de mi rostro, hoy Nick había tenido otras cosas que hacer y Nadia era mi entrenadora el día de hoy. — Mi madre insiste en que tengo que ir. — dije mientras rodaba los ojos. — mi única petición para ir fue llevarte. — dije ocasionando que Nadia se desconcentrara y cayera al suelo. No pude evitar reír al ver la cara de espanto de mi amiga que aún se encontraba en el suelo. — No iré contigo Blue, puedo lidiar con dos o tres chupa sangres pero con más de una docena no. — dijo negando frenéticamente mientras se levantaba del suelo. — estas loca, no iré. — dijo Nadia cruzándose de brazos. — Claro que iras, y no nos harán daño no seas dramática. — dije en un tono autoritario. — Tú me has acompañado en todas mis locuras y has sido fiel a mí siempre, no entiendo porqué ahora no quieres estar conmigo en esto. — le reproché. — Esto es otro mundo Kalecia, no puedo defenderte de ellos, ya te había dicho que nos odian, detestan nuestro olor tanto como nosotros el de ellos. — dijo Nadia con un tono de frustración. — La familia de mi madre son quienes gobiernan ahora, y mi madre me ha dicho que nadie se atreverá a dañarme a mí o a los míos, dice que deben temerme y también dijo que mi abuela dijo que tenía el carácter de mi abuelo, ¿Puedes creerlo? No conocí a mi abuelo pero lo que me han contado de él no me agrada, quería asesinarme cuando aún no nacía. No me parezco a él. — dije seria mientras me cruzaba de brazos. Nadia soltó una risa burlona que me hizo molestar, achique mis ojos mientras la miraba fijamente haciéndole entender que debía cerrar la boca, pareció notar el mensaje y se callo poniendo una cara seria nuevamente. — De verdad que te pareces a tu abuelo, todos lo dicen. — dijo seca, señas de que estaba molesta. — Tu abuelo era más frío que tú pero estoy segura que tú puedes superarlo. — dijo en un tono de evidente enojo. — No me parezco a él, no soy fría y lo que hago lo hago por mi bien y el de los demás, ¡Todo lo hago pensando en los míos!. — grite enojada. — Pues haber como harás, porque tanto los lobos como los vampiros son los tuyos y ambas razas se odian. — dijo seca mientras se giraba para marcharse. Aunque me molestaba lo que mi amiga decía... tenía razón ambas razas eran de los míos y ¿Cómo haría el bien si los míos se odiaban? sería igual que mi abuelo pero jamás dejaría que empezara una guerra entre ambas razas. (...) Estaba lista para partir a los terrenos de mi madre quien por supuesto se veía muy feliz de que “su pequeña Blue ” por fin conociera su origen. — Vamos querida. — dijo mi madre. Me quedé viendo fascinada una gran limusina que nos esperaba. — Madre pensé que iríamos como tu lo haces. — dije confundida. — claro que no, aún no controlas tu velocidad y podrías lastimarte, debes practicar y tengo la persona indicada para eso. — dijo mi madre aplaudiendo. Subimos a la limusina y pude notar que en ella se encontraba Nadia, sabía que no me dejaría sola por más enojada que estuviera, me senté al lado de Nadia en la parte trasera de la limusina, mi madre se sentó en la parte delantera en el asiento del copiloto y saludó al conductor en otro idioma que obviamente yo no conocía pero que parecía ser francés, el chófer asintió con la cabeza y se dispuso a conducir mientras yo miraba con asombro a mi madre. — Los vampiros más antiguos deben saber muchos idiomas, aparte de tener un encanto sobrenatural también suelen ser muy educados e inteligentes y como ves viven más tiempo que nosotros, los licántropos. — dijo mi amiga en un tono serio, mi madre sonrió por el retrovisor sintiéndose orgullosa de si. — Al vivir más tiempo obtienen más riqueza y educación, y van conociendo como evoluciona día a día la especie humana. — continuo Nadia. Quede totalmente sorprendida con lo que decía mi amiga que no pude decir una palabra, de verdad me parecían una especie muy inteligente y demasiado interesante. — Tú también deberás aprender muchas lenguas, serás la reina de nuestra especie y eso implica el que debas aprender muchos idiomas ya que hay vampiros en muchas partes del mundo. — dijo mi madre Me dispuse a ver por la ventana para grabar todas las partes de ese bello lugar, solía ver lugares hermosos y dibujarlos cuando no tenía mucho que hacer en mi antiguo hogar. No se en que momento llegamos estaba perdida en mis pensamientos, pensaba en mi antigua vida y en como estaba cambiando todo. — Llegamos, mi señora. — dijo él. — Nous sommes arrivés, ma dame. — anuncio el conductor de la limusina, en lo que parecía ser francés. Gracias Albert. — Merci Albert — respondió mi madre que obviamente era un gracias, no era tan mensa... El conductor de la limusina se bajó del auto y le abrió la puerta a mi madre cortésmente, se disponía a hacer lo mismo con la mía pero ya era demasiado tarde yo había abierto la puerta que se encontraba a mi lado golpeando al pobre Albert, lo escuche quejarse y rodé los ojos porque no entendía lo que decía. Nadia detrás de mí trataba de aguantar la risa. Me baje del auto y mi madre se encontraba de brazos cruzados y negaba con la cabeza, como si fuese mi culpa que Albert se atravesará cuando yo quería salir. — En mi defensa él se atravesó. — me apresure a decir. — No es raro que hieras a alguien hija, deja de actuar de esa manera él no se atravesó se le llama caballerosidad y cortesía, no debes ser tan apresurada para todo. — rodé los ojos y me dispuse a seguirla junto con Nadia. — Albert se atravesó, madre. — repetí. — Señorita Lauren, Aquí hay muchos colmi... — dijo mi amiga y de inmediato se calló, sabía que iba a decir colmilludos era su forma de referirse hacia los vampiros, pero mi madre era uno de ellos y era quien gobernaba al parecer. — Muchos vampiros. — rectificó. — ¿No debería preocuparme? — preguntó Nadia un tanto preocupada. — No, claro que no. — dijo mi madre mientras seguía caminando hacía la entrada de una gran mansión o más bien castillo. — Ustedes vienen conmigo y los vampiros y lobos están en paz. — respondió mi madre mientras entraba una gran doble puerta seguida por nosotras. Dos jóvenes que esperaban en cada lado de la gran puerta, hicieron una reverencia a mi madre y en cuanto pasamos por su lado los chicos arrugaron sus narices, y mi amiga se dispuso a sacarles el dedo del medió, que maduro de su parte... Los chicos fruncieron el entre cejó y ni se inmutaron en responder al insulto de mi amiga. — Madre hemos llegado. — escuche a mi madre decir. Me giré y pude notar a la señora que decía ser mi abuela, era raro que la última vez la había visto más anciana o no la había detallado, la veía más brillante, más feliz, más joven... — Hola hija. — dijo mi abuela acercándose a mi madre y besando sus mejillas, se aparto de ella y se dispuso a hacer lo mismo conmigo. — Hola querida nieta. — dijo separándose y regalándome una tierna sonrisa. — Hola abue.... — No querida, nada de abuela. llámame Sofia. — me interrumpió mi abuela. — Esta bien, lo siento. Sofia. —dije y ella me regaló una sonrisa. — Imagino que deben tener hambre. — dijo ella indicando que la siguiéramos. La mire incrédula. Nadia se acercó a mí, ella sabía que yo tenía muchas dudas y ella tenía respuestas . — Los vampiros también pueden comer comida humana, incluso pueden oír hasta nuestros susurros. — vi a mi madre y a Sofia sonreír de lado, era obvio que la habían escuchado. — Nuestros corazones, nuestro olor, pueden percibir muchas cosas, sus sentidos son más avanzados que los de los demás. — continuo diciendo. Me encantaba que al hacer sólo un gesto las personas entendieran que yo estaba cruda respecto al tema, no sabía nada y necesitaba información. Un hermoso chico de cabello negro y ojos verdosos y cejas negras se acercaba a nosotras a gran velocidad y pude notar que venía acompañado de otro chico: un castaño de ojos azules, al parecer el primer chico estaba tan concentrado en molestar al otro que no noto que estábamos al frente. El chico de cabello negro me derribó, ¿Y por qué a mí? ¡Mierda! — Oh lo siento. — dijo el chico avergonzado. — ¿De qué sirvió tanto entrenamiento si te dejas derribar a la primera por un col... Vampiro? — escuche reprochar a Nadia. Mis reflejos a veces no eran tan buenos, y no se que mierda me pasaba con los chicos sólo lo mire unos instantes y al momento ya lo tenía encima, y claro mi madre y Sofia tenían buenos reflejos al igual que Nadia así que sólo yo fuí derribada por aquel chico. — ¿Oye estas bien? — preguntó el chico preocupado, asentí con la cabeza. — ¿Te vas a bajar de mí o te quedarás ahí viéndome como un tonto? — dije reaccionando, porque en realidad era yo la que lo veía con fijeza. Todos los presentes rieron hasta el chico castaño que se había mantenido en silenció, el peli negro se levantó despacio y me tendió su mano la cual tome y me levante. — Adrien. — dijo el chico aún sosteniendo mi mano. — Kalecia. — dije sin siquiera pensarlo. — ¡Mierda! Blue, me llamó Blue. — rectifiqué. Él sonrió. — Es un placer, Kalecia. — dijo el chico sonriendo y no me molesto que me hubiese llamado por mi nombre. — Adrien. — lo llamó Sofia, el chico se giro a verla aún con mi mano en la suya. — ¿Podrías soltar la mano de mi nieta? Tú también vas a cenar querido, en la cena podrás verla con esa cara otra vez. — dijo Sofia divertida. — y deja de molestar a Adam. — dijo mientras el chico soltaba mi mano y asentía con la cabeza. — Nos vemos en la cena, bella dama. — esto lo había dicho en francés. — Vous voir à dîner, belle dame — dijo el chico mientras se disponía a subir por unas escaleras seguido del castaño quien no se había inmutado más que para reírse del pelinegro.
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