Nick

2336 Words
Subo la última caja a mi apartamento y Luke cierra la puerta, apoyándose en ella. Me había mudado, por fin, era temporal, no me imaginaba toda mi vida viviendo aquí, pero necesitaba mi intimidad. Luke seguía viviendo en la base y yo había decidido volar de allí porque iba a volverme loco. —   ¿Conectamos la televisión? —Pregunta. —   Claro. Luke y yo nos podíamos llevar las horas muertas jugando al fortnite. Si no estábamos trabajando o bebiendo, nos podías encontrar pegados a la pantalla. Y es lo que hacemos cuando conseguimos conectar la televisión. Jugamos a la Xbox y paramos cuando la pizza que hemos pedido llega. La pongo en medio y antes de pulsar el play para seguir jugando, lo miro. —   ¿La invitaste a comer? —   Sí —dice con la boca llena—. Es muy agradable. Estuvimos hablando de lo que había estudiado, de nuestras familias y de todo un poco. —   ¿Y qué te contó? —muerdo un trozo de pizza. —   Que tiene dos hermanos más pequeños, que lleva aquí tres meses y me contó cosas de su antiguo trabajo aquí. También me ha invitado a probar su tortilla de patatas un día. —   Típico español —murmuro. — ¿No te gusta? Me encojo de hombros. — Bueno, ¿Ya tienes otra cita con ella? —   Ni siquiera tengo su teléfono. ¿Tú lo tienes? —   No, solo hablamos por Snapchat. —   ¿Quién no le pide el número a la chica con la que ha quedado para acostarse? —   Snapchat —vuelvo a cogerme de hombros—. No quería darle mi número. —   ¿Miedo de que fuera una terrorista? —Se ríe. —   Puede ser —me río y muerdo el trozo de pizza—. Solo tengo su Snapchat si lo quieres. —   Prefiero ir de nuevo al bar y pedirle el número. —   Como tú veas, ¿continuamos? Le doy al play y seguimos jugando, gritándole a la pantalla y pasando el rato como siempre habíamos hecho. No iba a comentarle que había ido a ver a Lía al bar, y al parecer, ella tampoco se lo había contado. —   ¿Qué tal con Kelly? —Me pregunta abriendo una cerveza. —   Bien, ella siempre está dispuesta a todo. —   Y ahora que tienes apartamento propio, más —sonríe y lleva la lata a su boca. —   Aunque a veces me aburre. —   ¿Te gustaría sentar cabeza? —   No todavía. Después de Katie no me fio de ninguna. —   Y tú haciendo un i********: con algo bonito para ella cuando te fuiste a España —se ríe. —   No me lo recuerdes, cabrón —le tiro un cojín y él lo para con su mano libre—. Dejemos de hablar de ella, son malos recuerdos. —   Pasado pisado, Nick. Hay muchas chicas en el mundo. —   No tengo ganas de tener una relación. Eso de hablar 24/7 con alguien no es lo mío, quiero mi espacio. —   ¿Kelly te lo da? —   Kelly está tocándome la moral ya —suspiro y bebo de la cerveza—. Cambiaré de chica —digo decidido—. No puedo aferrarme solo a una porque después se enamoran o que se yo. —   Quién las entiende —murmura Luke. —   Ya te digo —suspiro—. Solo quiero sexo, ¿Tan difícil es de entender? Lo malo es que si soy borde o paso de ellas, más enganchadas están a mí y no lo entiendo. Maldito infierno —jadeo y paso una mano por mi pelo al tiempo que Luke se ríe. —   ¿Cómo se consigue ligar tanto? —Me pregunta. —   No tengo ni idea, Luke. Puede ser por estos ojazos que tengo. Él suelta una carcajada y yo también me río.   Al día siguiente, voy a comprar comida porque no tengo ni una caja de leche en la nevera y me paseo por las distintas calles del supermercado echando en el carro lo que me hace falta y se me apetece. Cuando entro en la calle de la higiene, miro los distintos geles y cojo uno con olor a lavanda. Sigo caminando y cojo la pasta de dientes, después, me paro cuando veo a una chica con un vestido floreado y unas deportivas blancas. Me acerco a ella y dejo la distancia del carro entre nosotros. —   ¿Necesitas ayuda? —Le pregunto. —   ¿Me vas a ayudar a decidir que tampones debo llevarme? —Pregunta sin mirarme. —   Podría asesorarte si quisieras. Ella deja una de las cajas en su sitio y coge tres de la otra marca, también coge compresas. —   ¿Estás informado sobre esto? —Pregunta. —   Solo sé que sangráis una vez al mes y no os morís. Ella rueda los ojos pero termina sonriendo de lado. —   ¿Comprando? —Pregunta lo evidente mientras mira mi carro. —   Así es. He alquilado un apartamento, se acabó el comer en la base. —   Vaya, eso es interesante. —   ¿Interesante? —Arrugo mi nariz. —   Que hayas decidido volar de la base, ¿A qué se debe? —   Quiero un poco de libertad. —   Te entiendo —mete un mechón de pelo detrás de su oreja. —   ¿Tú también quieres libertad? —   Ya la tengo —mira a su alrededor—. Estoy a miles kilómetros de casa viviendo mi vida. —   ¿No echas de menos a tu familia? —Empiezo a caminar empujando de nuevo el carro y ella me sigue. —   Claro, pero volveré algún día. —   ¿Cuándo? Ella se encoge de hombros y camina a mi lado por la siguiente calle, que es donde están los cereales y galletas. Me paro para coger mis favoritos y espero a que ella mire las distintas cajas. —   Aquí hay más cereales que en España. No sé ni cuál elegir. Me acerco y le quito los paquetes de tampones que lleva en la mano. —   Este —le señalo—. Guardaré esto en el carro. Dejo las cajas en el carro y ella echa también sus cereales pidiéndome permiso con la mirada primero. Asiento y ella suelta la caja para después ponerse a mi lado. —   ¿Por qué no has cogido un carro? —   No venía a comprar mucho. Soy más de llevar las cosas en la mano. —   Hmmmm... —cojo un paquete de galletas y lo echo en el carro. —   Tu amigo Luke es muy simpático y amable —dice. La miro y sus ojos se encuentran con los míos. Su pelo ondulado caía por sus hombros hasta llegar a sus pechos, no dejándome ver con claridad el escote de ese vestido. —   Sí. No le hagas daño. —   ¿Daño? —se ríe— ¿Por qué iba a hacérselo? —   Porque las chicas sois así, nos ilusionáis y después aplastáis nuestro corazón. —   ¿Hablas desde la experiencia? No le contesto y sigo empujando el carro metiendo en él lo que veo que hace falta en casa. —   No estoy ilusionando a nadie. A lo mejor es que os ilusionáis vosotros solitos —Paro en seco y la miro—. Ir a comer con un chico o hablar con él no es una pedida de mano. —   Con eso demuestras que te interesa. —   Con eso, Nick —coge las cajas del carro—. Demuestro que soy una persona amable que no va a rechazarle la amistad a nadie. Ten un buen día. La veo mover sus caderas por todo el pasillo. El vestido se mueve en su contoneo hasta que la veo desaparecer. Sigo comprando, intentando no pensar en ella pero no puedo. Cuando llego a casa, coloco todas las cosas y entro en Snapchat. Le envío una foto diciéndole que nuestra conversación no ha acabado muy bien. Para mi sorpresa, ella me responde de inmediato con una foto de sus pies y la televisión de fondo.   "Sh! Estoy viendo una serie"   Sonrío y no tardo en enviarle una foto haciendo un puchero con mi labio inferior.   "¿En serio vas a ignorarme por una serie?"   Ella no tarda en ver el mensaje y para mi sorpresa, me deja en visto, por lo que le escribo.   "¿Sigues creyendo en el destino?"   No me salgo de la conversación y veo su bitmoji aparecer en la pantalla haciéndome saber que está también en la conversación.   "Sí, ¿Por qué?"   "Llevas aquí tres meses y es la primera vez que nos hemos encontrado"   "Casualidad"   "¿Que fuese a tu bar también es casualidad?”   "¿Qué intentas decir?"   Y esta vez, soy yo quien no responde porque no sabía qué intentaba decir. Decido salir de la conversación y ella, como era normal, no insiste. Nunca lo hacía. Si no le contestaba, no me hablaba más y después era yo quien le enviaba una foto. A veces las veía y no me contestaba y otras veces me respondía con otra foto. Yo sonreía y no contestaba más. Dejo el móvil a un lado y cierro los ojos.   “Me incorporo y vuelvo a entrar en ella poniendo mis manos en su cintura. Lía gime y sus manos se ponen encima de las mías. —   ¿Te gusta? —Pregunto. —   Sí —jadea. Muerde su labio inferior y la levanto aún dentro de ella. Muevo sus caderas de arriba abajo con su ayuda, ya que tienes las piernas flexionadas. —   Nick —susurra. Me ciño de nuevo sobre ella y la beso mientras entro, aunque no con tanto cuidado como antes. —   Dime si te hago daño en algún momento —susurro contra sus labios esperando que ella me haya entendido. Su cuerpo reacciona al mío como ninguno lo había hecho, aunque tampoco me había acostado con muchas chicas. Sus manos se ponen en mis mejillas y me besa. Correspondo a su beso intenso y sus manos bajan hasta estar en mi trasero, apretándome contra ella. Lía dice algo en español pero no la entiendo. No es que pare porque puedo observar su cara de placer. Sus labios están un poco hinchados y sus mejillas sonrojadas. La beso de nuevo y muerdo su labio inferior para tirar de él. La sujeto con fuerza, rodeando su cuerpo con mis brazos y me doy la vuelta, quedando mi espalda apoyada en el colchón. Lía queda encima y la admiro. Llevo mis manos a sus pechos y los aprieto. Sus manos se ponen en mi pecho y empieza a moverse de atrás hacia delante. Bajo mis manos por su abdomen hasta llegar a sus piernas”   Abro los ojos y lo primero que veo es el bulto en mis pantalones. Paso una mano por mi rostro y voy a la ducha. No para que se me bajara el calentón, si no para tocarme pensando en ella. Sí, lo estaba haciendo mal. Quizás si le decía a Luke que ella aún me ponía todo sería más fácil. Pero, ¿de qué iba a servir? Quizás es que ahora mismo solo tenía a Kelly y podría acostarme con Lía de nuevo, como en Rota, solo sexo. Llego a mi orgasmo y golpeo la pared con rabia cuando termino. Mierda.   …   Me quito la gorra cuando entro al bar y veo a Luke en una de las mesas. Hoy había terminado tarde de hacer las maniobras y me merecía una enorme cerveza. Lo saludo y me siento, con las piernas abiertas, cansado. Es viernes y el lugar está más lleno que de costumbre. Hay tres camareros. El chico moreno y dos chicas, entre ellas, Lía, que está recogiendo los vasos de una mesa y poniéndolos en la bandeja para llevarlos a la barra intentando que no le den en el camino. Luke tiene una cerveza casi vacía frente a él y cuando Lía vuelve a salir de la barra, alzo mi mano para llamarla. Le hago una seña y ella se dirige a mí esquivando algunos cuerpos. —   ¿Puedes traernos dos cervezas, por favor? —Le pido. Dejo la gorra en la mesa cuando ella asiente y los dos la miramos mientras se va. —   Deja de mirarla —dice mi amigo. —   No puedo evitarlo, no deja de ser una mujer. El día que sea algo tuyo, prometo dejar de mirarla. Luke rueda los ojos y se termina la cerveza. — No —dice cuando me ve dispuesto a hablarle—, no le he pedido aún el teléfono. —   ¿Y a qué estás esperando, Romeo? —   ¿Y si no me lo quiere dar? Ruedo los ojos y me acerco a la mesa. —   Cuando pidamos otra cerveza le dices: Dos cervezas y tu número de teléfono, por favor. Pones una sonrisa matadora y ella te dará su número. Lía nos trae dos cervezas y se va como si de una estrella fugaz se tratase, ni siquiera nos da tiempo a verla. —   Hoy está muy liada —Luke hace una mueca y yo le doy un largo trago a la cerveza—. Ya se lo pediré otro día.  ¿Qué tal las maniobras hoy? —   Bien. Deseando que me den vacaciones. —   ¿Volverás a casa? —   Sí. ¿Cómo está tu familia? —   Bien. Mi hermana sigue saliendo con ese c*****o y mi hermano quiere ser de mayor militar. —   Dos Murphy en el ejército... se llevarán las manos a la cabeza —me río—. Tu hermano se merece un trabajo mejor. —   ¿Luchar por nuestro país no es el mejor trabajo? —Pregunta. —   No pagan lo suficiente —le golpeo el hombro y este sonríe y mira hacia la barra. Lía está allí, sonriendo, y aunque quiero fijarme en su compañera, no puedo. Craig y David se unen a nosotros y traen a unas chicas, por lo que no tardo en tener a una sentada en mi pierna porque no hay más sillas. Phoebe, se llamaba. La camarera castaña se acerca de nuevo y pedimos otras cervezas para todos mientras las risas fluyen y Phoebe acaricia mi nuca con sus uñas. El bar poco a poco se va vaciando y yo dejo a Phoebe en mi sitio para ir al baño. Veo un cubo fuera y entro para ver a Lía limpiando con la fregona. Me apoyo en el lavabo y la observo. Mechones se escapaban de su moño bajo y su cuerpo cada vez está más cerca del mío al limpiar. —   ¿Me queda bien el uniforme? —Pregunto. Ella se gira con una expresión de terror en su cara y murmura algo para después ponerse recta y apoyarse en el palo de la fregona. Su vista me recorre de arriba abajo hasta subir de nuevo a mis ojos. —   Date la vuelta —me ordena. Sonrío y me doy la vuelta, alzando un poco mis manos para que ella pueda verme bien. —   No está mal —dice cuando termino—, pero los he visto mejores —se gira y sigue limpiando. —   Yo también he visto culos mejores —miro el suyo y ella me mira. —   No te he preguntado. ¿Sales o entras? Tengo que terminar. —   ¿Por qué me hablas así? —Cojo la fregona haciendo que ella me mire. —   Estoy cansada —suspira—. Solo quiero llegar a casa hoy, no es mi mejor día. Sus ojos castaños lucen un poco caídos y suelto la fregona. —   Lo siento. Dejo que ella termine y después entro al baño, cuando llego a la mesa de nuevo, Luke tiene una sonrisa triunfal; ha conseguido su teléfono.                                                                  
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